Por Jorge Fontevecchia.
La serie de Amazon Prime The Man in the High Castle (El hombre en el castillo en español) se desarrolla en un Estados Unidos que tras perder la Segunda Guerra Mundial es controlado por Alemania y Japón. Para juzgar el gobierno de Macri y sus consecuencias económicas –con la deuda como significante paradigmático– habría que simular un contrafáctico donde Scioli hubiera sido quien ganó las elecciones de 2015 y qué país hubiera existido en 2019. ¿La deuda, el precio del dólar y la inflación acumulada hubieran sido menores justificando así las acusaciones de Alberto Fernández en la apertura del año legislativo y de Cristina Kirchner en su declaración ante la Justicia en su causa de dólar futuro?
No precisa contrafáctico decir que no hay delito de Cristina en el dólar futuro ni de Macri por endeudarse con el Fondo Monetario Internacional. Ambas son causas fomentadas con intenciones políticas de corto plazo sabiendo que no prosperarán. Esta última, por un Alberto Fernández que le devuelve a la oposición con la misma moneda con que se sintió atacado por el Vacunagate (pobre Watergate). El alegato por dólar futuro ya lo hizo la propia Cristina; respecto de Macri, no ir al FMI en 2018 no hubiera cambiado nuestra cantidad de deuda: simplificadamente, con los 40 mil millones del Fondo se pagaron los vencimientos de deuda privada de 2018 y 2019. Si se hubiera hecho un default a comienzos de 2018 como se hizo en 2020, en lugar de deberle al FMI, se les debería a los acreedores privados y como en la renegociación de Guzmán en 2020, a los acreedores privados no se les hizo quita de capital, sino que se les aplicó una menor tasa de interés y alargamiento de los plazos, y con el FMI la tasa de interés ya es más baja y los plazos también estirables, nada hubiera cambiado mucho.
Pero otras situaciones sí hubieran cambiado si Scioli y no Macri hubiera sido electo presidente en 2015. Un gobierno de Scioli-Zannini hubiera sido un anticipo de Alberto-Cristina. Zannini era Cristina y ya en aquella elección del candidato a vicepresidente de 2015 Cristina anticipó la jugada con ella misma en esa posición que hizo en 2019. De haber ganado Scioli en 2015, en lugar de Alberto Fernández en 2019, Cristina hubiera estado políticamente menos debilitada por la erosión de su imagen que realizaron los juicios por corrupción que con Macri avanzaron sumando la visibilidad que les dieron los medios. Pero al mismo tiempo, no hubiera estado fortalecida por el fracaso económico de Macri, que permitió su regreso.
Los Fernández criticaron el endeudamiento de Macri.
Con una alianza de gobierno igualmente contradictoria a la actual, es probable que Miguel Bein y Mario Blejer, quienes asesoraban a Scioli en materia económica, hubieran podido llevar adelante una economía ideológicamente comparable a la actual de Guzmán no exenta de las mismas contradicciones con el kirchnerismo duro. Y en esa hipótesis, el dólar al 10 de diciembre de 2019 no hubiera sido menor de los $ 60 en que lo dejó Macri, la inflación también hubiera sido parecida a la acumulada por Macri en sus cuatros años pero probablemente la deuda externa hubiera sido menor, porque en lugar de financiar déficit fiscal con deuda en dólares, lo hubieran financiado con mayor emisión e impuesto inflacionario.
Tras las acusaciones de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, quienes salieron a defender a Macri no fueron ni Carlos Melconian ni Federico Sturzenegger, sino el primer y último ministro de Hacienda de Macri. Alfonso Prat Gay remarcó que el actual gobierno se endeudó en 2020 a mayor ritmo (proporcional) que entre 2016 y 2019. Dijo: “La deuda del Banco Central aumentó 17 mil millones de dólares”. Pero durante 2020 por la pandemia todos los países del mundo aumentaron su endeudamiento, no resulta lógico comparar 2020 con años normales porque hasta las economías más desarrolladas pasaron a tener, coyunturalmente, déficit nunca vistos.
Hernán Lacunza repitió lo mismo en Twitter: “En 2020 la deuda aumentó más que en el promedio 2016-19: 21 mil millones de dólares (6,75% interanual a septiembre, último dato oficial), versus 17.800 millones promedio en el cuatrienio anterior (6,72% promedio anual septiembre 2019 versus septiembre 2015)”. Pero con la libertad de no haber sido autor de la política económica de Macri sino, por el contrario, haber sido el bombero que vino a contener el incendio tras la derrota en las PASO de 2019, apeló al argumento más de fondo en su segundo tuit: “Lógico. Volvió el déficit fiscal (porque “deuda hija, déficit padre”): 0,4% déficit primario 2019 versus 6,5% en 2020 (2,5% sin covid).
Que había costado mucho bajarlo en el cuatrienio anterior. Ojo que tiene inercia (deuda futura)”.
A lo que se sumó el último presidente del Banco Central de Macri, Guido Sandleris, quien tuiteó en el mismo sentido: “La deuda no sale de un repollo. Cuando un gobierno aumenta su deuda es porque tiene déficit fiscal (sus gastos exceden sus ingresos) y necesita que le presten para financiarlo. Así de simple, no hay misterio”.
Pero omitieron explicar por qué si prefirieron pagar el déficit fiscal endeudándose más en dólares y no con mayor emisión para que bajara la inflación, la inflación no bajó. El gráfico que acompaña esta columna muestra cómo desde que se acabó el superávit fiscal en 2009 el kirchnerismo emitió en proporción al déficit fiscal aumentando la inflación. Y los primeros tres años de Macri el déficit fiscal no bajó (inicialmente hasta subió) y la emisión del Banco Central para cubrir el déficit fiscal bajó (mientras la deuda lo cubría).
La realidad económica es más compleja: entran en juego las reservas en dólares del Banco Central (que el kirchnerismo se consumió), pagos de intereses y deuda en dólares y el resultado de importaciones y exportaciones, pero el macrismo tuvo una macroeconomía inconsistente que dejó como síntesis una inflación no menor y una deuda mayor que la que hubiera dejado una política económica mediocre como la actual o una eventual de Bein-Blejer/Scioli.
Entre las causas, además de endeudarse crónicamente en dólares para pagar déficit en pesos, estuvo la salida abrupta del cepo creyendo que los precios internos ya estaban al dólar libre agregando más de inflación. Aumentar el déficit fiscal en 2016 en lugar de reducirlo con la reparación histórica y eliminar las retenciones. Cepo y retenciones que luego el propio FMI obligó a reintroducir. Dispar corrección de las tarifas con otros precios de la economía y la lista podría seguir pero esos errores económicos no son judiciables; el castigo se produce en la urnas, perdiendo la elección, como sucedió.
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