Es fácil saber que está llegando, porque la calma de desierto que reina en los pasillos del International Broadcasting Center se altera por unos segundos. Siempre hay alguna cámara esperándolo, periodistas de algún lugar del mundo para sacarle una declaración al paso o, simplemente, para hacerse una selfie con él.
El ritual se repite cada noche, a las 21.45, con la puntualidad que Diego Armando Maradona sólo le dedica a las cuestiones que le interesan o le gustan demasiado. Eso sí: él recorre en contramano las alfombras verdes de los pasillos, entre los estudios de machimbre sólo diferenciados por el logo en la puerta de los canales más importantes del mundo. Ingresa por la puerta trasera, porque si lo hiciera por la principal del gigantesco centro montado en Barra de Tijuca demoraría el doble de tiempo, hasta llegar a la oficina de la TV Pública, donde de las 22.20 conduce, junto con Víctor Hugo Morales, el programa "De Zurda", por Telesur y también por Canal 7.
"Perdoname, se me cortó la luz y me puse lo primero que encontré", me dice, mientras sus manos recorren, arriba y abajo, las solapas negras de satén de un saco que brilla en detalles engomados. Remera blanca de cuello redondo y pantalones también negros, que enmarcan una chuequera futbolera cada vez más evidente. Se ríe con ganas del chiste repetido una y mil veces y las cejas parecen juntársele con la boca. Está flaco, muy flaco. "Humm, en 75, 77, estaré", dice, como si no le importara mostrar el aspecto que tenía, por ejemplo, durante aquel esporádico paso por Newell's. Una metamorfosis más y van mil. "Estoy metiendo todos los días gimnasio, acá, y mucha cinta". Está chiquito, esmirriado. Tal vez por eso, más que entrar al estudio parece desaparecer en él, mientas parte de su equipo -Alejo, Walter, Sergio, el Tano Stefano- se queda a esperarlo en el pasillo. Los productores, Fernando Molina y Pablo Aro Gerlades, ingresan con él y le confirman la noticia que le ilumina la cara: estará, como invitado, Roberto Rivelino, uno de sus ídolos de siempre.
En el programa mismo, se entusiasma con Costa Rica: "Es la Holanda de latinoamérica", le dice al entrenador, Jorge Luis Pinto, en un móvil en el que entrevistado le agradece todo el tiempo al entrevistador. Y lanza la primera frase de lo que será tema de una charla más profunda más tarde, ya fuera del aire: "Brasil está un poco como Argentina. Si no mejora, se quedará afuera. Y nosotros nos volveremos a casa", dispara, antes del emocionante encuentro con Rivelino, que incluye intercambio de camisetas con dedicatoria especial.
Para el partido contra Bélgica, por los cuartos de final, no falta nada. Está al alcance de la mano. Diego no irá a Brasilia a verlo. Se hartó de que le complicaran la vida en el Maracaná y en el Mineirao, más allá de los exabruptos de Grondona. Es más; en la madrugada del sábado, después del programa, hará un viaje expres a Dubai, por cuestiones profesionales. Y en un par de días regresará a Brasil, para quedarse hasta la final. A qué equipos seguirá viendo es otra cuestión.
-Lo veo oscuro. Ustedes saben que soy sincero. Me gustaría que la selección juegue de otra manera, que explote todo el poderío técnico que tienen sus jugadores. Pero todavía no hemos visto ni tácticamente ni individualmente a la Argentina. Y eso me preocupa mucho.
-¿Por qué puede o cómo se puede cambiar esto?
-Viendo el otro dia el partido contra Suiza, me preocupó mucho que el Pipa no tuviera tanto movimiento, que esté muy metido dentro de los centrales; me preocupó el cansancio de Gago; que Mascherano prácticamente tuvo que hacer toda la cancha; que se vea algún que otro titubeo de algún central argentino. Y después, la salida rápida: creo que eso es lo que quiero de la selección, que pueda cambiar, pero si cambia que lo haga para que tengamos el fútbol que tienen los jugadores adentro y que lo saquen de una vez por todas.
-¿Por qué te parece que le pase? Falta fluidez adelante, la que tenía en las eliminatorias, por ejemplo.
-Teníamos fluidez, la perdimos. Hoy por hoy, si no ataca Messi, no te levantás de la silla. Entonces, no le podemos cargar todo el peso del partido a Lio y que él desequilibre siempre. Y encima, después quejarse porque se quedó parado. ¡Si me das cuatro pelotas en tres minutos, es lógico que me voy a cansar! Es algo que tiene el organismo, no es que el pibe lo hace a propósito, de quedarse respirando.
Me parece que Argentina, hoy, no tiene idea. Lo que me preocupó en el primer tiempo, fue que la selección no tuvo una situación de gol ¡como equipo! Yo dirigí la selección y nosotros creábamos situaciones, por ahí no las metíamos. Yo me acuerdo del partido con Ecuador; tendríamos que haberle ganado fácil y terminamos perdiendo 2 a 0. Después, mi equipo tenía más variantes ofensivas que este.
-¿Te parece que es momento de cambiar? Ahora, un error te manda a casa de vuelta.
-Los Mundialesno te perdonan, para nada. Acá, es matar o morir y ojalá que podamos matar y no volvernos tan rápido.
-¿Bélgica es la medida más difícil, de todo lo que nos ha tocado hasta ahora?
-Sí. Casualmente, puse el canal y estaban dando Bélgica con Estados Unidos. Y tiene un mediocampo peleador y jugador. Pelean y juegan, Wixel, el 5. Después, Fellaini, Martens, Hazard, que me gusta a mí. Son combativos y se ve que en está bien laburado el equipo ese. Porque yo veo que Wilmot hace así y el equipo se repliega, hace así y el equipo achica. Se ve que tienen buen juego, Todavía no se puede decir que lo va a sacar a Argentina, pero cuidado. Ojalá que nos despertemos nosotros antes que ellos.
-¿No se parece un poco a Italia 90, que no termina de engranar?
-Ojala que tengan la misma suerte que tuvimos nosotros en el 90. Yo creo que Argentina tuvo mucha suerte de tener a Lio bien y de ganar un partido que estaba para los penales. Y en los penales era para cualquiera. Era terrible que nos fuéramos en el primer turno.
-En 2006 decías, "Basta del llanto de Bati, basta del llanto de Masche". ¿Cómo se hace para destrabar los cuartos de final? ¿Es una cuestión mental?
-Es una cuestión mental. Pero creo que se puede pasar. No es un cuco Bélgica, para nada. Pero hay que tener respeto, cuidado.
-¿Te sorprendió ver a Brasil llorando antes de los penales?
-No, Cada uno lo siente, se desahoga como puede. Me parece que lo que quiso Julio Cesar fue tener su revancha después del Mundial pasado que prácticamente lo dejó afuera él.
-¿Y Thiago Silva no pateando el penal? Raro que el capitán haga eso. ¿Mucha presión?
-No te quepa duda que Thiago Silva y David Luiz son las dos últimas apariciones más grandes que tuvo Brasil. Y están al nivel de Neymar, Alves y Marcelo. Creo que a Thiago Silva y a David Luiz les crecieron las dos piernas de tanto estirarse. Elongan mejor ahora.
-¿Cuesta más imaginar una final Brasil-Argentina en este momento?
-Cuesta, cuesta imaginar una final Brasil-Argentina. Sí, porque los dos están jugando mal. Lo hablábamos con Rivelino en el programa. Hoy, hablar de una final Argentina-Brasil es querer demasiado a la bandera, es mentirnos a nosotros mismos..
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