En un sistema político donde la regla es el internismo, un cierre de listas como el que se avecina el próximo sábado es mucho más relevante que un simple “espectáculo” de políticos peleándose por cargos como suele suponerse.
El Frente de Todos, Juntos por el Cambio y el Frente Amplio Progresista, los tres espacios que dominaron la escena santafesina en los últimos 20 años, inician la disputa por 9 bancas de diputados y 3 de senadores. Acá información y análisis sobre las negociaciones en trámite y lo que está en juego, lo cual no implica ignorar que hay al menos otros cinco frentes que competirán, algunos con referentes conocidos, como el ex ministro y diputado nacional Luis Contigiani o el diputado provincial Carlos del Frade, entre otros.
La novedad de los últimos días fue el regreso del Frente Amplio Progresista, que es el Frente Progresista Cívico y Social con todos sus partidos más Igualdad pero sin la UCR, que no es lo mismo que sin radicales. Los Radicales Libres se quedaron como los últimos mohicanos, a diferencia del NEO que lideran Maximiliano Pullaro y Felipe Michlig, que tras la muerte de Miguel Lifchitz migraron a Cambiemos encandilados por la promesa de una grieta que en teoría repartirá votos entre dos y no en tres.
El FAP –sello con el que Hermes Binner salió segundo en la presidencial de 2011– tiene destino de interna entre un espacio armado en torno al intendente Pablo Javkin con Rubén Giustiniani precandidato a senador y otro con eje en el socialismo con Clara García enfrente.
En términos generales al espacio le puede resultar conveniente teniendo en cuenta que la interna de Juntos por el Cambio, con tanta oferta y disputa podría vaciar de votos a otros espacios no peronistas en las Paso. Pero la realidad es que las Paso serán definirán liderazgos partidarios y roles dentro de esta coalición.
La inscripción del FAP no fue la única novedad de los últimos tiempos. Los precandidatos a senador que competirán lo son también. Rubén Giustiniani promovido por el intendente Pablo Javkin y Clara García por el socialismo.
La diputada y viuda del ex gobernador Miguel Lifschitz esta semana hizo sesiones de fotos con 120 candidatos de toda la provincia. No es un dato de color sino un correlato de las 160 listas de concejales y presidentes comunales que el PS presentó en toda la provincia. Un número que cuadriplica como mínimo a cualquiera de los otros socios del FAP. La candidatura de Clara García no es por una banca más o una menos, es la disputa por ese capital político al que todos le bajan el precio después de la seguidilla de pérdidas que sufrió esa fuerza, empezando por las las derrotas electorales de 2019 en la provincia y la ciudad y siguiendo por la vida de Lifschitz.
Las urnas ordenarán algunas cuestiones. Javkin repite que esperaba y necesita más acompañamiento del PS; el socialismo reconoce que hoy es otro partido el que tiene el gobierno de Rosario, pero también pretende que se valore que no es un partido cualquiera.
Javkin repatrió a un viejo conocido de los socialistas –que se fue o lo echaron, pero nunca se desafilió– como Rubén Giustiniani y es muy probable que sume al sector Bases, que lidera Eduardo Di Pollina (el lunes oficializará ante la conducción del PS cuál es su decisión). Dos antiguos socios del partido de la rosa que, juntos o por separado, le disputaron poder interno a Héctor Cavallero, Hermes Binner, Antonio Bonfatti y Miguel Lifschitz y hoy vuelven a compartir un espacio electoral.
Javkin dijo esta semana al portal Letra P que “probablemente no” haya un escenario de tercios en la elección de diputados y senadores de Santa Fe, lo cual acota el rol electoral del FAP a una formalidad. Es un escenario posible si se tiene en cuenta que el país marcha a una elección binaria, pero no todos los consultores están convencidos, al menos hoy, de que no haya lugar para un tercer espacio con cierto protagonismo en las urnas santafesinas. También elogió la candidatura de Facundo Manes en Buenos Aires, probablemente trazando una línea a futuro.
Frente de Todos
El Frente de Todos tiende a alinear a todo el peronismo en las provincias donde gobierna para fortalecer el bloque gobernante como una unidad. De ahí que la prioridad sea evitar internas y competir con listas únicas que expresen de forma unívoca la acumulación en torno al proyecto nacional cuyos líderes son el presidente y la vice. La excepción es Córdoba, donde el gobernador Juan Schiaretti juega su propio partido.
En Santa Fe, la lista única es el plan A, pero está atravesado por tensiones que hacen que una interna no esté 100% descartada a sólo 6 días de la inscripción. La controversia gira en torno a la figura de Roberto Mirabella, el elegido del gobernador Perotti para encabezar la boleta a senador nacional, que es como decir la cara de la oferta electoral del Frente de Todos en Santa Fe.
El gobierno no quiere a Mirabella en ese lugar. Hace 72 horas, el responsable de uno de los despachos más importantes de la Rosada, se lamentó: “Si el gobernador no entiende razones habrá que ir a internas”. ¿Cuáles son esas objeciones?
Una es que al ser Mirabella el candidato del gobernador se corre el riesgo de provincializar la campaña, o al menos dispersar el eje de la disputa electoral. Hace sólo días desde su Twitter Mirabella saludaba y bendecía a los candidatos de pueblos y ciudades del espacio Hacemos Santa Fe. “Si querés ser el candidato a senador de todos no podés trabajar para vos y tu espacio y armarnos internas en todos lados”, graficó un kirchnerista santafesino.
Otra de las objeciones es que se trata de un dirigente que no sólo no es kirchnerista sino que le resultaría imposible ponerse el traje que demanda la ocasión, siendo una elección en la que Cristina estará en el centro de la escena por más que no sea candidata. No es que la oferta electoral será exclusivamente kirchnerista, al contrario; lo que no puede es darse el lujo de llevar candidatos que eviten el barro cuando la campaña salga del pavimento.
Una tercera razón es que el Senado es el núcleo de poder desde donde Cristina resiste a la oposición y las causas judiciales en su contra. Por lo tanto ese bloque mayoritario de senadores justicialistas, que ella unificó en 2019 cuando se instaló como presidenta del Senado, es el nervio más sensible de su construcción de poder. No hay lugar allí para grises como las vividas el jueves a la noche, en ocasión de sancionarse la ley de biocombustibles.
Es importante repasar el trayecto de esa ley. En octubre pasado el Senado dio media sanción a la prórroga del régimen vigente desde 2006, con el voto favorable de los tres senadores por Santa Fe. En la Cámara de Diputados y en el Ejecutivo cayó como una bomba porque no habían sido consultados. A la “picardía” inicial de Senado, Diputados respondió cambiando todo el proyecto y, sobre todo, con una redacción que afecta intereses del polo agroexportador de soja y derivados del Gran Rosario, al que veía detrás de la media sanción del Senado. Todo esto acompañado de un mensaje: el garante de los alcances y la suerte del proyecto era Máximo Kirchner, con el rossista Germán Martínez y el camporista Marcos Cleri como articuladores en Santa Fe. Como se adelantó en este espacio meses atrás: Cristina no iba a tumbar en el Senado lo que su hijo Máximo armó en Diputados. La senadora María de los Ángeles Sacnun, alineada con la vice, entendió ese mensaje. Mirabella –seguramente desde sus convicciones, las del gobernador y de los actores económicos que pierden participación en el negocio regulado– evitó el voto en contra (que días antes era el plan) y se abstuvo, no sin antes explicitar su desacuerdo y marcarle la cancha al secretario de Energía de la Nación en relación a la reglamentación del biodiésel. No es difícil intuir que ese desmarque nada silencioso profundiza las desconfianzas con el kirchnerismo. ¿Desconfianza a qué? A que el perottismo se sume a otro proyecto nacional para confrontar con el gobierno nacional, si es que eso ocurre en el futuro.
Para más dramatismo, Mirabella confió que si no encabeza la lista de senadores no será candidato porque significaría que desautorizaron al gobernador para elegir nombres en su propio distrito. Y en ese caso, se intuye, la suerte de la campaña ya no será responsabilidad del gobierno provincial. Si ni Cristina, el presidente y Perotti quieren una interna, el desafío es encontrar una fórmula que contenga a todas las partes.
Además hay otro problema que no es sólo de Mirabella, sino de todo el peronismo. Mirabella por Perotti o Sacnun como la elegida de Cristina tienen muy bajo nivel de conocimiento. Ninguno de los dos suma como candidato, y esa es una ventaja que se les regala a los adversarios, porque la escudería Frente de Todos, y los gobiernos nacional y provincial, no están en un momento electoral expansivo, sino más bien lo contrario. A eso hay que sumarle la existencia de encuestas que ven posible un escenario de tres, o al menos de tres con un tercio un poco más abajo. Lo prudente para el oficialismo es jugar a garantizarse al menos una banca en el Senado.
Esto es parte de lo que el presidente y Omar Perotti conversaron semanas atrás en el mano a mano que tuvieron en Olivos y fue ahí cuando Fernández sugirió ampliar la búsqueda a nombres que partan de un piso de votos. Mencionó a su ministro de Defensa Agustín Rossi, que para el perottismo es como haberle nombrado a Mandinga. Flota todavía aquella frase del intendente de Rafaela, perottista hasta la médula, después de la interna de 2017 que Rossi le ganó a Rodenas: “En Rafaela no vamos a hacer campaña por Rossi”. El perottismo asume que el ministro de Defensa lo pone en contradicción con su propia base electoral, a pesar de que llegó a la Gobernación gracias al kirchnerismo.
Curiosamente el otro nombre consultado fue el de la vicegobernadora Alejandra Rodenas.
Ese mismo déficit de conocimiento de Sacnun y Mirabella mantiene expectantes a Marcelo Lewandowski y Roberto Sukerman, dos nombres probados en las urnas de Rosario. Hay que tener en cuenta que Mirabella estaría debutando como candidato nada menos que por la senaduría (siempre su rol fue de armador político mezclado en boletas sábana) y Sacnun irrumpió en escena hace 6 años como segunda de Perotti para el Senado.
PRO y radicales
Rodríguez Larreta no puede prescindir de Mauricio Macri pero necesita correrlo al rincón menos visible. Llegó su tiempo de hacerse cargo de las decisiones y el armado. Impuso su voluntad de que Santilli vaya de CABA a provincia de Buenos Aires y la ex gobernadora Vidal vuelva a competir por la Ciudad. Visto desde el resto del país es un despropósito que distorsiona todo el sistema de representación. ¿Pero quién podría decirle algo a Larreta? ¿Macri que la mandó a Vidal a ser gobernadora? ¿La chaqueña Lilita?¿Los santacruceños que ampliaron su base de representación instalándose en Buenos Aires?
También acá Juntos por el Cambio tiene legisladores y candidatos que no viven en Santa Fe hace años, como el caso de Luciano Laspina, Jorge Faurie, Amalia Granata en la lista que lidera el vice del partido Federico Angelini, y la periodista radical Carolina Losada en la de Mario Barletta.
A diferencia del peronismo donde parece haber nombres detrás de la cortina, radicales y macristas salieron todos a la cancha. No faltan quienes dejan entornada la puerta: ven que aún es posible que de los cuatro espacios definidos, esta semana haya fusiones que reduzcan la pelea a tres o incluso dos.
La interna de este sector arrancó con pronóstico de tormentas. Hubo duros cruces y acusaciones en la semana entre el precandidato a senador Federico Angelini y Losada, al precandidata que trajeron Julián Galdeano y Mario Barletta. Ninguno se concedió nada. No se trata de quién tiene más razón. Se dieron tan duro incluso antes de empezar la campaña que entre los otros espacios empezaron a sospechar si no es la instalación de la grieta y la polarización dentro de la interna para invisibilizar al resto. Por la dudas, el tamden José Corral-Roy López Molina se subió al tren, no como contendiente sino para tomar distancia de la “riña de gallos” y calificar de vergüenza ese altercado.
Otros dicen que en realidad lo que está en disputa en la interna es si gana el ala dura que encarnan Macri y Patricia Bullrich con Angelini como candidato o las listas menos agrietadas armadas con radicales.
En ese escenario, Angelini parece ser el candidato que todos quieren vencer. Su fortaleza: es el oficialista que tiene el respaldo de Macri, Bullrich y Larreta, precozmente estampado en gigantografías en la vía pública. No armó como hubiera querido, pero tendrá acceso a recursos, estructura y corre con el caballo del comisario. Su debilidad: el desgranamiento que sufrió en los últimos tiempos a causa de que perdió capacidad de contención desde que no es el hombre del gobierno nacional en Santa Fe. Germana Figueroa Casas, Ana Laura Martínez, Gabriel Chumpitaz y mucho antes que eso Roy López Molina estarán en las listas de sus adversarios internos, armadas desde o con el radicalismo. Consiguió –dicen que con una mano de su ex adversario, el santafesino aporteñado Álvaro González– sumar a Amalia Granata, pero resultaron inocuos los insistentes llamados del armador porteño PRO Eduardo Maquiavelli para que Martínez o Figueroa Casas vuelvan al redil amarillo.
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