El diputado Gustavo Vignali presentó un proyecto de declaración a través del cual señala la importancia de que el Poder Ejecutivo provincial, por intermedio de la Dirección General de Cultura y Educación, establezca protocolos en las escuelas bonaerenses a fin de reducir el acoso escolar de manera sistemática.
Se trata de una iniciativa que toma como parámetro la experiencia del programa KiVa creado y aplicado por la Universidad de Turku, en Finlandia, y cuyos resultados fueron tan significativos que motivaron su reproducción en distintas partes del mundo, incluyendo la provincia de Buenos Aires.
KiVa (cuyo nombre es una abreviatura de la palabra finesa “Kiusaamista vastaan”, que significa amable y agradable) está enfocado en trabajar en la prevención del bullying, en actuar antes de que se produzca el problema. Por ello su aplicación hace hincapié, sobre todo, en el Jardín y la Primaria para que los chicos adquieran los buenos códigos de conducta desde una edad temprana.
De esta manera -través de manuales, videojuegos, reuniones, trabajos y charlas con los padres- dicho programa contempla acciones universales, que son de prevención, y focalizadas, de intervención. Las universales se dirigen a todos los alumnos del colegio y pretenden influir en las normas de convivencia del grupo reforzando los valores.
Las focalizadas, a diferencia de otros métodos que a la hora de intervenir se centran en la víctima y el acosador, son planes de acción que intentan cambiar las normas que rigen al grupo. Previenen que ocurran nuevos incidentes, minimizan los efectos negativos del acoso y mejoran la convivencia escolar.
KiVa se centra también en esos chicos que no son acosadores, pero sí testigos: los que observan, los que se ríen -reforzando la acción del victimario- y aquellos que no están de acuerdo pero aun así callan.
Por eso, los expertos en el programa aseguran que "si el que se ríe deja de hacerlo, es un gran paso. Si el que se queda callado pero no está de acuerdo se anima a intervenir o a pedir ayuda a un adulto, es un cambio positivo. Y siempre se trabaja con los alumnos desde la posibilidad, no desde la imposición”.
En lo que respecta a su aplicación en nuestro país (que lidera los rankings de bullying de la región, según un informe reciente de Unicef) las experiencias son escasas. Por el momento la única escuela pública bonaerense en utilizarlo es la Primaria N° 5 Bernardino Rivadavia, de la ciudad de Campana. No obstante, los encargados de la implementación en los países de habla hispana, enfatizan que KiVa es viable debiéndose considerar ciertas variables argentinas a él, haciendo una buena planificación, un análisis del contexto y de las necesidades específicas existentes.
“El bullying es una de las adversidades más severas que enfrentan los chicos en las aulas, ocasionando en las víctimas consecuencias negativas tales como ansiedad, depresión, soledad, baja autoestima y dificultad para confiar en otras personas a lo largo de la vida. Participar de un escenario de maltrato es nocivo para cualquiera, y quien en cierto momento es agredido o simple observador puede, en una futura ocasión, tomar el rol de agresor”, detalló el diputado Gustavo Vignali, fundamentando la necesidad de que nuestras escuelas cuenten con un protocolo de actuación, como el que ofrece el programa KiVa, cada vez que se presenta un caso de bullying.
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