La gestualidad del Presidente hacia el ex ministro Guzmán sacudió al bloque de CFK y Massa, que califican ese período como el borde del abismo. Las charlas sobre “el 2024”, el FMI, los dólares y la autocrítica.
Por Leandro Renou
No hay candidatos, ni pre candidatos más allá de los rumores o algún posicionamiento personal. Pero el Frente de Todos partió aguas sobre el modelo económico a seguir y a ofrecer en las elecciones PASO. Es ese punto, creen en el albertismo, cristinismo y massismo, lo que debería configurar una unidad que funcione y garantice un piso del 30 por ciento del peronismo de cara a una segunda vuelta electoral. Naturalmente, según confiaron a Página I12 fuentes de las tres patas del FDT, la amalgama se complica cuando está rota la cúpula y se demora una reunión cara a cara de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa para definir el modelo, la idea, más allá del candidato. En el Gobierno creen que tienen a favor, aún en este contexto, el cálculo de los encuestadores que observan una elección de tercios en la que el liberal Javier Milei le está generando a Juntos por el Cambio un problema serio de cara a las primarias. Pero el escenario de indefinición interna complica cualquier estrategia y todos apuntan que para fines de abril este escenario tiene que quedar claro para definir los candidatos.
Hay un hecho puntual que generó malestar directo de Sergio Massa y fueron las reuniones que funcionarios nacionales tuvieron con el ex ministro de Economía, Martín Guzmán, en su reciente visita a los Estados Unidos. Al ex funcionario lo quieren poco en el massismo y cerca de CFK porque, entienden, representa un antes y un después en el modelo del FDT y, sobre todo, observan que el Presidente parece aún ponderar su gestión al frente de Hacienda, lo que entra en contradicción con los avisos que Massa y CFK hicieron de lo que ocurriría con los ingresos, el crecimiento y el acuerdo con el Fondo Monetario (FMI), sobre el que ambos insisten en que mintió en los puntos centrales e incumplió promesas que había garantizado.
Hace unos días, en un bar de Nueva York, el canciller Santiago Cafiero, hombre de extrema confianza de Alberto Fernández, se juntó con Guzmán a tomar una cerveza en el marco de la gira oficial para la bilateral con Joe Biden. Cuentan que el pupilo de Nobel Joseph Stiglitz estaba dando clases a 10 cuadras del lugar donde paró la comitiva oficial y acordaron verse. La novedad fue un baldazo de agua helada para Massa: “Puso sus contactos y relaciones de 20 años en los Estados Unidos para resolver y hacen una reunión con Guzmán, que es el que armó el lio en el que estamos”, apuntaron fuentes de su entorno. Todo esto se daba mientras Massa le mostraba a Juan González, mano derecha de Biden en América Latina y un viejo amigo del tigrense, una serie de videos con el impacto de la sequía y otros problemas derivados. Un tape que el propio González le entregó en mano a la Dama de Hierro del gobierno de Biden, la titular del Tesoro, Janet Yellen y con el que Massa buscaba cambiar ejes del acuerdo con el FMI que firmó su antecesor.
Filtraciones y ruido
Lo más raro fue que un rato después de esa cerveza volvió la dinámica de los off de la política y se filtró que Cafiero había puesto a Guzmán al teléfono con el Presidente. “No es cierto”, dijeron a este diario fuentes de la Casa Rosada, lugar observado por filtraciones recientes de este tenor. Lo real es que Cafiero se vio al menos tres o cuatro veces con Guzmán desde su estruendosa salida del ejercicio. Todas fueron en su despacho en el Palacio San Martín y al momento de su renuncia le expresó su malestar por haberlo hecho y sus maneras.
También hay otros funcionarios que se ven seguido con el ex ministro de la Producción, Matías Kulfas, con quienes también manifestaron diferencias CFK y el propio Massa. Esto también confunde a los que creen que el FDT precisa urgente buscar un norte, una idea nueva, más allá de los candidatos, y no vender como un éxito el modelo económico que derivó en la llegada de Massa. Un dato: la teoría del festival de importaciones que lanzó CFK en un discurso fue producto de datos compartidos con Massa sobre la gestión del comercio exterior de Kulfas y, sobre todo, del rol de la AFIP que por entonces conducía Mercedes Marcó del Pont. “Ahí empezó el tema de la fuerte pérdida de reservas” del Banco Central, agregaron.
Nadie cerca del canciller cree, de todos modos, que este hecho de la cerveza con Guzmán configure una situación de aval político al modelo previo a Massa. El problema radica en que no son pocos, y no solo es Massa, que sí ven que para el albertismo no está superado el factor Guzmán. “Hay que ver qué hacemos con el tema de la inflación y la inseguridad”, aseveran cerca del Presidente, donde piden correr del eje los debates netamente políticos y de internas. Algo de eso deslizó el propio Fernández en una nota en Youtube con el periodista Tomás Rebord.
Algunos en Balcarce 50 van más allá. “Lo que hay que debatir es que línea económica tienen los que quieren jugar en la interna, cuáles son los economistas que consultan Scioli o Wado de Pedro”, relataron ante la consulta de este diario. No gusto, por caso, que Scioli ya haya empapelado la provincia de Buenos Aires con afiches propios. “Si dice que es el candidato de Alberto, se achica, tenemos que ampliar el espacio, no achicarlo”, resumen.
Guzmán y el FMI
Cerca de Guzmán desconocen que haya hablado con el Presidente. En consideraciones por lo menos curiosas no dan detalles de qué pasó con los encuentros antes mencionados. También guardan bajo siete llaves las veces que habló con Fernández desde su salida. Cerca del presidente, de todos modos, aseguran que desde hace tiempo no charlan y niegan que Fernández le avale todo lo actuado.
Lo cierto es que, aún con sus diferencias ya expresadas por ellos mismos, el cristinismo y el massismo coinciden en la bronca con Guzmán y sus contactos con el Gobierno: “Nos dejó al borde de ver quién asumía la Asamblea Legislativa y estamos administrando como podemos ese caos”, aseguran. Eso explica, además, por qué en el kirchnerismo no hay críticas a los resultados económicos de Massa (inflación, pobreza) y sí una defensa a lo que entienden como un proceso de estabilización de un Gobierno que estaba al borde del colapso aquel sábado por la tarde en el que Guzmán dimitió en un mensaje por Twitter mientras la vice daba un discurso en el Conurbano.
“El mayor daño se lo hizo, además, al Presidente”, cuentan las mismas fuentes que creen que Fernández no está poniendo sobre la mesa los errores económicos de los tres cuartos de gobierno de Guzmán en Hacienda. Vale decir que, más allá de las críticas, Guzmán ejecutó la política económica casi todos los meses de la pandemia, con la economía cerrada y herramientas acotadas. Pero el acuerdo con el FMI es para Massa y CFK el problema central que condiciona el modelo: el dilema es ver la manera de tomar una determinación tajante con los vencimientos o bien, al estilo Massa, buscar perdones y avales políticos de Estados Unidos para conseguir mejoras en algunos puntos.
A ciencia cierta, la política de inflación e ingresos está muy atada a ese pacto, que obliga a un ajuste del gasto, ergo, la población pagará los efectos que deja de pagar el Estado (subsidios y asistencia). Allí radica un punto de choque. Cuentan que Massa le pidió expresamente a Guzmán que cerrara antes el acuerdo. A lo que el ministro respondió que buscaba un acuerdo mejor. Tanto cerca de CFK como de Massa afirman que, en diferentes reuniones, el ex ministro dio por hecho el descuento del dinero de la sobretasa (penalización por la deuda millonaria que tomó Macri) y otros puntos que, finalmente, no aparecieron en el acuerdo final. En este escenario de condicionamientos internos el FDT busca definir su nueva identidad y, luego, quiénes y cuántos la representarán.
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