Ante representantes de la colectividad judía local, la presidenta dijo que Brasil defenderá derechos humanos en todo el mundo.
El discurso de la presidenta ante la influyente Confederación Israelita de Brasil (Conib) fue interpretado como un cambio de la política exterior brasileña hacia Teherán, tras los fuertes lazos forjados por Lula con el presidente Mahmud Ahmadinejad. De esa forma, Rousseff se distanció del régimen que condenó a muerte a mujeres por adulterio –como es el caso de Sakineh Ashtianí– y también negó el Holocausto.
Durante el acto, Claudio Lottenberg, presidente de la Conib, se mostró feliz “al saber que la presidenta Dilma Rousseff tiene hoy una posición diferente de la sostenida por el presidente Lula en el pasado”. En la primera entrevista que concedió Rousseff, tras asumir su cargo, la presidenta le había revelado a The Washington Post que cambiaría la posición de su país hacia Irán, en una señal hacia Barack Obama, que la visitará en marzo de este año.
Abocada a una intensa agenda exterior, Rousseff también le envió ayer una carta al presidente de Italia, Giorgio Napolitano, en la que afirmó que son “injustas” las manifestaciones en contra del gobierno brasileño por la negativa a extraditar al ex activista italiano Césare Battisti. En la misiva, Rousseff afirmó que el caso Battisti es una “divergencia jurídica” que no afectará las relaciones entre Italia y Brasil. El 31 de diciembre, Lula decidió no extraditar a Battisti, detenido en Brasil desde 2007, reclamado por Italia por cuatro homicidios cometidos en los 70, cuando el italiano formaba parte del grupo Proletarios Armados por el Comunismo
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