Con la llegada del Chacho Coudet como director técnico, el equipo intenta llevar a la práctica otra forma futbolística. Un análisis de algunos de esos puntos nuevos.
Desde el mismo momento en que se nombró a Eduardo Coudet como nuevo entrenador de Rosario Central, pero especialmente a partir del armado del actual plantel, comenzó a gestarse una idea sobre algunas diferencias en el plano futbolístico con respecto a lo que se había visto en el último semestre con Miguel Angel Russo. Lejos está la primera presención, al menos por ahora, de establecer si un modelo es mejor que el otro, pero sí resaltar algunas diferencias. Es que desde que se inició la pretemporada comenzaron a aparecer algunos conceptos, que ya en el amistoso frente a Montevideo Wanderers, pero básicamente en el encuentro frente a Racing. Ahí se vieron traducidos en el campo de juego, lo que ya es un logro por tratarse del primer partido del campeonato. El cambio sustancial pasa por la postura ante la búsqueda del resultado. Por eso siempre se trajo a cuento eso de la presión, de la necesidad de recuperar la pelota lo más arriba posible y de una marcada intención de contar con una posesión del balón. Esos son los puntos esenciales, pero que para llevarlos a la práctica se requiere de diferentes posturas tácticas y futbolísticas.
Por abajo y menos pelotazos
Central venía de una partitura bien establecida, seguramente apuntalada por las características de muchos de sus jugadores. El pelotazo frontal (muchas veces se dijo que era para saltar la línea de presión) era una constante. Ahora se intenta buscar más por abajo. En la medida de lo posible se intenta la salida con pelota al pie. Porque cuando no se puede se apela a la búsqueda larga. Sin ir más lejos, ante Racing, sobre todo en el primer tiempo, hubo varios de esos envíos con la intención de buscar a Marco Ruben para que el centrodelantero reciba, aguante y descargue. Hoy, con mayoría de jugadores bajos y rápidos, esa postura de ir con la pelota contra el piso se potencia. Primero porque quienes actúan de mitad de cancha hacia adelante pueden ofrecer un buen trato del balón, pero también porque de nada serviría buscar por arriba a futbolistas como Cervi, Jonás Aguirre o José Luis Fernández, todos ellos de contextura física diminuta.
Mayor presión en tres cuartos
La velocidad que ofrecen la mayoría de los jugadores, más el desgaste que está capacitado para hacer Ruben, es una invitación a que el equipo intente presionar sobre la salida del rival. En ese punto, el tema parece bien estudiado. Es que no siempre se lleva a cabo una presión alocada. Muchas veces se espera de tres cuartos hacia atrás, pero en el momento en que uno sale a presionar el resto de los intérpretes también lo hace, básicamente los volantes internos como los que van por afuera. Vale el ejemplo de lo ocurrido en Avellaneda, cuando Ruben fue contra Sebastián Saja y más allá de que el despeje del arquero fue defectuoso, el gran mérito de Central estuvo en que en tres cuarto de cancha tenía varios jugadores al acecho. Por eso el rebote en Barrientos terminó con una aparición de Cervi, quien también estaba en zona de gatillo.
La posición del volante central
Aquel doble cinco (con distintos intérpretes) que era moneda corriente ya no es tal. Damián Musto, quien muchas veces salía a buscar a los rivales de mitad de cancha hacia adelante (Nery Domínguez era quien se retrasaba), hoy es prácticamente un zaguero más. Su función es mantenerse cerca de los centrales, oficiando de primer dique de contención. La principal deficiencia de esta apuesta aparece cuando el casildense debe recorrer más metros de lo estipulado. Y, generalmente, eso ocurre cuando los internos (como Barrientos y José Luis Fernández) no se acoplan al sistema defensivo. Ante Racing, Musto varias veces debió salir a cortar lejos y eso terminó en reiteradas infracciones para amonestación (si en el primer tiempo Pitana lo hubiese expulsado nadie hubiera podido reclamar absolutamente nada). No obstante, si el partido lo requiere el equipo puede pasar a jugar con doble cinco. Coudet lo ensayó ante Wanderers y en Avellaneda mandó a la cancha a Maximiliano González para reforzar ese sector.
Marcadores más contenidos
Por el esquema que se está utilizando, los marcadores de punta no tienen la vocación, o al menos la orden, de pasar tanto al ataque. Ya contra los uruguayos en el Gigante se vio a un Elías Gómez y, esencialmente, a Pablo Alvarez demasiados contenidos en las proyecciones. En Racing eso no cambió. Los dos estuvieron más pendientes de lo que podía ocurrir por sus bandas cuando el rival atacaba que por acoplarse tanto a Cervi como a Jonás Aguirre para desnivelar en la ofensiva. Claro que las características de estos jugadores son diferentes a las de Paulo Ferrari (habrá que ver cuando vuelva a jugar) y Rafael Delgado, quienes pasaban de manera más constante. Alvarez es un jugador de mucha personalidad, pero entre sus principales virtudes no figura el desborde y el desequilibrio en el área rival. Esto, si los externos no están en una buena jornada, termina siendo perjudicial, pero tal vez redituable para que los centrales no queden tan desprotegidos y no tengan que salir a cortar a los costados cuando los marcadores hayan trepado.
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