Se abre una nueva etapa en Neuquén. "Soy un hombre del partido", dijo el gobernador electo. ¿Rolismo o regreso? Gaido, el otro ganador. La puja que viene.
Por: Adrián D'Amore.
“Acá el oficialismo no pierde nunca”. Sin titubear, el taxista que llevaba este sábado, al alba, a los enviados de Letra P desde el aeropuerto de Neuquén hasta el hotel no tomó partido: simplemente describía una verdad histórica que parecía inconmovible hasta este domingo cuando Rolando Figueroa, Rolo, el hijo descarriado del Movimiento Popular Neuquino (MPN), se cargó 60 años de hegemonía en la provincia. Con el 35,57% de los votos, le sacó dos puntos y medio de ventaja a Marcos Koopmann y dejó sin invicto al partido provincial que lo vio nacer a la política, con el que fue intendente, vicegobernador y diputado y en el que pegó el portazo en octubre pasado para conseguir por afuera lo que no lograba por adentro.
Detrás del batacazo, en medio de la sorpresa que amplifican los medios nacionales y la conmoción que atraviesa a la política neuquina, la pregunta que disparan los resultados se sintetiza así: ganó Figueroa, pero ¿perdió el MPN?
La contienda fue a todo o nada desde el momento en que Figueroa blanqueó que no participaría de la interna partidaria y saldría en busca de la epopeya. La maquinaria emepenista puso en marcha todos sus engranajes. Baste un ejemplo. Quien escribe estas líneas recorrió el centro de la capital provincial y el tramo de la ruta 22 que atraviesa una ciudad que no para de crecer, se extiende como una mancha que apenas levanta el suelo y garantiza el cielo en todas partes. También Alto Godoy, en el populoso oeste capitalino, donde Neuquén se vuelve una barriada chata con casas sin revocar, salpicada de potreros y cruzada por un Metrobus altivo, a medio camino entre la promesa de progreso y la prueba de un futuro que no llegó. Ni en una zona ni en la otra había un afiche de Figueroa junto a los cientos que empapelaban paredes, empalizadas y carteleras de vía pública. Ni uno. Este medio solo divisó un plotter de vinilo colgado de un primer piso en la esquina de Godoy y Novella. Rolo denunció que el MPN operó sobre las empresas de publicidad para sacarlo de la cancha.
Con todo, observadores finos de la política local invitaban a buscar en la campaña algún viandazo por debajo del cinturón. "No hubo carpetazos", subrayaban. Tratándose de un partido con seis décadas en el poder y un retador con cuatro años en la vicegobernación, la conclusión era una sola: la pelea fue dura, pero a primera sangre.
“Soy un hombre del MPN; no reniego de mi pertenencia ni de mi formación en el partido", pero "hay muchas cosas para ajustar”, dijo Figueroa a los medios este domingo por la noche, cuando el búnker de la calle Teniente Ibáñez era puro festejo. La frase sonó más a la afirmación de alguien que no renuncia a dar ningún espacio por perdido. No obstante, en medio de un discurso antigrieta que evitó caer en el revanchismo y buscó poner a "todos los neuquinos" como los vencedores de la jornada, el diputado señaló un perdedor. "El oficialismo de la lista azul del MPN”, dijo. El jefe se llama Jorge Sapag.
La mención establece una primera divisoria de aguas. Habrá que ver cuál es la relación del gobernador electo con el sector Azul y Blanco que conducen los petroleros Guillermo Pereyra y Marcelo Rucci, aliados al dos veces gobernador en esta contienda. Por lo pronto, Figueroa no aprovechó la noche de su triunfo histórico para tirar una bomba con aires de refundación. “Hay que dejar las cosas que están bien y cambiar todo lo que está mal”, explicó y se mostró confiado de poder construir un "puente de diálogo", en especial para la larguísima transición que le espera hasta el 10 de diciembre, en la que deberá lidiar con Omar Gutiérrez. El gobernador fue otra cara ausente en la campaña e inhallable en la propaganda emepenista. Las razones fueron otras y la mayoría de los dedos neuquinos apunta a una mala gestión.
"Yo sé que el gobernador es un hombre de estado y no va a haber inconveniente en poder reunirnos y proyectar lo que viene", concedió Figueroa al referise a la transición, aunque dejó sentado el reparto de responsabilidades de los próximos meses: "El pueblo neuquino lo ha elegido a él para gobernar hasta el 10 de diciembre", recordó.
Manual de perdedores
Como contó José Maldonado, la hinchada de Rolo tomó a Sapag como blanco de sus festejos. "Es para El Turco que lo mira por TV", cantaban la dirigencia y la militancia. No parece que el veterano líder emepenista se asuste con un par de canciones de cancha. El MPN transita un proceso de renovación en el que Koopmann conformó un eslabón de un proceso en desarrollo. El batacazo de Rolo seguramente agitará las aguas y probablemente el vicegobernador se convierta en el padre de la derrota. De nuevo, la pregunta sobre lo evidente y lo incierto. Perdió Koopmann, ¿perdió el MPN?
El proceso de recambio del MPN no se agota en estos nombres. Si el candidato oficialista seguramente pagará platos rotos propios y ajenos, del otro lado de la luna neuquina el intendente Mariano Gaido es uno de los ganadores de la jornada. Con el 42,40% de los votos, consiguió su reelección en el distrito más poblado de la provincia al superar al radical Juan Peláez, que juntó el 23,38%. Su triunfo estaba cantado. Ahora también está claro que es la figura con mayor proyección del partido provincial.
El pueblo de Neuquén se expresó en las urnas y fortaleció la democracia. Su voluntad es soberana.
Felicito a los ganadores de estas elecciones y agradezco de todo corazón a quienes acompañaron nuestra propuesta con su voto.
— Marcos Koopmann (@marcoskoopm) April 17, 2023
Si Koopmann hubiera triunfado, el 11 de diciembre ya se hubiera hablado de su sucesión, porque los cuatro años como vicegobernador no le daban chance de buscar otro mandato. Con Figueroa derrotado, el camino de Gaido estaba libre hacia 2027. Ahora, el intendente deberá medir fuerzas con el gobernador electo. Con poco más de 50 años en el lomo, uno arranca en el oficialismo y el otro, en la oposición. Una nueva historia comienza y el final está muy lejos de asomar la nariz. En ese nuevo equilibrio que se vislumbra en la provincia que hasta este domingo era sinónimo del partido que fundó Felipe Sapag hace 60 años, la manija queda repartida y lo que viene puede ser una batalla. O no. En algunos bares de la capital neuquina, mientras se apagan de a poco los bocinazos y los festejos del rolismo, hay quienes se mueren de ganas de preguntarle al Turco qué opina del futuro del MPN.
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