Las grandes fabricantes de Alimentos, Arcor, Molinos, Ledesma, AGD, apuestan a reducir el mercado interno vía suba de precios y dirigir su producción hacia la exportación.
Por: Sebastián Premici.
Son las cuatro de la tarde del martes. Andrea se detiene en un kiosko de Palermo, observa con detenimiento los chocolates, caramelos, algún alfajor. No se decide. Amaga con seguir su camino hasta que le sale una pregunta, casi con temor, en voz baja. ¿Cuánto está el paquete de Sugus, esos que son confites? La encargada del local no duda. “Son 1050”. Andrea agradece con un gesto; ahora sí, retorna a su trayecto. Dos días más tarde, el mismo paquete de caramelos, en el mismo kiosco, cuesta 1150 pesos, un alza del 10%. Arcor lo hizo.
La variación de los precios de los alimentos en diciembre superó el 30%, según los registros de la consultora EcoGo y el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO). La discusión parlamentaria sobre la conformación de las comisiones que deberán analizar la ley ómnibus y el DNU no hace ni hará mella en las pretensiones de las corporaciones que redactaron esa misma estructura jurídica. Avanzan.
La ley de abastecimiento ya se encuentra derogada de facto; lo mismo ocurre con la ley de góndolas. No existe más los controles. No es la descripción de un Estado débil. El Estado se convirtió en estructura jurídica cooptada por un puñado de empresas, con posición dominante; son las corporaciones que siempre están, las que hablan de libre mercado y seguridad jurídica. Las que se imponen con normas ad hoc, como el DNU y el proyecto de ley ómnibus, un marco de legalidad fraguada. Lo hicieron durante la última dictadura cívico militar, con el menemismo, con Macri y ahora con Javier Milei.
El programa de miseria planificada de La Libertad Avanza apunta a multiplicar la pérdida del poder adquisitivo de los sectores trabajadores para reducir el universo de un mercado interno en retirada; a su vez, se premia a las empresas exportadoras que podrán vender sus productos en el exterior sin ninguna objeción estatal y sin presiones del mercado interno. Una suerte de enorme transferencia de rentabilidad hacia el sector privado concentrado, a costa de incrementar exponencialmente los índices de pobreza y desempleo.
Feliz año
Entre el 25 de diciembre y el 1 de enero, los productos lácteos, panificados, fideos, y harinas, registraron subas del 4%. El azúcar aumentó un 9%. Ninguno de los productos comprendidos en estas categorías requiere tantos insumos del exterior como para “justificar” las subas; el azúcar, el trigo, la harina son materias primas producidas en el país.
El tema es que son fabricadas por un pequeño puñado de empresas –Arcor, que también es Mastellone, Molinos Ríos de la Plata, Ledesma, Aceitera General Deheza (en el caso de los aceites), entre otras– que siguen la lógica de los empresarios con capacidad exportadora: subir exponencialmente los precios, aumentar sus rentabilidades, perder consumidores locales y ganar volumen para vender en dólares en el exterior. El Estado fue cooptado para esquilmar el mercado interno. Y a su población.
Un ejemplo de estos días: las galletitas de chocolate Macuca son una suerte de segunda marca, tipo Melba u Oreo, producidas en el país por Arcor, la empresa del Grupo Pagani. Entre el 4 de diciembre y el 6 de enero, el precio de venta para el paquete de 110 gramos aumentó un 75%. Un cuarto de esta suba ocurrió entre el 28 de diciembre y el primer sábado del año. ¿Efecto devaluación? ¿Escasez de confianza en los mercados? ¿Una estructura de costas desajustada? ¿Captación impune de rentabilidad?
La misma lógica se constata con los lácteos. Por ejemplo, el yogurt cremoso entero de frutilla de la marca Tregar aumentó un 89% entre el 13 de diciembre y el 4 de enero. ¿Cuántos insumos afectados por la devaluación se necesitan para producir este alimento?
Los dueños
Según la consultora EcoGo, los productos panificados, a base de cereales y pastas registraron en diciembre un alza del 31,8%. Este resultado fue impulsado, principalmente, por los aumentos en el arroz (71%), los fideos secos (44%) y la harina de trigo (33,5%). Las subas poseen nombre y apellido
*El 87% de la molienda de la harina para pan está concentrado en 3 empresas: Molino Cañuelas (Grupo Navilli); Morixe, propiedad de Ignacio Noel, también CEO de Comercial del Plata, la nave insignia de la Familia Soldati; y Molinos Río de la Plata (Perez Companc).
*La molienda para fideos es manejada por cuatro sociedades que concentran el 92% del mercado: Molinos Río de la Plata, que posee el 35% del segmento; seguida por Molinera del Sur (cuyo presidente Fabián Weinmann), Molino Cañuelas y Molino Tres Arroyo (Juan Martín Galilea).
De acuerdo al último relevamiento del CESO, entre el 25 de diciembre y el 1 de enero, los productos lácteos y aceites registraron alzas superiores al 4%, mientras que el azúcar lo hizo en un 9,3%.
*El 85% de la producción de aceite está concentrada en 4 empresas: AGD (propiedad del ex senador peronista Roberto Urquía y Miguel Acevedo, ex presidente de la UIA), seguido por Cañuelas, Molino Rio de la Plata, y Tanoni.
En el caso del azúcar, también son cuatro las que mandan: Ledesma, de la familiar Blaquier, Arcor, Seaboard (Flia Bresky de EEUU) y Valpafe, se quedan con el 91% del mercado.
¿Por qué un caramelo que se fabrica localmente, con insumos también locales como el azúcar, aumentó un 10% en solo dos días? ¿Por qué si el tipo de cambio se mantiene planchado?
Existe un Estado cooptado por las mismas empresas que redactaron la estructura jurídica libertaria que pretende consolidar un esquema de legalidad fraguada para la transferencia de recursos. En este escenario, las únicas que poseen libertad -de abuso de posición dominante- son las mismas corporaciones nucleadas en la UIA y Copal. En sus balances, los trabajadores y trabajadoras, consumidores, clase media, son meros convidados de piedra a explotar
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