En los últimos 12 meses se registraron 149 asesinatos, lo que supone 11 crímenes más que los del 2013, según cifras oficiales brindadas por el Poder Judicial. La mayor concentración de casos fue en el Gran Mendoza.
El 2014 quedará marcado como el año en el que la violencia le ganó la pulseada a la seguridad. Tanto se impuso la violencia que, como se esperaba, este año rompió los récords de homicidio de los últimos 5 años, alcanzando la cifra de 149 crímenes, 11 más que los que se registraron en el 2013. Si bien desde el Ministerio de Seguridad evitaron dar cifras oficiales, fue el mismo gobernador Francisco Pérez quien asumió a mediados de diciembre en el programa Séptimo Día, de Canal 7, que de “140 muertes por balas que hubo en el año, más de 100 fueron por disputas entre bandas de narcotráfico. Eso es así porque hemos detenido a 14 líderes narcos y están los que se disputan su liderazgo”. Sin embargo, los analistas ligan este incremento a la crisis social y económica.
Este violento desenlace ya se vislumbraba a fines de agosto, cuando un informe de Diario UNO revelaba que en esos primeros 8 meses se habían registrado 33 asesinatos más que en el mismo período del 2013, acumulando 118 víctimas fatales, 12 de las cuales habían encontrado la muerte en medio de un asalto.
Pero según los datos oficiales brindados por el Poder Judicial, esa escalada se acrecentó en los últimos 4 meses del año, en donde se registraron 31 homicidios más. Números que se reflejan también en las páginas policiales de este diario, en las que cada uno de esos casos adquiere nombre y apellido. De esas 149 muertes violentas, 131 ocurrieron en el Gran Mendoza.
La llegada de la primavera se enlutó en la provincia cuando se supo que ese mismo 21 de setiembre el policía José Ontiveros (34) había usado su arma reglamentaria para acabar con la vida de su pequeño ex sobrino Benjamín Monje, de sólo 8 años, y de su ex suegra, Beatriz Fernández, a quienes, preso de un ataque de celos, acribilló en Guaymallén.
“La mayor cantidad de homicidios se sigue provocando entre bandas armadas, en las que crece la intolerancia y por eso se terminan exterminando entre ellas”, aseguró en agosto pasado el jefe de la Policía, comisario Juan Carlos Caleri. Sin embargo, en esos enfrentamientos también murieron personas que no pertenecían a ningún bando, sino que quedaron atrapadas en las fatales balaceras. Tal el caso de Darío Ocaña (32), que murió en un tiroteo ocurrido el 19 de octubre en la villa Güemes de Las Heras, o el de Esteban Toscano (35), que falleció alcanzado por una bala cuando intentaba proteger a su hijo que había quedado en medio de un intercambio de disparos en el barrio Pedro Molina de Guaymallén, el pasado 3 de noviembre.
Si bien en el último mes del año sólo se registraron 5 asesinatos, dos de ellos ocurrieron en medio de violentos asaltos. Así Julio Morales (53) murió tras la paliza que recibió cuando se resistió a que le robaran su bicicleta en Junín, y de la misma manera pereció Rolando Cordero (54), el dueño de un criadero de cerdos de San Rafael, quien recibió una puñalada mortal de manos de ladrones que pretendían llevarse los animales.
Más crisis, más crímenes
Si bien el gobernador atribuyó este incremento de asesinatos a la disputa por el liderazgo de bandas de narcos, para el especialista en Seguridad Pública Martín Appiolaza “se debe a un incremento de la violencia interpersonal, que va más allá del simple ajuste de cuentas, tiene que ver con que se naturaliza la violencia, hay fácil acceso a las armas y fracasan las medidas de prevención. Esto es una tendencia a nivel país y coincide con crisis sociales y económicas. Si lo analizás, históricamente en los años ’90 se duplicaron los homicidios por la exclusión social que había. Esto también se incrementó en el 2002 por la crisis del año anterior, luego se estabiliza y en el 2012 se registra otro pico de 141 muertes, que este año se superó”, señaló Appiolaza.
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