Los socios de la empresa, David Curtidor, y Fabiola Piñacue, denominaron a la empresa Coca Nasa en 1998, en homenaje a una comunidad indígena del Sur de Colombia.. El objetivo de su negocio fue desestigmatizar a la hoja de coca, cultivo utilizado históricamente por las comunidades de forma medicinal y ceremonial, y mostrarle al mundo la otra cara de la hoja de coca.

Sus productos no pueden compararse con la cocaina que requiere para su producción el uso de solventes y procesos químicos para la pasta que luego puede ser reducida a polvo. Sin embargo, desde la década de los sesenta, la hoja de coca se ha convertido en un símbolo de violencia, muerte y adicción.

En 1961, un Tratado prohibió la distribución de productos con trazas de la planta, pero se permitió la venta de la hoja internacionalmente siempre que se destile el alcaloide para producir agentes saborizantes, uno de los cuales es usado en la elaboración de la Coca-Cola. Para los socios de Coca Nasa, esto fue totalmente arbitrario porque se les prohibía a ellos producir bienes a partir de la hoja de coca que es una herencia cultural y se permitía a la Coca-Cola Co. continuar usando el saborizante a base de la misma materia prima.

Ese agente saborizante fue un ingrediente primario de la Coca-Cola al inicio del siglo XIX, pero posteriormente ha sido descocainizado y manufacturado en los Estados Unidos para ser usado como saborizante. Esto significa, en propias palabras de la DEA, que la bebida gasificada no contiene cocaína ni ninguna sustancia dañina.

La disputa empezó en 2007, cuando a pedido de la International Narcotics Control Board se suspendió la venta de Coca Sek Energy porque la bebida energética infringía el Tratado de 1961. Sin embargo, Coca Nasa apeló la prohibición y ganó. Desde esa fecha lo mismo ha ocurrido con la Coca Pola y otros productos por los cuales Coca-Cola Co ha entablado nuevas disputas.

Coca Nasa ha respondido con una comunicación a la transnacional preguntándole quién le ha dado derecho a apoderarse de la denominación "coca" en su marca, cuando esta corresponde a una herencia cultural de ese país. Ante la falta de respuesta, Curtidor ha pedido la intervención de la Agencia de Propiedad Intelectual.

Hasta la fecha la transnacional ha ganado todas las disputas que ha entablado por denominaciones que se asemejan a cualquiera de sus marcas insignia, pero no se sabe qué puede ocurrir en este caso.