El exgobernador se mantiene en silencio, pero está activo en la rosca nacional. Los dos caminos que explora y las pistas que deja. En marzo vuelve al ruedo.
Por Yanina Passero.
“De este trabajo, uno no se jubila nunca”. Faltaban todavía más de dos años para su retiro provincial cuando el entonces gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, bajaba la ansiedad de la prensa intrépida del interior profundo que pudo abordarlo a la salida de la inauguración de varios metros de pavimento. Parece que nada cambió desde aquel entonces.
La vieja guardia del cofundador del cordobesismo reproduce frases célebres -y menos edulcoradas- para reflejar la naturaleza animal del político que pasó casi un mes con bajo perfil, pero hiperactivo en la rosca nacional.
Siempre celoso de su intimidad -que apenas descubría en cada elección cuando divertía con la cábala de la campera roja y elogiaba a su esposa, la senadora Alejandra Vigo, en el arte de la preparación de las milanesas a la napolitana- nadie en el arco político lo imagina pasando sus tardes cuidando nietos.
Su vida seguirá siendo la política y, en esta instancia, asoman dos caminos: continuar con la consolidación de una gran coalición antigrieta o participar de la reconstrucción del peronismo a nivel nacional.
Lo segundo parece improbable porque hasta el último segundo que concentró el poder provincial despotricó contra el kirchnerismo, núcleo al que siempre definió como un opresor del verdadero justicialismo. Incluso su sucesor, Martín Llaryora, tendrá problemas para encontrar ese anclaje.
Queridos cordobeses, con motivo de este fin de año quiero enviarles un mensaje de agradecimiento y esperanza.
Ha sido un año lleno de desafíos y dificultades, pero también de persistencia y solidaridad.
Quiero agradecerles por su apoyo y confianza durante mi mandato, ha sido… pic.twitter.com/aI0xStI5WH
— Juan Schiaretti (@JSchiaretti) December 31, 2023
Una muestra de ello es que en el primer mes de gobierno Llaryora hizo más cordobesismo que nunca: insiste en que apoyará la gobernabilidad de Javier Milei, pero critica con dureza la suba de las retenciones. Paralelamente, brinda gestos de empatía social al prometer el soporte del Estado en tiempos complejos y anunciar la continuidad de la obra pública, signo del “progreso” para las sucesivas versiones de lo que hoy se conoce como Hacemos Unidos por Córdoba.
“Tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario”. La frase es marca registrada de Schiaretti, pero fue su delfín quien la recuperó en su gira por los valles serranos de esta semana. Lo dicho: ante la incertidumbre, la acción preventiva es hacer más cordobesismo que nunca.
Señales
En los últimos días, Schiaretti redefinió su juego, readaptó su equipo de trabajo y dio varios indicios de que el “frente de frentes” será su herramienta para mantener la vigencia política, animado por los siete puntos que cosechó en todo el país al término de la carrera presidencial.
Los indicios se encuentran en los movimientos de sus alfiles en el Congreso. Vigo logró la vicepresidencia segunda del Senado después de una acción clave del bloque Unidad Federal para que Victoria Villarruel pudiera completar el esquema de autoridades de la Cámara alta.
En tanto, su histórico hombre de confianza, el diputado Carlos Gutiérrez, fue parte activa de las conversaciones transversales para la formación de Hacemos Coalición Federal, el núcleo multipartidario que surgió, inicialmente, para aumentar su volumen específico en las comisiones.
Vigo y sus pares de bancada Eduardo Kueider y Camau Espínola junto a Villarruel.
Schiaretti cumplió la primera meta en el recinto, casi en sintonía con un viejo desvelo de cacique sin anclaje fuerte en el concierto nacional. ¿Habrá más movimientos?
Sus adláteres aseguran que sus pasos serán medidos, que aguardará a que camine el plan del nuevo gobierno libertario, en el que tiene participación con tropa cordobesa que integró la primera línea de su gabinete.
Schiaretti mantiene diálogo permanente con esa dirigencia que conoció en tiempos dorados del cavallismo, como Osvaldo Giordano, aunque lo negarán públicamente. Se sabe que las espadas de Milei pidieron a toda la estructura de gobierno discreción absoluta en materia de comunicación y el exmandatario negará un rol activo en la conformación de esa estructura que siente ajena, en especial, con la participación de dirigentes de Juntos por el Cambio, a quien también les adjudica el fracaso nacional junto con el kirchnerismo.
La ausencia de pragmatismo del libertario preocupa al avezado cacique del interior que observa inexplicable interés en la pesca o la boleta única.
Las urgencias contrastan con las prioridades minarquistas. “No hay mayor disciplinamiento político que el error”, repiten en el corazón del schiarettismo.
Esas observaciones, que tiene como centro la necesidad de proteger las instituciones, Schiaretti las comparte con otras referencias de la política nacional como, por ejemplo, el exjefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta.
“El contacto con gobernadores es casi diario”, agregan sus alfiles más detalles de la guía telefónica del peronista "más cordobés que el caracú".
Schiaretti vuelve
Sin embargo, será recién en marzo el momento de la reaparición pública. Su mesa chica asegura que Schiaretti recibe a diario invitaciones para disertar en Argentina y el mundo. Aceptará los convites en poco tiempo, menos los que surjan en Córdoba.
La razón: cumplir con ese principio inquebrantable que, en buena parte, explica el éxito del cordobesismo al frente del poder provincial por un cuarto de siglo y un plus de cuatro más.
Pacto cordobesista: Juan Schiaretti no interferirá en la gestión de Martín Llaryora.
“El que se va no interfiere en el plan del que se queda”, repasan el apotegma que Schiaretti y José Manuel de la Sota pusieron en práctica durante seis ciclos ininterrumpidos.
Las diferencias, sin excusa, se mantuvieron en el orden de lo privado. Esa línea no cambiará.
Comentá la nota