Por: Jorge Fontevecchia. Debe ser difícil medir el costo que tiene para la Argentina el estrellato de Javier Milei en la política. Volver a discutir la dolarización como en la crisis de 2001 es el menor de todos.
En la medida en que fuera un debate intelectual serio, ayudará a mejorar los conocimientos económicos de la población. Un buen ejemplo de cómo la dolarización no soluciona los problemas de falta de crecimiento, de aumento del endeudamiento, de aumento de impuestos, de aumento de gasto público y hasta de la existencia de déficit fiscal surge de la experiencia de la dolarización en Ecuador, contada por su principal artífice y defensor: Jaime Nebot, en el reportaje largo que publica PERFIL hoy. Hasta puede convivir populismo con dolarización, como bien lo demostró Rafael Correa durante dos períodos en Ecuador.
El mayor costo del estrellato político de Milei es la parte negativa de lo que produce en las dos coaliciones. La parte positiva es el miedo a perder como factor aglutinante interno en cada una de ellas, que como muestra tuvo la foto de la cúpula unida del PRO este viernes (incluyendo a los candidatos a gobernador bonaerense pero no de CABA, salvo que terminara siendo Vidal) y Cristina Kirchner aclarando que cuando dijo que cada militante tenía que sacar su bastón de mariscal no era para pegárselo por la cabeza a su compañero.
El mayor costo que para la Argentina tiene Milei es la imposibilidad de producir un acuerdo preelectoral entre oficialismo y oposición que garantice la mantención o aplicación de ciertas políticas de Estado que eliminen la incertidumbre que genera toda votación presidencial. La semana que pasó, en un conmovedor video, Esteban Bullrich desde su convalecencia propuso, aprovechando el 170 aniversario del Acuerdo de San Nicolás, que dio origen al año siguiente a la primera Constitución argentina, para realizar un encuentro de dirigentes del oficialismo y la oposición en donde se consensúen diez puntos básicos que debería componer un gran acuerdo nacional al que se comprometieran cumplir todos los candidatos a presidente, generando así un clima de certidumbre en la sociedad.
Rápidamente Juan Grabois adhirió a la propuesta de Esteban Bullrich y Felipe Solá, con la experiencia a haber tenido que gobernar la provincia de Buenos Aires en la crisis de 2002, escribió una carta abierta a los políticos llamándolos al mismo espíritu de Bullrich.
El problema es que si Juntos por el Cambio y el Frente de Todos llevaran adelante ese encuentro, Milei se frotaría las manos diciendo que es un acuerdo de la “casta” para mantener sus privilegios. Otro problema adicional es que faltan largos 105 días hasta el 13 de agosto, cuando en las PASO surgirán quiénes son finalmente los candidatos presidenciables que eventualmente podrían participar de ese encuentro donde elaborar los diez puntos básicos.
Si siempre se ponderó el costo que genera el interregno entre un presidente saliente y otro electo el 22 de octubre o el 19 de noviembre según si hubiera o no segunda vuelta, y su asunción el 10 de diciembre, con PASO, al ser más que una interna un simulacro de elección general, se anticipa el problema, dependiendo del resultado, al 13 de agosto.
Hermenéutica catastrófica. Pero peor aún, lo vuelve a adelantar la fragilidad económica, que transforma cualquier señal preocupante en una evidencia válida para la interpretación catastrófica haciendo que estos 105 días hasta las PASO sean otro vía crucis.
Desde la renuncia del jefe de asesores presidenciales Antonio Aracre, pasando por la disertación a favor de la dolarización de Javier Milei en el foro de Llao Llao, fueron el justificativo a los aumentos del dólar libre la semana anterior para desembocar esta última semana en el mismo proceso acelerado ahora en su propia inercia, un movimiento autopoiético que si no encuentra freno corre riesgo de seguir retroalimentándose.
Los 105 días que nos separan hasta las PASO están divididos en dos períodos casi iguales porque cincuenta días antes de las PASO, el 24 de junio, será el último plazo para presentar las listas de precandidatos y allí se confirmará si finalmente Cristina Kirchner será o no candidata y si Sergio Massa termina siéndolo, en ese caso con el agregado de conocer también quién sería el ministro de Economía que lo reemplazaría. Una fecha clave para el Frente de Todos pero no para los libertarios ni para Juntos por el Cambio, que ya saben quién es su único candidato en el primero o los candidatos del segundo.
En estos 105 días hasta las PASO también tendrán consecuencias para Juntos por el Cambio y el Frente de Todos los resultados que se vayan dando en las diferentes provincias que desdoblaron en su mayoría su calendario electoral. La semana pasada fue el caso de Río Negro y Neuquén; en el mes de mayo serán en Jujuy, Misiones, La Rioja, La Pampa, Salta, San Juan, Tucumán y Tierra de Fuego; en el mes de junio se vota en Corrientes y San Luis.
Después de las PASO, otras dos fechas claves serán las de los debates presidenciales obligatorios, esta vez el 8 y el 15 de octubre, dos y una semana antes de las elecciones de primera vuelta, cuando se supone que Javier Milei podría enfrentar un punto de inflexión en su ascendente exposición mediática al tener que exponer no ya con periodistas sino con quienes confronten con sus ideas ante una audiencia que termina incluyendo a casi todo el país.
De aquí a la asunción de un nuevo gobierno habrá dos períodos de alrededor de cien días cada uno (105 y 120), el primero hasta las PASO y el segundo desde ellas a la asunción del nuevo gobierno, en los que viviremos emociones intensas. Los argentos estamos acostumbrados.
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