El diputado provincial del GEN-Progresistas, Jorge Santiago, presentó una iniciativa que plantea desarrollar el Programa Pro-Huerta del INTA, y capacitar a las personas privadas de la libertad en las cárceles bonaerenses.
El proyecto de Declaración que Santiago ingresó recientemente en la Legislatura Provincial, sugiere a la gobernadora María Eugenia Vidal que arbitre los mecanismos necesarios “para la implementación de programas destinados a la creación y mantenimiento de cultivos frutihorticolas, dentro de los centros de reclusión, disponiendo de las tierras ociosas que se encuentren en las mismas y sean útiles para desempeñar tal labor”.
El diputado rojense fundamentó que “el proyecto de laborterapia en las personas privadas de libertad, apunta a la formación de un oficio cuyo horizonte de oportunidades busca no solo en algo específico, sino que además promueve y desarrolla la cultura del trabajo, el desarrollo integral, el crecimiento personal y comunitario”.
En su rol de Vicepresidente II de la Cámara baja Provincial, Santiago destacó el Programa Pro-Huerta del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), que se dedica a capacitar en huerta orgánica en centros de reclusión. “En Corrientes, la Agencia de Extensión Rural de INTA viene trabajando desde 2014 con el Penal N° 1, y también en la Unidad Penal N° 6, de San Cayetano”.
Santiago, que representa a los bonaerenses de la Segunda Sección, precisó que en el caso del penal correntino “existen cinco huertas, que cubren una superficie aproximada de 300 metros cuadrados, en donde se realizan también plantas ornamentales y multiplicación de plantas medicinales; y en el caso de San Cayetano, el emprendimiento comenzó con una huerta bastante grande, donde al principio participaban alrededor de 7 internos y actualmente llegan a 11 personas; trabajan entre 3 a 4 horas diarias en turno mañana, vaya o no el técnico y siempre y cuando las condiciones del tiempo lo permitan”.
Asimismo, el diputado Santiago citó en su iniciativa un ejemplo europeo: “en diversas prisiones españolas, los reclusos cultivan huertos ecológicos o se forman en empleos verdes. El Centro Penitenciario de Córdoba, España, fue en el año 2000 el pionero en apostar por la formación medioambiental. Y en 2006, gracias al respaldo de la Diputación Provincial, la iniciativa, bautizada con el nombre de Aula de Naturaleza, dio el salto y se convirtió en el proyecto CEPEL (Hacia un proceso de Centros Penitenciaros Ecológicos)”.
Por último, Santiago consideró que a partir de los resultados que demuestran experiencias citadas “resulta fundamental que se comience a llevar adelante un proyecto en los espacios de la Provincia de Buenos Aires, así los internos trabajan, aprenden y se relacionan en el espacio vivo y cambiante, donde antes sólo existía la nada. Olvidan que son personas privadas de la libertad y viven momentos de crecimiento personal, ya que aprenden no sólo de plantas, sino a relacionarse de forma más humana”.
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