A contramano del discurso de que "no hay plata" que pregona el Gobierno, el Ministerio de Seguridad gastó más de $1.000 millones en granadas, cartuchos de balas de goma y lanzagas. Además, abrió una licitación millonaria para máscaras de gas y escudos. Cuánto costó el operativo del 12 de marzo para atacar jubilados e hinchas de fútbol, donde terminó gravemente herido el fotógrafo Pablo Grillo.
Por Agustín Gulman
Para reprimir a los jubilados hay plata. A poco más de un mes de la marcha del 12 de marzo en inmediaciones del Congreso, el Gobierno reconoció a Página|12 que pagó cerca de $80 millones extra para enviar a las fuerzas de seguridad que durante horas atacaron a los manifestantes, el equivalente a unas 280 jubilaciones mínimas. Al show montado por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, hay que sumarle las compras millonarias de material represivo durante el último año, que ascienden a más de $1.000 millones, para granadas y cartuchos similares al que hirió de gravedad al fotógrafo Pablo Grillo; y a más de $500 millones para máscaras de gas, escudos y tonfas.
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Los datos surgen de un pedido de acceso a la información pública que hizo este diario al día siguiente de la manifestación que acabó con una represión pocas veces vista desde el estallido social, político y económico de diciembre de 2001. Ese día, los jubilados marcharon como todos los miércoles desde hace más de un año, acompañados por hinchas de clubes, y en el operativo de seguridad el Gobierno dispuso una suma millonaria para “gastos derivados del consumo adicional de combustible y equipos de apoyo”, que en total treparon a $78.720.989,10.
La mayor parte del dinero fue para la Policía Federal, que dispuso un plus para esa jornada de $75.963.104. La Gendarmería – la fuerza señalada por el disparo de una cápsula de gas al fotógrafo Grillo – dispuso de $1.843.558,10. La Prefectura Naval gastó 477.527, y la Policía de Seguridad Aeroportuaria, que también trabajó ese miércoles, erogó $466.800.
De acuerdo con el registro oficial al que tuvo acceso este diario, en total intervinieron 1.266 efectivos, una cifra similar a la que se dispone para un superclásico entre Boca y River. Y para reprimir hubo una gran variedad: los gendarmes, por ejemplo, dispararon con cartuchos 38.1 mm de lanzagas. Uno de ellos, disparado por el cabo Guerrero, le pegó de lleno en la cabeza a Grillo, que un mes después de recibir el impacto continúa internado en terapia intensiva en el Hospital Argerich, donde esta semana fue operado nuevamente.
Su padre, Fabián Grillo, le dijo a Página|12 que la evolución de su hijo es favorable y se esperanzó con que en las próximas semanas pueda ser externado de la unidad de terapia intensiva. “La evolución es muy buena. Lee mucho, lee cosas de fotografía, sus colegas le traen libros de ellos. También alguna novela, algunos comics que le trajeron”, contó. Del momento del disparo no recuerda nada. Lo primero que leyó fue El Principito, la novela de Antoine de Saint-Exupéry que le llevó una enfermera. En paralelo, la familia fue aceptada como querellante en la causa a cargo de la jueza federal María Servini, donde se busca dilucidar las circunstancias en que quedó en estado crítico.
Pero además, la Gendarmería contó con granadas de mano, aerosoles de gas pimienta M9-OC, granadas de mano de gas, cartuchos de gas y cartuchos de “AT”. La Prefectura Naval tuvo un equipamiento similar: cartuchos de bala 12/70 con perdigones de goma que llevaban la marca de Fabricaciones Militares, Pellets químicos Pepper (OC-PAVA) disuasivo orgánico, candelas de mano de Fabricaciones Militares y proyectiles de gas de 40 mm.
El Gobierno no informó ni cuánto gas, ni cuántas balas ni cuántos cartuchos de gas se dispararon para reprimir la manifestación. Y también evitó informar cuánto dinero se gastó en esos insumos, alegando que se trata del presupuesto ordinario de las fuerzas.
El supermercado de balas, cascos y tonfas de Bullrich
De todos modos, sí se puede seguir el rastro de las compras de material represivo que ha hecho Bullrich en el último año. Por ejemplo, a finales de julio de 2024 se compraron 5.875 cartuchos y granadas de gas lacrimógeno a Fabricaciones Militares, sin licitación y en dólares. En total, según consta en el propio portal de compras del Estado, Seguridad pagó $992.875 dólares. En pesos, al tipo de cambio de este viernes 18 de abril, son $1.151.735.000. Sólo para comprar y tener una referencia, representaría unas 3.142 jubilaciones mínimas con el bono de $70.000 - congelado hace más de un año - incluido. Cada cartucho como el que le impactó en la cabeza a Grillo costó 169 dólares, unos $196.040.
En el propio documento adjunto a la compra, Fabricaciones Militares habla de los gases antidisturbio como “cartuchos de hostigamiento”. Sobre los cartuchos lanzagas de 38.1 mm, dice que son “elementos de disuasión que permiten mediante un compuesto químico la emisión de un gas en forma de nube de humo disuadida, continua, uniforme y densa, con efecto lacrimógeno altamente irritante sobre las vías respiratorias y piel, y ataque al sistema nervioso”.
Además, hay que sumar el gas pimienta, que las fuerzas de seguridad rocían cuantiosamente cada miércoles. La dirigente de izquierda Myriam Bregman informó en marzo que cada uno cuesta $250 mil.
A esto hay que sumar el equipamiento que utilizan los oficiales. Según el portal de compras oficiales, en 2024 el Ministerio de Seguridad abrió una licitación para que la Policía Federal adquiera trajes para protección personal (300), cascos antidisturbios de policarbonato (700), escudos antidisturbio en formato “burbuja” (300), máscaras antigas con visor que protejan ante “agresivos químicos” y filtros descartables (500), tonfas de 60 centímetros (1.000) y bastones para “control de disturbio” de 95 centímetros (1.000).
Esta licitación fue abierta a finales de 2024 y se adjudicó en marzo a tres empresas. Los trajes, los cascos, los escudos y los bastones fueron para una empresa que cobró $321.500.000. Las mascaras, para otra firma que cobró $238.746.120; y las tonfas fueron para una cooperativa por $20.000.000. Según Bregman, vestir a cada oficial con el equipamiento que llevan a las marchas cuesta $1.074.404, lo que equivale a unas tres jubilaciones con bono.
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