Es por no haber recibido a su vice, Mike Pence, quien insistió en defender a Jerusalén como capital israelí.
Donald Trump llegó este jueves a Davos, en medio de una fuerte expectativa por el discurso que va a pronunciar en las próximas horas, donde se espera que haga un defensa de su política proteccionista. Poco antes, introdujo otro elemento en el debate al amenazar con el retiro de la ayuda financiera que su país brinda a los palestinos. Entonces calificó como “una falta de respeto” la negativa de la Autoridad Nacional Palestina de recibir al presidente Mike Pence, en su gira por la región.
“Les damos cientos de millones en ayuda. Pero ese dinero no les va a llegar, a menos que, se sienten y negocien la paz”, dijo Trump tras reunirse con el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.
Esta nueva amenaza no pasa desapercibida si se tiene en cuenta que, a inicios de mes, el Gobierno estadounidense anunció la congelación de 65 millones de los US$125 millones que tenía previsto entregar a la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, remarcando la necesidad de que este organismo sea “evaluado”.
Los palestinos rechazaron la invitación a reunirse con el vicepresidente, Mike Pence, luego de que éste reafirmara la decisión de la Casa Blanca de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel.
Existe un consenso internacional sobre el statu quo de Jerusalén, que ya lleva siete décadas, desde la guerra de 1948 cuando fue dividida en su parte oriental y occidental. En la Guerra de los Seis Días de 1967 Israel ocupa toda la ciudad desalojando a los jordanos de la zona oriental (en la que eran custodios de los Lugares Sagrados para las tres religiones monoteístas) y la anexó formalmente a sus territorios de manera unilateral en 1980. Los palestinos aspiran a declarar Jerusalén Este como capital de su futuro Estado, mientras que para Israel Jerusalen es su capital “eterna e indivisible”. La decisión de la administración Trump legitima las pretenciones de Israel.
El discurso de la Casa Blanca sobre esta cuestión no tiene fisuras. La embajadora estadounidense ante la Naciones Unidas (ONU), Nikki Haley, apuntó directamente contra el líder palestino Mahmud Abbas acusándolo ante el Consejo de Seguridad de carecer de la valentía necesaria para lograr un acuerdo de paz. Por otra parte, los líderes palestinos rechazan las presiones de Trump y se niegan a retomar las negociaciones con Israel. Es que el alineamiento de los últimos años entre Washington y el primer ministro del Likud ha dado como resultado una pérdida de legitimidad de la Casa Blanca como mediadora. “Rechazar reunirse con su opresor no es falta de respeto, es respetarse a sí mismo”, ha declarado Hanan Ashraui, miembro del Consejo Legislativo Palestino (PLC).
Trump es el primer presidente estadounidense que llega a Davos desde Bill Clinton. Su objetivo principal es demostrar, frente a la élite económica mundial, que su modelo de “América first” funciona. Así lo demuestran sus mensajes en Twitter. En uno de sus últimos textos escribió que su objetivo es contarle al mundo “lo grande que es Estados Unidos” y aseguró que su país “por fin vuelve a GANAR”.
Su discurso en Davos tendrá como público favorito a los grandes empresarios que elogian su reciente reforma fiscal, que reduce la tasa de imposición de las empresas, así como la subida de la Bolsa en Estados Unidos y el crecimiento económico. En su primera jornada, además de la reunión con el primer ministro israelí mantuvo un encuentro con la premier británica, Theresa May. El presidente negó que él y la jefa del gobierno de Londres tuvieran una mala relación, a la vez que calificó de “rumor falso” las versiones sobre tensionesenlasrelacionesentre Washington y Londres.
En el encuentro, el mandatario estadounidense aseguró que él y May “están en la misma sintonía en cada aspecto” y destacó el trabajo conjunto en materia militar.
La construcción de una “nueva globalización” que tenga en cuenta el bienestar general, y no solamente las ganancias empresariales, es la tónica que busca desarrollar el foro
Comentá la nota