El uso de tarjetas de crédito y la compra de bienes de la canasta básica figuran entren las principales razones de endeudamiento (superan entre ambos el 60%) seguido del pago del alquiler (25%) y la necesidad de saldar deudas previas (24%).“No hay libertad si nos tenemos que endeudar para comer”, aseguraron desde Ni Una Menos.
Por
EUGENIA RODRÍGUEZ
Mientras el endeudamiento de las familias argentinas para comprar bienes esenciales, pagar un techo donde vivir y cubrir servicios públicos continúa creciendo, al punto de que ya el 64% tiene algún tipo de deuda que ve difícil saldar en el corto plazo, el porcentaje escala aún más en el caso de los hogares monomarentales donde alzanza al 70% del total. Así, con precios liberados y salarios por el piso, las mujeres que crían solas hacen malabares para sostener las economías domésticas: alimentos, urgencias médicas, atrasos en alquileres y otras deudas, entre los principales destinos de la deuda.
En detalle, de acuerdo con los primeros resultados de la Encuesta de Endeudamiento de Hogares Inquilinos por Género las tarjetas de crédito siguen siendo la fuente más importante de endeudamiento (más del 38,7%), considerando además el impacto negativo de los intereses desregulados desde el DNU 70/2023. Le siguen la necesidad de comprar bienes de la canasta básica alimentaria (30,2%), el pago del alquiler (24,7%) y para saldar otras deudas (23,5%) en los hogares con jefatura femenina.
Según el informe realizado por el espacio Ni Una Menos en tales hogares monomarentales se observa, sobre todo desde 2018, un mayor impacto del sobreendeudamiento en tanto que “hoy ya han alcanzado un límite en términos de la capacidad de asumir deudas”. Esto se refleja a su vez en la privación del acceso a determinados bienes y hasta en la población con menores ingresos que, directamente, termina por saltearse algunas comidas diarias y, en el caso de los hogares inquilinos, deben mudarse a lugares donde el alquiler sea más barato, relegando distancias y condiciones de infraestructura y servicios básicos.
Más deuda y pobreza
La fuerte caída en el poder de compra de los ingresos de la mayor parte de la población aumentó el número de personas que se endeuda para afrontar gastos como alimentos, ropa y el pago de las boletas de luz, gas, agua e internet. Esta situación se agravó en el contexto actual dando paso a crecientes niveles de endeudamiento, sobre todo en hogares sostenidos por mujeres que recurren, generalmente, a canales más informales de crédito con altas tasas y condiciones poco claras.
"El endeudamiento crece a partir de la desregulación de los mercados y penaliza especialmente a quienes crían solas", analizó al respecto Luci Cavallero, socióloga e integrante del Colectivo Ni Una Menos sobre una problemática cada vez más acuciante. Según explicó en diálogo con este medio, “el año 2018 es un momento crítico en términos de lo que significa el endeudamiento de las familias, porque desde ese momento se empieza a verificar una caída del poder adquisitivo de los ingresos populares, esto incluye salarios pero también subsidios y por supuesto ingresos de trabajadoras informales. Entonces empieza a ser un recurso de una parte cada vez más amplia de la población, con especial énfasis en las mujeres, en términos de cómo ese endeudamiento se utiliza para satisfacer necesidades asociadas a los bienes y servicios básicos para la reproducción de la propia economía doméstica”.
La situación se fue extendiendo y agravando en el tiempo: “otro hito fundamental fue la pandemia, donde incluso, ratificado por estadísticas públicas, se observó un particular endeudamiento de los hogares llamados monomarentales, es decir de mujeres que crían solas, en muchos casos sin recibir la cuota alimentaria, con altos índices de informalidad laboral y haciendo malabares para combinar el trabajo de cuidados con el trabajo en el mercado laboral. Todos esos condicionantes de base son los que las exponen a mayores niveles de sobreendeudamiento, lo cual termina de ensamblarse con acceso a endeudamientos mucho más informales que los varones”, analizó la entrevistada.
De acuerdo con los últimos datos trimestrales de la Encuesta de Endeudamiento de Hogares Inquilinos por Género “el endeudamiento sigue en aumento en tanto alcanzó al 64% de quienes alquilan cuando en enero ese porcentaje había sido de 53,1%, y los hogares monomarentales son los más endeudados, llegando al 70%”. Para Cavallero, “la situación actual nos muestra que además de la triple jornada laboral que ya recae sobre las trabajadoras, se suma una especia de jornada extra que es aquella destinada a la gestión de deudas, es decir, una persona puede estar endeudada con una financiera y con tres aplicaciones de billeteras virtuales que ofrecen préstamos y una parte del día tiene que destinarlo a gestionar esas deudas, obviamente con el criterio de pagar la que está más cerca del vencimiento”.
Cuando se indaga acerca de los destinos de la deuda, los mismos están protagonizados por el pago de tarjetas de crédito y de alimentos. El endeudamiento para pagar las tarjetas de crédito aparece en el 38,7% de los hogares sostenidos por mujeres (supera al 50% en el total). En segundo lugar, se presenta la necesidad de pagar alimentos en casi un 38% y la deuda para pagar el alquiler junto con otro tipo de deudas son mencionadas por encima del 20%.
En el caso puntual de los hogares inquilinos, “la mayoría se endeuda para pagar deudas del mes anterior, entonces ello en muchos casos ya está significando que esas mujeres tengan que mudarse o irse al hogar de la familia o en las grandes ciudades terminan trasladándose a vivir en las periferias por no poder sostener el alquiler, es decir, hay un efecto concreto que no es solo el de acumulación de deudas sino también es el de expulsión de las ciudades o en el caso incluso de mujeres que viven en asentamientos informales directamente existe la posibilidad de quedar en situación de calle”.
Lo anterior se vinculada además con las desigualdades estructurales que enfrentan las mujeres cuando se insertan en el mercado laboral, que se agravan en una coyuntura de recesión que aumenta la precarización y la pérdida de fuentes de trabajo en la economía, sobre todos de aquellos sectores mano de obra intensivos y más dependientes del mercado doméstico, donde más suelen insertarse las trabajadoras que ya ni siquiera se endeudan para financiar un viaje, sino para hacer frente a los gastos para la reproducción de la vida (cargas de cuidados, alquileres, salud, educación, etc).
Otra cuestión importante para resaltar es que dentro de este grupo de hogares inquilinos endeudados, el 51,6% no tiene sólo un acreedor, sino que posee deudas con dos, tres o más entidades al mismo tiempo, combinando deudas con tarjeta de crédito, plataformas y otras modalidades informales, préstamos de familiares y/o amigos. En cuanto a la entidad acreedora se destacan en primer lugar los bancos emisores de tarjetas de crédito, en un 62,5% de los casos. Le siguen el endeudamiento con familiares y el círculo cercano (32,3%), banco por préstamo personal (21%) y empresas de plataformas como MercadoPago, Ualá, entre otras (16,3%).
“El endeudamiento familiar está directamente relacionado, por un lado, con la mega devaluación de diciembre que produjo un shock inflacionario del cual las familias no se recuperaron, y esto no solamente en el caso del empleo formal sino de los ingresos populares en general, ese shock de devaluación al mismo tiempo se da en paralelo a una desregulación de los principales precios de la economía, que incluye, por ejemplo, la salud y la educación privada en el caso de las familias de clase media, pero también las tarifas de servicios públicos y, por supuesto, un crecimiento mucho más arriba de la inflación desde la derogación de la ley de alquileres del precio de los alquileres” advirtió Cavallero, especialista en el estudios del impacto de la deuda en las economías familiares.
En esa línea, consideró que “nos encontramos con un endeudamiento destinado a compensar estos aumentos de precios en las tarifas y en los alquileres, que son dos fuentes muy grandes de endeudamiento de las familias, porque incluso quienes han podido tomar más trabajo para compensar la caída de los ingresos se ven permanentemente compelidos y compelidas a endeudarse a partir de que los precios principales de la economía están desregulados. En el caso de los hogares monomarentales estamos hablando de que un tienen que sostener un alquiler conciliando el trabajo de cuidado no remunerado, el trabajo en el mercado formal y un aumento permanente de las tarifas públicas”.
Las más golpeadas
Este panorama impacta de forma más cruda en los hogares monomarentales, dada la relación estrecha entre las desigualdades laborales que enfrentan las mujeres, con empleos más precarios e informales, el incumplimiento de la cuota alimentaria de progenitores, la pérdida de poder adquisitivo de los ingresos y el inicio de ciclos viciosos de deuda para sostener la vida cotidiana que plantean la necesidad de dimensionar el problema del sobreendeudamiento de las mujeres, sobre todo de aquellas jefas de familia, así como el impacto de las decisiones de gobierno y la ausencia de políticas públicas.
“Cuando nos vamos más abajo en la escala social, por ejemplo la realidad de las trabajadoras de la economía popular, que vienen sufriendo el congelamiento de lo que era el programa Potenciar Trabajo -desde hace meses quedó congelado en 70 mil pesos- más los aumentos permanentes de bienes y servicios, y esto hace que tengan que estar combinando una jornada laboral extenuante, sumado a un mayor endeudamiento para sobrevivir”, analizó Cavallero. Al respecto, el informe mencionado relevó que a nivel general, el 55,4% de quienes están endeudados no conoce la tasa de interés que paga por las deudas que contrajo. En particular, “aquellas personas que indicaron endeudarse principalmente con billeteras virtuales y plataformas de créditos, con familiares y amigos y con medios informales son quienes desconocen la tasa de interés a pagar”.
En esta coyuntura la especialista indicó que “los espacios comunitarios son el último recurso que existe y que incluso en algunos casos previenen y ayudan a colectivizar el problema del endeudamiento, porque son espacios donde se resuelven necesidades de forma colectiva que de otra manera se individualizan puertas adentro de los hogares y sobre las espaldas de las mujeres principalmente, aunque hoy están siendo también atacados por el propio gobierno”. Finalmente alertó que “el plan de ajuste del gobierno nacional está pasando los umbrales de violencia financiera en términos de naturalizar el endeudamiento para poder sobrevivir”.
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