El magnate sucedió a Barack Obama con el discurso más corto de la historia reciente y una fuerte impronta nacionalista.
WASHINGTON.- El discurso más corto para la toma de poder menos concurrida del pasado reciente. Donald Trump se convirtió en el presidente número 45 de este país con un discurso de claro tinte nacionalista y una fuerte carga de proteccionismo en el que aseguró que, de ahora en adelante, "es el pueblo" y no la burocracia de Washington "la que toma el poder".
De ahora en adelante "todo se decidirá, se comprará y se invertirá" si "sirve a los Estados Unidos", prometió. "Estados Unidos comenzará a ganar de nuevo, como nunca antes", agregó.
Con un tono muy parecido al de la campaña, insistió en que "durante muchos años" una casta en esta ciudad "se enriqueció a costa del pueblo" y que eso "hoy se acaba".
Renovó sus promesas de fortalecer las fronteras, traer de nuevo los empleos que se fueron y llamó a recordar el día de hoy como "el que permitió que el pueblo norteamericano tome de nuevo el poder."
Con más diagnóstico que medidas concretas, señaló que la política de los últimos años "permitió que otros se hicieran ricos" pero no los ciudadanos de la clase media.
"La riqueza que era de la clase media fue tomada por los políticos y distribuida por el mundo. Eso se acaba", dijo.
Lo que nace ahora es una nueva visión, según la cual "cada decisión de comercio, de economía, militar, inmigración y asuntos internacionales" se adoptará "sólo para beneficiar a las familias norteamericanas".
Con apelaciones religiosas, subrayó una y otra vez una visión según la cual "los Estados Unidos serán lo primero" y minimizó la fractura social que existe con la idea de que "no hay demócratas ni republicanos, sino solo patriotas". El mismo concepto aplicó a las diferentes minorías que componen la sociedad. "Seamos negros, marrones o blancos, todos tenemos la misma sangre roja de los patriotas", subrayó. Obama, el primer presidente negro del que Trump toma el testigo, bajó en ese momento la cabeza.
El traspaso más atípico
La ceremonia tuvo todo el fasto de la ocasión. Pero menos público que lo habitual. Por momentos, cayó una lluvia ligera, pero no la inclemencia que se había pronosticado. Fue el recambio más atípico del pasado reciente.
A los 55 años, el ex presidente más joven de la historia, dio paso al más maduro en muchos años, que se estrena en el abrumador cargo cumplidos los 70. Históricamente, el de mayor edad en llegar a la Casa Blanca.
El presidente saliente se retira con la frente muy en alto, con una imagen positiva del sesenta por ciento. El que lo sucede, y en su antítesis, llega con apenas 40 por ciento de imagen positiva.
El lenguaje corporal también habló. A Trump se lo vio por momentos nervioso, sin encontrar posición en la silla azul que ocupaba.
Por contraste, a Obama se lo vio sonriente y se lo percibió sereno, ejecutando las últimas escenas de su paso por el poder. Mostró mucha más complicidad con su mujer que la que se advirtió en el matrimonio que lo sucede.
El raro momento, de división y fractura, se reflejó en las calles. No sólo en las protestas que recorrieron la ciudad sino también en el Mall, donde se agolpó el público para seguir la ceremonia.
Los notables espacios vacíos y las sillas sin cubrir sino hasta último momento dieron cuenta de una de las inauguraciones menos populares del pasado reciente. Muy lejos de los casi dos millones de personas que recibieron a Obama en 2009.
Fue también una diferencia de estilos. Quien entra a la Casa Blanca es un empresario sin antecedentes políticos, un millonario que hizo fortuna en el terreno inmobiliario y en la televisión sucedía a un político de carrera. El líder atípico que se define como cabeza "de un movimiento" más que un partido. El hombre que llegó de fuera de la política para prometer que lo "cambiará todo". Incluido el legado de Obama.
Poco antes de que todo empezara, la sonriente Michelle Obama acompañó hasta las gradas a la hierática Melania Trump.
La nueva primera dama pasó buena parte del tiempo departiendo con Barron, el hijo que tiene con el nuevo presidente y que es casi una fotocopia de él en pequeño.
La mudanza
Los Obama dieron una clase de estilo político con la forma en que respetaron la tradición de la transición, uno de los momentos más emblemáticos de la democracia norteamericana. Asistieron, acompañaron y aplaudieron en todo momento.
Mientras eso ocurría en el Capitolio, cerca de allí, sin que nadie lo viera, se llevaba a cabo el virtual desmantelamiento de la Casa Blanca. En pocas horas, aceitados equipos de mudanza terminaron de retirar las pertenencias de los Obama y de acomodar las de los Trump.
"Hasta los suéteres en los cajones" fueron acomodados, dijeron responsables del operativo.
La Casa Blanca amaneció una y anochecerá otra. Una nueva era empieza.
En un rato comenzará el tradicional desfile en el que Trump y su mujer recorrerán la avenida Pensilvania, rumbo a la Casa Blanca.
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