Por Gabriela Baigorrí
Flanquean al gobernador, José Alperovich, varias veces por semana en las actividades oficiales. Recorren el interior y protagonizan actos proselitistas. Levantan manos a candidatos en ciudades y pueblos. Sus nombres están estampados en pancartas, paredes y puentes y refugios al borde de las rutas tucumanas. Aseguran, en sus discursos, que serán los próximos gobernador y vicegobernador de la provincia. Entonces, ¿por qué hay dudas aún de que Juan Manzur y Osvaldo Jaldo integran la fórmula del oficialismo?
Durante los últimos meses, las versiones han: desplazado a Jaldo y casado a Manzur con el intendente capitalino Domingo Amaya; reemplazado a Manzur por Beatriz Rojkés; cambiado a Jaldo por José López; sustituido a ambos por Amaya y López. Incluso, hay quienes incluyeron en la lista al superministro Jorge Gassenbauer, también combinado con Amaya. Parece que los rumores sobran para que ni Manzur ni Jaldo respiren del todo tranquilos. Sobre todo en los últimos tiempos. Las denuncias de intendentes disidentes sobre un supuesto retaceo de fondos y de obras y los escándalos por los “fondos buitre” y por la imputación por la muerte de un nene qom apuntan directo al dúo. Muchos alperovichistas periféricos -y no tan periféricos- se relamen con la posibilidad de que se abra un espacio vacante, sobre todo, el de Manzur. Hay quienes no superan, por ejemplo, que “Betty” no esté incluida en el dueto. Tanto ella como el titular del Ejecutivo ya avisaron que no integrará la nómina gubernamental. Sí podría estamparse el nombre de la senadora en la boleta de postulantes a la Legislatura si es que “el proyecto la necesita”.
Todo peronista sabe que hay una señal inequívoca de que el candidato es el candidato. Una vez que el jefe del proyecto “levanta la mano” del postulante, ya está. No hay vuelta atrás. Y eso, precisamente, es lo que le está faltando a Manzur y Jaldo. El gobernador ha compartido convocatorias con ellos y hasta se le ha escapado en una conferencia de prensa que eran “los candidatos”. Pero el gesto no se concreta.
Las “bendiciones”, de hecho, no abundan hasta ahora. La única que puede quedarse tranquila es la diputada María del Carmen Carrillo. La tarde del miércoles 18 vio los primeros brazos en alto levantados por Alperovich. No es casual que haya sido “Cuyi” la beneficiada ni que la senadora Rojkés haya sellado también la oficialización. La esposa del intendente Alberto Olea trabaja con “Betty” desde hace años como coordinadora de de la Red de Mujeres Solidarias del departamento Monteros y reemplazó en 2013 a Beatiz Mirkin en la Cámara Baja. Aunque ignota en la capital, es conocida en el sur de la provincia. Forma parte del grupo de esposas que han co-gobernado ciudades en estos doce años, que son cercanas a Rojkés y que van a buscar convertirse en intendentas como Miriam Gallardo de Dip (Lules), Elia Fernández de Mansilla (Aguilares) y Adriana Najar de Morghenstein (Las Talitas), entre otras.
Otro que ha sido casi formalizado es Pablo Yedlin. El ministro de Salud fue elegido para competir por la capital. Si bien aún su puño no fue elevado por el gobernador, este ya expresó que “será su jefe de campaña” cuando esto suceda. Si bien al médico le gustaba más la idea de ir por una banca legislativa, en el despacho gubernamental tenían otros planes para él. Lo mandaron a bailar con la más fea, según los últimos resultados electorales, pero su imagen positiva va en ascenso y esto lo entusiasma. Yedlin, casi proclamado, se ha sumado a la gira Manzur-Jaldo y ha emprendido la propia en los barrios capitalinos. Alperovich esta semana pidió a los movedizos dirigentes de San Miguel de Tucumán que trabajen para que Yedlin llegue a 9 de Julio y Lavalle.
El acotado núcleo alperovichista jura que la fórmula está y que los brazos de Manzur y Jaldo serán levantados. Tarde, pero lo serán. Y no porque la tardanza sea duda, sino porque es estrategia. Alperovich, con la calma y las canas de la experiencia de varios comicios ganados, apostó a lo más seguro: la fórmula que ganó en 2013 las elecciones para diputado nacional. Pretende que el panorama electoral esté un poco más definido y usa la incertidumbre sobre su fórmula como beneficio. Mientras el resto especula, sus elegidos ya han recorrido desde septiembre prácticamente todo el mapa provincial. Las próximas encuestas que se encarguen, dicen, serán clave para delinear a quienes estarán por debajo de Manzur-Jaldo. Y el entorno gubernamental parece tener razón, es difícil pensar que el mandatario haya enviado al conjunto a hacer campaña para luego bajarlo. Por cómo se ha manejado políticamente esta década, es inverosímil que someta al dúo a semejante papelón.
Si flanquean al gobernador varias veces por semana en las actividades oficiales, recorren el interior y protagonizan actos proselitistas, levantan manos en ciudades y pueblos y sus nombres están estampados en pancartas, Manzur y Jaldo no sólo parecen, son la fórmula.
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