El Presidente se sintió aliviado por su decisión. La "trituradora" de la gestión. El nuevo debate interno. El anuncio de CFK y la carrera de Massa.
Por Gabriela Pepe
Alberto Fernández está aliviado. Hacía meses que maduraba en privado la decisión de no pelear por la reelección. Lo tenía definido y hablado con su círculo más íntimo. Esperaba un escenario mejor para que el anuncio no se leyera como una rendición. Apuntaba a la segunda quincena de mayo, cuando tenía la expectativa de que el Frente de Todos (FdT) pudiera subirse a una serie de victorias provinciales y que el número de la inflación diera un poco de tregua.
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No hubo margen. La caótica semana financiera, la disparada del dólar blue, el panorama alarmante que le trazó Sergio Massa el jueves por la mañana, y la proximidad de la reunión del Consejo Nacional del PJ, que amenazaba con ponerlo contra el paredón, precipitaron el anuncio. Fernández leyó que el tiempo se había agotado. “Lo del viernes en Matheu iba a ser una carnicería. ¿Cómo seguía después de eso?”, evalúa un hombre que conoce al Presidente desde hace décadas.
La decisión, dice otro miembro del círculo íntimo de Olivos, ayudará a “ordenar” el espacio, “descomprimir” tensiones y avanzar en las definiciones de la estrategia electoral. Lo que La Cámpora llamó “la nueva etapa” antes del cierre de listas del 24 de junio.
Nada está asegurado. La reunión del viernes, en la sede de Matheu, convocó a un Congreso nacional para el 16 de mayo pero sembró una nueva grieta. Ahora la pelea es si las candidaturas se definirán en las PASO o si puede haber un gran acuerdo que selle una lista de unidad, lo que convertiría en derrota la batalla que Fernández creyó ganar hace pocas horas, cuando declinó su candidatura convencido de que había contribuido a “democratizar” al peronismo.
“Démosle la lapicera a cada militante”, pidió el Presidente el viernes, en el pedido para que los votos de la interna actúen como ordenadores en lugar de lo que llama la “dedocracia” de Cristina Fernández de Kirchner. Las PASO fueron su gran apuesta. Máximo Kirchner le respondió el sábado desde el plenario del PJ porteño que se celebró en Ferro. “La birome siempre la han tenido los militantes y las militantes. El problema es que queremos escribir un nombre y el Poder Judicial quiere borrar ese nombre”, dijo, sobre la postulación de la vice.
El diputado confirmó, además, que Cristina volverá a hablar en público el jueves 27 en el Teatro Argentino de La Plata, un lugar mítico para el kirchnerismo, donde la vice anunció en 2005 que lanzaba su candidatura a senadora en lo que marcó la ruptura con Eduardo Duhalde. La fecha elegida coincide con el aniversario de la elección que consagró presidente a Néstor Kirchner, en 2003, con el 22% de los votos, luego de que Carlos Menem desistiera de presentarse a competir en el ballotage.
Será la primera aparición de la exmandataria después del anuncio del Presidente y la esperada respuesta al “operativo clamor” que la militancia lanzó en marzo, en Avellaneda, para convencerla de que revea su decisión de no ser candidata “a nada” en las próximas elecciones. Ya sin Fernández en la cancha, Cristina marcará en público el rumbo que quiere imprimirle al FdT. En su entorno dicen que no cambiará su decisión.
Kirchner dio otra pista el sábado, en Caballito. Pidió sellar "un programa" y "el compromiso inquebrantable de cumplimiento de cada una de las partes del FdT para después no tener dolores de cabeza”. El contrato que el oficialismo no rubricó en 2019 cuando ganó las elecciones. Después, llegaron las tensiones internas con Fernández, a quien el kirchnerismo le reprochó haber roto el pacto electoral.
¿Será el contrato previo una forma de evitar desvíos en caso de que el elegido esta vez sea otro, por ejemplo, Massa? ¿Conformaría eso a la militancia que se rehúsa a darle su voto de confianza al líder del Frente Renovador, con quien Cristina y La Cámpora sellaron una sociedad que funciona a la luz del día? El viernes, el líder del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), Juan Grabois, que ya lanzó su precandidatura presidencial, dejó una advertencia desde Rosario. “Cristina ni en pedo vamos a votar a este sinvergüenza, vendepatria y cagador de Massa”, dijo. ¿La vicepresidenta podrá contener la demanda por izquierda que representa Grabois?
Massa desplegó esta semana todas las variables de su juego. Volvió de una gira por Estados Unidos con fondos frescos para las reservas producto de desembolsos del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a tono con la promesa que Joe Biden le había hecho a Fernández en la reunión que tuvieron a fines de marzo en la Casa Blanca.
Consiguió, además, que el FMI diera el visto bueno a una renegociación del acuerdo de Facilidades Extendidas, debido a la sequía. Apunta a conseguir el desembolso de unos 10 mil millones de dólares en junio. Un salvataje inesperado que evitaría la catástrofe financiera y que, con Fernández fuera de carrera, Massa buscará capitalizar como un espaldarazo a su candidatura. Erigirse como el garante de la estabilidad.
A eso le sumó el lunes una foto con el presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, con quien anunció que Argentina será sede del Mundial Sub-20, que se disputará a partir del 20 de mayo y que traerá de regreso algo de la mística campeona de Qatar. El anuncio fue en el Ministerio de Economía.
El martes, mientras en la Casa Rosada se desataba una tormenta que derivó en la renuncia del jefe de asesores del Presidente, Antonio Aracre, - eyectado por un enfrentamiento con Massa - el ministro recibía sonriente a los dos ganadores de las elecciones del domingo 16, Rolando Figueroa (Neuquén) y Alberto Weretilineck (Río Negro), que no se molestaron en cruzar la calle. Massa publicó la foto junto al hashtag de campaña #CreoEnArgentina, que el Frente Renovador empezó a usar de manera coordinada el 1 de enero.
El massismo celebrará un congreso nacional a principios de mayo para pedirle a su líder que sea candidato. Aunque el ministro lo siga negando, ya ninguno de sus dirigentes habla de la supuesta "incompatibilidad" entre manejar la economía y ser presidenciable. El 2 de mayo Massa podría participar del acto que la CGT hará en la cancha de Defensores de Belgrano por el Día del Trabajador. Sería el gesto de apoyo de la central obrera a una postulación cada vez más inminente, aunque tiene reparos internos. “¿Cómo vamos a ir a la elección con un candidato con el 8 por ciento de inflación mensual?”, se preguntan algunos dirigentes gremiales. Será difícil.
En tanto, en el entorno del Presidente todavía hay quienes buscan pelear con lo propio. El canciller Santiago Cafiero y la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, empujan la candidatura de Daniel Scioli. Piensan, como Fernández, que la interna le daría “volumen” al FdT. Massa pretende ser candidato de unidad. No quiere PASO. Quienes lo conocen dicen que Scioli no piensa bajarse.
El primer mandatario también alentó en las últimas semanas la candidatura de su jefe de Gabinete, Agustín Rossi, que evaluará en los próximos días “si genera expectativas” para tomar definiciones. No descarta que pueda haber un candidato “de síntesis”. Rossi quiere, al menos, que el FdT elabore un "código de convivencia" que evite el desastre. ¿A Fernández le queda poder para construir un candidato propio?
Un final anunciado
“A mí me guía la racionalidad. Si hay otro candidato que pueda garantizar el triunfo, tendrá mi apoyo”, respondía Fernández a fines del año pasado, cuando algunos dirigentes todavía lo animaban a pensar en un nuevo mandato. Ya hablaba, incluso, de la posibilidad de apoyar a Massa: “Si a Sergio le dan los números, yo lo ayudo”.
Entonces, la llegada del ministro encerraba una paradoja. Si su gestión era exitosa podía generarle a Fernández la ilusión de que tenía chances de pelear por la reelección. También podía catapultar a Massa como candidato. Si fracasaba, hundía a todo el FdT. Pese a la disparada inflacionaria, el ministro quedó en pie. Fernández se retiró de la carrera por falta de apoyos internos.
A pesar de los esfuerzos, el Presidente nunca pudo reconectar con el electorado que se desencantó a mediados de 2021, con la foto de la fiesta en Olivos en plena pandemia. Intentó fortalecer su imagen a fuerza de gestión, obras y recorridas por todo el país. Buscó tender puentes con intendentes y gobernadores. Sus laderos le aconsejaron que aplicara látigo y chequera para conducir. “No es mi estilo,” dijo.
La relación con el kirchnerismo no tuvo retorno. Fernández se cuelga la medalla de haber cuidado la unidad, aunque eso hubiera significado pagar un alto costo personal y político, en el fuego cruzado entre quienes lo incitaron desde el comienzo a romper con Cristina y los reproches de la vicepresidenta y su entorno. El FdT sobrevivió.
El Presidente vivió la gestión como “una trituradora”, marcada por la herencia económica, a la que se sumaron la pandemia, la guerra, la sequía y la interna descarnada del FdT. El peor de los mundos. “Fue durísimo. Más allá de errores propios, la soledad fue descomunal. Si esta coalición sigue unida fue porque Alberto tomó esa decisión. Está entre aliviado y dolido, pero seguro de la definición que tomó”, graficó ante Letra P un integrante del círculo más íntimo del Presidente, que apoyó el anuncio adelantado de la declinación de su candidatura. Sus críticos dirían que fue “demasiado tarde”, cuando ya la suerte del peronismo estaba echada.
En la Casa Rosada se ocuparon de aclarar que ni Massa ni Cristina habían sido advertidos previamente de la decisión que conocieron el jueves sus funcionarios más leales, el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello; Tolosa Paz; la portavoz Gabriela Cerruti; el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos; Cafiero; la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra y Rossi.
El Frente Renovador confirmó la versión. El entorno de la vicepresidenta la desmintió. Dijeron que Cristina había recibido avisos previos entre el miércoles y el jueves. Otro interlocutor de la expresidenta dijo que se enteró el jueves a última hora. Un detalle menor que puede ser irritante en los celos por la intimidad y la disputa entre bandos que ahora se embarcan en una nueva pelea por las listas.
En la Casa Rosada confían en que todo llegara a buen puerto. Repiten que Río Negro y Neuquén desnudaron la merma del voto puro kirchnerista y que el FdT solo tiene destino si al final del camino, el Presidente, la vice y Massa negocian una oferta electoral diversa. Confían en que después de mostrarse los dientes se sentarán a negociar acuerdos amplios para ganar. Por lo pronto, como las familias que no abandonan las formalidades a pesar de los odios y las peleas, Fernández y Cristina intercambiaron mensajes de Felices Pascuas. Después del anuncio del Presidente no volvieron a escribirse.
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