El oficialismo apuesta a repetir las primarias de 2011, aunque la gestión nacional sufre el desgaste. La UCR critica el acuerdo de Busti y De Ángeli.
El martes el oficialismo presentó a sus candidatos en Villaguay, ante dirigentes y militantes del peronismo kirchnerista. El único orador fue el gobernador Sergio Urribarri, lo que resulta lógico en el marco de la campaña que imaginó el urribarrismo, con el mandatario en el centro de la escena, poniendo a consideración de los entrerrianos su gestión y la nacional para intentar definir las cosas, si fuera posible, en agosto.
Para conseguir el efecto buscado debería imponerse por tanta diferencia que parezca que la elección de octubre ya no hace falta. Eso fue lo que logró el urribarrismo en las primarias de 2011, cuando consiguió que en la interna del Frente Para la Victoria (FPV) votaran 314.000 personas frente a 90.000 que votaron en la del Frente Progresista Cívico y Social, que salió segundo.
Es claro que las elecciones de medio término no resultan tan sencillas para los oficialismos, y que para encarar esta elección, el partido gobernante debe postergar cualquier tipo de interna. En ese sentido, hubo mensajes de Urribarri en Villaguay alertando sobre la necesidad de “jugar todos”, es decir, sostener en la campaña a todas las gestiones, tanto nacional como provincial y las municipales.
Concretamente, lo que quiere abortar el gobernador es la posibilidad de que algún sector del oficialismo decida desentenderse del compromiso electoral, especulando con que si en la provincia el resultado es claramente favorable, una derrota en una localidad determinada pueda ayudar a posicionar mejor a ese sector con vistas a 2015.
Ya se dijo que las listas que armó Urribarri tienen su sello personal y no proyectan a nadie hacia 2015. A nadie, excepto a él, que será quien pondrá en la mesa grande del kirchnerismo el resultado de octubre. No es lo mismo sentarse a esa mesa con un triunfo holgado, que con uno ajustado, y menos aún con una derrota.
“Esta elección que viene es clave. Nosotros hemos empezado hace cinco años, no solo una manera de gestionar distinta, también una manera de hacer política distinta”, explicó en el cónclave. Postergar las peleas locales y trabajar en conjunto es, entonces, la consigna hacia adentro.
La necesidad de generar el mayor efecto ganador en agosto también resulta un resguardo frente a la suerte del gobierno nacional, que sufre el desgaste propio de una campaña virulenta, especialmente en la pelea con los grupos periodísticos opositores.
El oficialismo enfrentará a la interna a la agrupación Basta (Bastión Socio Político de los Trabajadores Argentinos) que lleva como candidatos a senador nacional a Héctor Maya y a Aníbal Vergara como candidato a diputado.
Basta será el sparring del oficialismo. Las chances de triunfo de Maya y Vergara son terriblemente escasas.
Es más, por plantear una postura contraria al gobierno nacional, podría pensarse que Maya se equivocó de interna al inscribirse en la del Frente Para la Victoria.
Hilo conductor
Tanto el grupo de Maya como los integrantes de la lista radical y de Unión por Entre Ríos (UPER) priorizan claramente los contenidos nacionales de la agenda de la campaña. Esto tiene lógica, no solo porque se eligen legisladores nacionales sino porque además el oficialismo provincial es parte del nacional. Pero más allá de esto, en la necesidad de mostrarse como mejores exponentes del voto opositor, seguramente ambos sectores irán incrementando sus críticas al urribarrismo.
Por lo pronto, el radicalismo ya comienza a explicar que es opositor “siempre, y no de a ratos”. Así se vio en Gualeguaychú, cuando los candidatos radicales fueron presentados junto a Elisa Carrió y el senador nacional radical por Jujuy, Gerardo Morales, quien arremetió contra la primera candidata a diputada nacional de UPER, Cristina Cremer.
Al parecer, los radicales apelaron a un visitante para que criticara -con un argumento previsible- a la esposa de Busti: fue candidata del FPV hace cuatro años. Está claro que su visión del gobierno nacional pudo haber cambiado en este tiempo, pero lo que no terminó de explicar Morales es que antes, en 2008, Busti y su esposa habían estado en la vereda crítica del kirchnerismo a raíz del conflicto del campo, y luego acordaron una lista con Urribarri y los dirigentes kirchneristas locales.
“La primera candidata de (Alfredo) De Ángeli fue en 2009 con el Frente Para la Victoria y no sé en qué bloque se integrará ahora”, indicó el jujeño.
A De Ángeli también lo tuvo presente el candidato a senador nacional de la UCR, Atilio Benedetti, quien repitió antes varios micrófonos que el dirigente ruralista eligió competir en “la interna del justicialismo” en vez de representar a los sectores de la producción de donde proviene.
La alusión de Benedetti busca “facturarle” al Torito De Ángeli su acuerdo con el exgobernador Busti, quien se sabe, fue el mentor de Urribarri. Además, claro, de intentar con esto a que el voto de los sectores agropecuarios sea para el radicalismo, como ocurrió en 2009; y no se vaya tras la propuesta del ruralista, que fue impulsado a la arena política por Mauricio Macri.
La relación con el macrismo es uno de los elementos que no aparecen en la campaña del ruralista. No hay referencias a ello en sus partes de prensa, en los que tampoco se menciona mucho a los otros candidatos del sector, con los que incluso se muestra poco.
La campaña parecía transitar por carriles separados. Por un lado Busti, su esposa y Luis Leissa (Nuevo Espacio), y por otro De Ángeli. Al menos hasta el viernes, cuando se vio al ruralista abrazado al exgobernador en Concordia, en una disertación de Julio Bárbaro.
Lo que está claro en la campaña de De Ángeli es que intenta una diferenciación respecto de la figura que le valió su mayor fama, en tiempos en que gozaba de las cámaras de los principales canales porteños cuando reclamaba contra las retenciones y sostenía los cortes en las rutas. En su nueva postura, el dirigente intenta aparecer menos confrontativo, y de ser posible conciliador y con propuestas.
La relación de De Ángeli con el macrismo no deja de plantear incógnitas, ya que si bien se sabe que el ruralista vive esta postulación -y el resultado de octubre- como un indicio de sus chances para pelear la Gobernación en 2015; no se sabe bien con qué sector lo haría.
Claramente el PRO tiene dificultades para armar listas propias en varias provincias, una de ellas Entre Ríos. Pero tampoco se sabe qué duración tiene el acuerdo con el bustismo, que seguramente para 2015 podría tener otros planes. El armado parece responder más a la necesidad de ambos dirigentes que a una coincidencia plena. Muchos recuerdan lo que Busti explicaba en 2009, cuando apoyó la lista del FPV, señalando que era producto de la unidad en la diversidad. Ahora la diversidad es De Ángeli.
“Más allá de nuestras saludables diferencias, cada uno de los que conformamos este espacio conservamos intactas nuestra identidad. Los entrerrianos deben tener la seguridad que esta alternativa llevará adelante su programa en el Congreso de la Nación”, explicó el viernes el ex gobernador, aludiendo por elevación a la dirigencia oficialista.
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