Leonardo Sarquís y Juan Manuel Bosch se reunieron con armadores de distintas flotas e industriales vinculados a la industria del pescado. El Ministro de Agroindustria ponderó una actividad que representa menos del 1% de los desembarques que tuvo la actividad en Mar del Plata el año pasado.
“Son un manojo de buenas intenciones”. La frase, como dicha al pasar, por un armador pesquero antes de subirse a su camioneta 4x4 y abandonar el edificio del Consorcio Portuario resume, con la precisión de un orfebre, la casi hora de reunión que tuvo como figuras centrales al ministro Leonardo Sarquís y el flamante Subsecretario de Pesca.
No hay mucho para relevar ni destacar en días donde se espera un nuevo aumento del combustible entre el 5% y 7%, que viene de subir en el último mes del año pasado y es el principal insumo de una actividad que vende pescados, moluscos y mariscos, procesados o enteros, de los que no fija el precio en el mercado internacional.
La llegada del Ministro de Agroindustria y el recién ascendido Juan Manuel Bosch sirvió para destacar los pocos logros obtenidos el año pasado con el Fondo Fiduciario aunque Sarquís le pifiara de medio a medio con los números que brindó en el contacto que tuvo con la prensa que lo esperó media hora en la planta baja del Consorcio.
El funcionario subrayó la temporada de caballa que protagonizaron las lanchas artesanales y las conserveras que enlataron la materia prima. El comunicado oficial tras la reunión señaló también que “durante esta temporada de caballa que está terminando en Mar del Plata, se pescaron más de 3.000 toneladas, superando las 1.600 del año pasado”.
Por suerte para las 6 conserveras que todavía sobreviven en un contexto desfavorable las lanchas no son las únicas que pescan caballa. La flota costera aportó otras 1100 toneladas y los fresqueros, 3737, según los datos estadísticos de la propia Subsecretaria, al 28 de diciembre pasado.
Pero destacar como significativo un dato que, además de parcial, representa menos del 1% del total de desembarques que tuvo el puerto marplatense el año pasado (fueron 383 mil toneladas), es preocupante. Porque la flota costera redujo sus desembarques en casi 10 mil toneladas y la flota fresquera de altura también se retrajo otras 7 mil toneladas.
En la pesca marplatense los únicos que crecen son los buques congeladores. De casi 90 mil toneladas desembarcadas en el 2016, el año pasado sumaron 95304 toneladas. Un modelo que no fomenta el trabajo en tierra.
Sarquís aseguró que el fondo fiduciario repartió unos 60 millones de pesos de los 200 del fondo rotativo. Con parte de los 15 millones de pesos asignados a Coomarpes para que brinde asistencia a los pescadores artesanales, es cierto que pudieron agilizar un circuito y darle previsibilidad a un sector que venía siendo castigado porque se encarecía el costo de financiamiento.
Cuando la caballa se ponía a tiro de sus redes de media agua las conserveras ya tenían stock suficiente en cámara y era oneroso endeudarse para comprar materia prima. Este año subsidiaron 8 puntos la tasa de interés y pudieron comprar toda la caballa de las lanchas. Pero además del combustible ahora también se encareció el crédito y ya no alcanza con esa ayuda.
Otro problema que tienen las conserveras ahora es que el menor volumen desembarcado en el 2017 (8500 toneladas contra 11500 del 2016) y la baja demanda de un mercado interno saturado por latas importadas, las dejó sin stock para seguir trabajando con regularidad en los próximos meses y sin chances de espantar la garantía horaria.
Sarquís se mostró atento a las necesidades pendientes del trabajo en tierra y apuntó entre los objetivos que la actividad “se sustente más y que sea de más calidad”, consideró a la prensa mientras lo esperaban en el primer piso para el comienzo de la reunión.
El reparto de bolsones de comida por parte de dirigentes del Soip para que algunos de los trabajadores del pescado en Mar del Plata reciban asistencia alimentaria durante las fiestas de fin de año no parece ser una herramienta que coincida con esas políticas que pregona el Ministro.
“Vamos a tener un verano bastante bueno en la pesca; se está pescando y no habrá esos huecos que hubo en los años anteriores”, dijo el Ministro en otra muestra gratuita de desinformación absoluta.
Con dos días hábiles del año nuevo, ayer recién salió la primera media docena de buques pesqueros para iniciar la marea inaugural del año. Y que no habrá huecos como los que produjo el langostino a partir de junio está por verse. No hay indicios por ahora de incrementar los incentivos para pescar merluza y no langostino.
Antonio Solimeno y Fernando Rivera, el presidente de Caipa, llegaron de manera prematura a la reunión. Formaban parte de los invitados del segundo turno, junto con representantes de la Cámara de Armadores y Udipa.
Solimeno blandía sus quejas por el escaso espacio en el interior del puerto y refutaba los dichos de Merlini, para quien los 570 metros de la Escollera Norte (Base Naval y Terminal de Cruceros) era un muelle adicional para el puerto que DIetrich le regaló en un día de solidaridad extrema.
“El otro día no tenía nada que hacer en casa, me fui al puerto y me puse a contar los barcos. Uno por uno”, dice el empresario en voz alta. Se acaba de fundir en un abrazo con Juan Bosch y camina de acá para allá con las manos detrás de su espalda, con la ansiedad de un chico al que le han quitado un dulce. “Sabés cuántos hay: 325”, dice Tony
La reunión con Sarquís y Bosch no sirvió siquiera para poder avanzar en el único tema que preocupa y divide a la pesca nacional: el futuro de la Resolución 1113/88, la cual establece un límite de 40 metros y una potencia máxima de 2000 HP para los barcos que operan en la pesquería de langostino.
Hay sectores como Caipa y Cepa que buscan derogar la norma. Uno de sus principales socios, José Moscuzza, se dispone a recibir a su nuevo buque factoría construido en Vigo. El “José Américo” tiene 47 metros, según reporta el Faro de Vigo el pasado 24 de diciembre. El portal describió al buque en el marco de un informe donde destaca la provisión de equipos de pesca de Industrias Ferri al armador marplatense.
Francisco Di Leva es el representante de la Provincia de Buenos Aires en el Consejo Federal Pesquero (CFP). Quien tendrá que votar si está a favor o en contra de la derogación de la normas que restringen el aumento del esfuerzo pesquero sobre el langostino. El lobby de las empresas integradas busca voltear la normativa antes que inicie la próxima zafra, en el segundo cuatrimestre.
Di Leva viene de una familia de pescadores con participación en la empresa “El Marisco”, cuyo barco insignia es el fresquero “El Marisco II”, que tiene más de 40 metros de eslora y por lo tanto, no puede pescar langostino.
En la empresa de la familia del consejero no apuestan por la continuidad de las restricciones. Ya mandaron a cotizar tangones para adosarle al fresquero.
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