El saber popular suele decir “Cuando el río suena… agua lleva”. Entérese de algunos rumores, y no tanto...
¿Piturro yo? La causa es la imposibilidad de encontrarle ubicación en el gabinete municipal de Gustavo Sáenz. ¿Su característica principal? La elegancia en el vestir. Hasta ahí todo muy lindo pero a Aroldo Tonini lo bautizaron "Piano de cola”, vistoso, pero muy difícil de ubicar.
Eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca… Dicen que dicen que la campaña lanzada en contra de la actual secretaria de Prensa de la Municipalidad de Salta, Marcela Pérez, fue obra de una ex colaboradora muy cercana. Dominada por un fuerte encono decidió dar a conocer algunos "secretitos” de su ex jefa, que antes atesoraba bajo siete llaves. No solo se terminaron los misterios sino que también finiquitó la amistad.
El único que paga el pato. No estamos hablando de la fauna del lago del parque San Martín, sino del concejal Gastón Galíndez, a quien se ve más que molesto en los últimos tiempos, despotricando contra el enorme costo que debe pagar por apoyar y fomentar el comercio ilegal en el lugar, algo que todos -menos la concejal "Socorrito” Villamayor- persiguen, pero ninguno se juega para defenderlo públicamente.
Preparando la huida. Los que están tremendamente desorientados son los kirchneristas salteños por el discurso "culebreante” de su principal referente. Por eso, cada vez que abre la boca el gobernador Juan Manuel Urtubey, les agarra taquicardia. Se escuchó la reflexión: "El gober es como Luis Sandrini, te hace llorar y reír en la misma frase”. Exceso de adrenalina.
¡Siguen sin pegar una! Los trotskos están como locos, no es para menos porque este fue el peor año de sus vidas. Perdieron todas las elecciones, bancas y militantes, y cuando pensaban que nada podía empeorar la situación, el destino les da con un Caño. Su candidato a presidente, Nicolás del Caño, decidió apoyar a Scioli, dejando teñido de azul el voto en blanco que los rebeldes promovían en los bares y hoteles cinco estrellas de Salta.
¡Cuidá ese chico! Eufórica. Así se vio a la diputada Evita Isa saltando y danzando al ritmo de la marcha peronista bajo el sol abrasador de la tarde oranense. El escándalo terminó con el grito del padre: "¡Cuidá ese chicoo!" Entonces todas las miradas se dirigieron a la pancita, no por exceso de postres, sino por cargar al nuevo heredero del clan. El ecografista jura que durante el estudio detectó al pequeño haciendo la "V” con sus deditos.
Exagerado, mal. Un periodista comentaba a otro durante los festejos del triunfo de Mauricio Macri en el Hotel Salta: "En los últimos días de la campaña, envié a mi movilero a cubrir la visita de los dirigentes macristas. ¿Vos podés creer que me dijo que se le escapó Michetti?”. Humor negro.
Viudas e hijos del kirchnerismo. Es tremendo verlos llorar y el paño de lágrimas no es otro que las redes sociales. El más quejoso, sin dudas, es el exconcejal, y vaya a saber qué título informático, el desteñido Diego Saravia, que comenzó cuestionando a Juan Manuel Urtubey porque no le dio una secretaría; después al PJ, porque no le dio una candidatura y ahora llora a moco tendido la derrota del kirchnerismo, que tampoco mucha bolilla le daba. ¿Se habrá olvidado de su paso por las huestes de Júcaro cuando defendía a capa y espada el voto electrónico? Aseguran que vuelve a Venezuela a trabajar en ese mismo tema, al que se hartó de criticar en Argentina porque no fue parte del negocio.
El look, una mala pasada. Durante la votación, solo una remera naranja resaltó en una escuela del centro donde votaban cientos de ciudadanos. Los fiscales se crisparon, los militares sacaron los seguros a las armas, pero nada de esto perturbó el andar tranquilo del periodista. Sus rastas al viento, flameaban imperturbables. Firme y seguro emitió su voto. Atrás había quedado la discusión de los fiscales para determinar si era o no voto cantado. El naranja sciolista, ¿se lo acuerdan?, lo delataba. Primó la cordura republicana y nada sucedió. El progre comunicador, más tarde se confesó auténtico macrista desde la primera hora.
Unidos pero separados. Un poco raro fue el festejo de Cambiemos porque en el primer piso habitaban los del PRO, y en la puerta del Hotel Salta, los radicales. "¡Esto está lleno de cholos y mujeres rubias!”, gritó un militante radical cuando subió al atiborrado salón y agregó: "Parece el bunker de Urtubey, ¡son los mismos!”. Un grupo de bronceados polistas y golfistas lo llamaron rápidamente al orden, invitándolo a bajar a la plaza 9 de Julio, donde estaban los radicales en pleno, con Miguel Nanni a la cabeza.
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