El calentamiento de la interna entre Aníbal Fernández y Julián Domínguez por la gobernación bonaerense, una pelea colosal que la prensa hegemónica ningunea, oculta ajo sus pliegues su verdadera condición de evento inesperado, fortuito, y que tanto candidatos como intendentes emblemáticos hubieran preferido evitar.
Todas las internas del PJ bonaerense de la historia política reciente, fueron contiendas con la chapa puesta antes de empezar. Esta no. Aquí hay mucho por ganar y otro tanto por perder. El peronismo, fuerza que algo sabe acerca del poder, como obtenerlo, multiplicarlo y extenderlo en el tiempo, recela de los desafíos súbitos, espontáneos. Una derrota es la última opción de su menú.
Florencio Randazzo realizó una movida impensada y hubo que empezar todo de cero. La cadena era: la Presidenta elige una fórmula; los otros precandidatos se retiran de competencia; y los intendentes acatan todo. Pero el ministro del Interior rompió su eslabón y ya no había tiempo para ensayar otro plan.
Hoy, Domínguez-Fernando Espinoza versus Fernández-Martín Sabatella es una interna más que nada, conceptual, de apreciación, pero también de máximo cuidado. Es difícil verificar si los respaldos de cada fórmula son completos, no especulativos. Se sabe, los intendentes son líderes acostumbrados a jugar a ganador o, en todo caso, a no modificar su statu quo. No querían esta interna pero no les queda más remedio que jugar.
Hay sospechas sobre las encuestas conocidas, todas con ventaja para el actual Jefe de Gabinete. Otras registran un alto porcentaje de desconocimiento acerca de la compulsa. En La Matanza, territorio de Espinoza, se informa que alcanza al 45 por ciento de los entrevistados. Es raro.
En las internas del PJ a la vieja usanza (anche en las generales), quien ganaba La Matanza ganaba la elección. La nueva ley dispuso que fueran abiertas a otros electores no afiliados, con todo un bagaje de variables que ahora será necesario tener en cuenta. Expuestos, los castigados Barones del conurbano aborrecen ese nivel de incertidumbre.
Poco a poco, la interacción entre estos nuevos elementos armó un escenario donde confrontan el Frentismo K (Fernández-Sabatella) contra el PJ Puro (Domínguez-Espinoza). Inexacto, pero apropiado para la prensa opositora, que le saca jugo a la imagen negativa (de Aníbal) o al desconocimiento (de Julián) pero eluden que ambas fórmulas, sumadas, garantizan un triunfo oficialista.
Esos elementos ‘foráneos’ que operan en la interna bonaerense, por ahora, favorecen al bigote más famoso de la política actual. Con sus charlas diarias con los periodistas, su criollismo, dichos campechanos y sus libros, Aníbal suma y las encuestas lo registran. Lo apoyan estrellas de rock y hasta de Diego Maradona, además de una buena parte del aparato K.
Enfrente, Espinoza, candidato a vice de Domínguez, calculó que el 90 por ciento de los intendentes bonaerenses apoyan a su fórmula. Incluso se animó a dar ya por saldada la interna. “Nosotros subimos, Aníbal baja”, explicó. Y Julián exhibió un apoyo que debe haber golpeado al sector más K: un video con el respaldo de Estela de Carlotto, una bonaerense notable finalmente.
Para la prensa en general, el corazón de Daniel Scioli está con la fórmula PJ Puro, incluso participó de actos y caravanas. Lo mismo se adjudica nada menos que al Santo Padre, Francisco, que recibió a Domínguez en Roma. Prudente, Julián siempre responde, “el Papa no vota”, pero el impacto queda.
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