Crece la zozobra entre sindicalistas y piqueteros por el aceleramiento de la crisis; se proyecta un escenario de conflictividad para fin de año
Nicolás Balinotti
En el 5° piso del Palacio de Hacienda, un despacho que hace ya varios meses es más concurrido e importante que la oficina de Alberto Fernández en la Casa Rosada, se vivieron días frenéticos que fueron una suerte de déjà vu de lo que fue el cierre de abril, cuando otra dramática corrida cambiaria desestabilizó a la gestión de Sergio Massa. Aquella vez, el camporista Andrés Larroque hasta puso en duda la continuidad del gobierno mientras que sindicalistas y piqueteros se reunían de urgencia para exhibirse como los garantes de la gobernabilidad. Por entonces, Cristina Kirchner mantenía el suspenso de una candidatura presidencial que no fue, el dólar blue rozaba los $500 y la inflación mensual de dos dígitos era más una amenaza que una realidad.
Como aquella última semana negra de abril, Massa se atrincheró estos días en su base de operaciones del Ministerio de Economía para escenificar que el capitán del barco está al frente, aferrado al timón. Suspendió una gira proselitista por el interior y forzó un paréntesis en la agenda rumbo a las elecciones del 22. Retomó fugaz su función de ministro hasta volver a ponerse el traje de candidato. Su equipo de prensa cambió drásticamente el tono y el contenido de los comunicados: de los anuncios y proyectos que hablan más de sueños que de realidades a un frío parte policial con el pedido de detención de “el croata”, un cuevero que supuestamente para el Gobierno es quien pone en vilo al mercado cambiario doméstico.
LA MANSIÓN REGISTRADA POR FAMILIARES DE JESICA CIRIO QUE ALIMENTA LAS SOSPECHAS SOBRE MARTÍN INSAURRALDE
El dólar blue por encima de los $1000, la amenaza de una inflación anual de 180%, de acuerdo al Relevamiento de Expectativas del Mercado del Banco Central, y un 40% de argentinos hundidos en la pobreza son estigmas que acompañarán a Massa en su aventura electoral. A pesar de estos índices, el ministro-candidato logró neutralizar la presión y el malestar de los sindicatos y piqueteros. Paritarias permanentes, la reforma del impuesto a las Ganancias, la devolución del IVA, la ampliación de planes sociales y asignaciones familiares fueron algunas medidas paliativas en un contexto económico volátil. Hoy solo dos gremios pueden garantizar un empate contra la inflación: el del Neumático y la Asociación Bancaria, ambos con acuerdos que incluyen una cláusula gatillo atada al Índice de Precios al Consumidor. “Hay un agudo malestar, en parte, un malestar laboral”, advirtió un informe elaborado por especialistas del Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo de la Universidad Nacional de San Martín, Cifra-CTA y Atenea. Se trata de profesionales que no suelen fallar a la hora de tomar la temperatura del mercado laboral. Una de las entidades es el think-tank que detectó el fenómeno de los “trabajadores pobres” al que Cristina Kirchner hizo mención hace más de un año y medio. “El ingreso de los trabajadores no va a valer más en una economía que intenta avanzar por el camino de la dolarización. Por el contrario, se va a pulverizar”, alertaron ahora en rechazo de la propuesta de Javier Milei.
El temor a una hiperinflación
Un histórico de la CGT comparó esta semana la situación con los inicios de la hiperinflación que aceleró la salida de Raúl Alfonsín, cuando las correcciones salariales nunca eran suficientes y los ingresos perdían de manera paulatina la batalla contra los precios de los bienes y servicios. Surge ahora una diferencia con el ocaso de los 80: por entonces la CGT potenció su perfil opositor, con 13 huelgas que debilitaron aún más al gobierno radical. Hoy las tres centrales obreras existentes sostienen convencidas la candidatura presidencial de Massa. Sobre todo, la CGT, pero también las dos vertientes de la CTA, quienes pusieron como nunca sus aparatos y fondos a disposición de la campaña oficialista.
“No habrá conflictividad hasta después de las elecciones”, aseguraron tres dirigentes influyentes de la CGT que se aferran a sus pronósticos, los cuales ubican a Massa en una segunda vuelta contra Javier Milei. “El ballottage es otro partido”, se entusiasmó el jefe de un gremio de servicios aliado del massismo. Sin embargo, admitió en reserva la preocupación que rodea hoy al oficialismo. “La insatisfacción por cualquier cosa, ya sea la inflación, el dólar o un hecho de inseguridad ayuda a Milei, que es quien canaliza la bronca. No va a penetrar en los sectores sindicales, pero sí en los de más abajo”, reconoció el sindicalista, que cruzó esta semana llamados y mensajes con el ministro-candidato. Es decir, el peronismo distingue cómo se le escurren votos como agua entre las manos en sectores donde solía ser hegemónico e invencible. Lo comprobó recientemente un puntero del PJ de Quilmes que se resignó al ver cómo en un barrio de Francisco Solano se habían diseminado militantes libertarios. Gremialistas y piqueteros se preparan para un fin de año caliente, gane quien gane la elección. Nadie por ahora quiere ver más allá del domingo 22.
La frágil situación económica se resquebrajó aún más cuando Milei dijo que el peso “no puede valer ni excremento” y llamó a no renovar los plazos fijos. Una suerte de agitación para generar una corrida cambiaria por parte del candidato opositor más votados en las primarias. El aceleramiento de la crisis fue inmediato: el dólar cruzó la barrera de los $1000 y los comercios se quedaron sin precios de referencia. Profundizó la angustia y la incertidumbre el dato mensual de la inflación, que fue solo de 12,7% porque no abarcó las remarcaciones de esta última semana. Para octubre también se espera un índice de dos dígitos, según pronostican consultoras privadas.
“El pirómano nunca puede ser luego el bombero”, tituló la CGT el comunicado con el que salió al cruce de Milei. La CTA alertó sobre un “golpe de mercado” y “las conspiraciones contra la moneda nacional”. Massa retomó la metáfora incendiaria al relativizar la influencia de su rival. “A Milei no le da la nafta [para incidir en el sistema financiero]”, dijo desafiante. Patricia Bullrich también intentó sacar tajada electoral en medio de la devaluación.
Tensión en los bancos
En el microclima bancario se sintió una atmósfera de tensión e incertidumbre, en sintonía con la pelea política-electoral. “Hubo alguna volatilidad”, minimizó alguien que conoce como pocos el sistema financiero y que está identificado con el oficialismo. La misma fuente reconoció que hubo caída de depósitos y plazos fijos, e intentó bajar un mensaje de tranquilidad: “Es muy difícil que los bancos caguen a los ahorristas”. Intentó espantar así los fantasmas del corralito de 2001.
Tras el desprecio de Milei al peso, las cuatro entidades empresarias que reúnen a los bancos emitieron un comunicado conjunto en el que afirmaron que “los candidatos que aspiran a gobernar la cosa pública tienen que mostrar responsabilidad en sus campañas y declaraciones públicas”. Una de las cámaras que impulsó el mensaje fue la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba), en cuyo directorio está Juan Ignacio Nápoli, candidato a senador de La Libertad Avanza e integrante del equipo financiero de Milei. Forma también parte de Adeba Diana Mondino, presidenta del Banco Roela y candidata libertaria en la Ciudad de Buenos Aires. Ambos laderos de Milei quedaron expuestos e incómodos tras el señalamiento de sus colegas, según dos fuentes bancarias confiables. A Nápoli le generó un cortocircuito extra con Jorge Brito, titular del Banco Macro y a quien asesoró con las finanzas de River. Brito es una voz de peso en Adeba, donde es vox populi su alineamiento con Massa.
Juan Nápoli, primer candidato a senador por Buenos Aires en representación de La Libertad Avanza y fundador de Banco de Valores junto con Javier Milei, hace unos días, en Mar del PlataLA NACION
Funcionarios, sindicalistas y empresarios que conversaron esta semana con Massa lo vieron golpeado por la escalada del dólar blue y su coletazo con remarcaciones diarias de precios. También lo notaron furioso con el Presidente por no haberlo consultado antes de avanzar con la demanda judicial contra Milei por “intimidación pública”. Sin embargo, el ministro-candidato se aferra a una planilla en la que cruza números de la economía que cree que le darían oxígeno para llegar a la elección del 22. “Con los feriados, le quedan solo cuatro días de actividad bancaria. Los US$ 5000 millones del swap con los chinos deberían permitirle llegar bien al 22 y después al ballottage”, dijo un diputado oficialista que participa activamente de la campaña. Massa, además, confía en que después del 22, si entra a la segunda vuelta, sumaría el apoyo de la UCR y Horacio Rodríguez Larreta para vencer a Milei. El gobierno de unidad nacional al que apela desesperado para sumar aliados.
Massa ya se imagina activo tras el paso por las urnas. El Gobierno, a través del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom), un organismo donde manda un hombre del ministro, anunció para el miércoles 24 la subasta del espectro para la quinta generación de tecnologías de telefonía móvil (5G), a partir de la cual espera recaudar alrededor de US$1050 millones.
Participarán del proceso tanto Telefónica como Telecom, que exhiben incumplimientos al pliego de licitación por la compra de Entel al no abonar la participación en las ganancias a parte de su personal cuando fue privatizada, lo que les impediría ser elegidas para participar en el presente concurso, de acuerdo a la normativa que lo regula. Además, Telecom se encuentra involucrada en un pedido de nulidad de la fusión con Cablevisión por presuntas violaciones a la ley de ética pública de los funcionarios que la aprobaron, de acuerdo a una resolución de la Oficina Anticorrupción. Estos dos antecedentes podrían frenar la subasta del 5G con la que Massa apuesta a sumar fondos. La abogada Liliana Zabala, vinculada a un sector minoritario del gremio de los telefónicos identificado con la izquierda y quien en 2008 logró que la Corte declare inconstitucional un decreto de Menem que eximía a las empresas de abonar la participación en las ganancias al privatizarse el servicio, está decidida a presentar en la Justicia una medida para no innovar y obstaculizar el proceso. Milei evalúa una maniobra similar después del rechazo de Massa a su pedido de anular la licitación. Sería otro golpe para el ministro-candidato, blanco casi exclusivo de los cuestionamientos al Gobierno ante el silencio del Presidente y su vice.
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