Macri los saca porque, dice, son inseguros. Pero son los que menos accidentes sufrieron. Ayer, los pasajeros demostraron su afecto con los coches de 99 años y reclamaron que se reciclen para viajes turísticos los fines de semana.
Por Pedro Lipcovich
Vivir 99 años, trabajar hasta el último día y ser despedido con aplausos: ese honroso destino alcanzaron los vagones Le Brugeoise de la línea A, que anoche cumplieron sus últimos viajes. Ayer, integrantes de organizaciones defensoras del patrimonio urbano se reunieron en la Plaza de Mayo para reclamar que “las Brujas” –los coches fabricados en 1913 en la ciudad belga que lleva ese nombre– continúen en servicio, aunque fuese los fines de semana y con propósitos turísticos e históricos. Antes, vecinos y delegados se habían movilizado en protesta por el cierre de la línea, que permanecerá clausurada hasta el 8 de marzo mientras se realizan trabajos de acondicionamiento para los nuevos vagones, de origen chino. Al anochecer, los defensores del patrimonio bajaron a la estación cabecera de la línea A, donde saludaron con aplausos a los trenes –de madera y cristal– cuando llegaban y cuando partían en sus viajes finales. “¡Las Brujas no se van!”, coreaban, mientras veían cómo se iban para siempre.
Los carteles –en el atardecer de Plaza de Mayo, junto a la boca del subte A– decían: “¡Salvemos los coches de la línea A!”. Y también: “¡No al desguace de los venerables vagones de la línea A!”, “¡Preservemos los históricos coches de la línea A!”. Y finalmente: “¡Vamos las Brujas!”.
“En Budapest, coches similares siguen funcionando con fines turísticos –destacaba Mónica Capano, de la Red por el Patrimonio de la Ciudad de Buenos Aires–. Pedimos que ‘las Brujas’ sigan en uso, con su valor funcional: no convertidos en bibliotecas en las plazas, donde no tiene por qué haber ni bares ni bibliotecas.”
Laura Navarro, también de la Red, señalaba que “el índice de accidentalidad es bajísimo en relación con las demás líneas. Estos coches son los más seguros. Los llamados ‘paratrenes’, que actúan como frenos, son de calidades nobles, nunca fallan”. Los vagones venían siendo mantenidos en los talleres de El Polvorín: “Ahí están los técnicos que saben restaurar esos coches. Tienen saberes heredados, que son un patrimonio cultural intangible, además del patrimonio tangible de los trenes, con su belleza y su impronta”. La defensora del patrimonio planteó “un proyecto de mínima: permitir que estos coches sigan circulando los feriados y los fines de semana. Aunque nosotros queremos que funcionen como siempre”.
Arturo Balassa estaba ahí porque “en 2004 yo anduve en el subte de Budapest, similar a la línea A: restaurados, automatizados pero con formato de época. Me gusta tratar de conservar los valores visuales, el olor y los sonidos de la época en que se generaron”.
Matías Profeta, que no forma parte de ninguna entidad –“nos juntamos en Facebook por este tema”–, insistía en que “en 99 años, estos coches no tuvieron ningún accidente con pasajeros. La flota puede funcionar los fines de semana, como atractivo turístico”. Y se exaltaba: “Son los trenes más antiguos en uso en el mundo: es como encontrar dinosaurios vivos. ¿No habría que conservarlos? En las guías de turismo del mundo figuran como patrimonio único en Buenos Aires”.
Circulaba un petitorio para firmar: “Apoyamos la preservación y restauración de los vagones históricos de la línea A de subtes, por pertenecer al patrimonio de la nación”. Participaban en la movilización los legisladores porteños Vilma Ripoll y Adrián Camps.
Antes, a las dos de la tarde, vecinos y trabajadores del subte habían viajado en uno de los trenes hasta la estación Primera Junta, donde Horacio Fontova ofreció un minirrecital en apoyo. En este caso, la protesta se centró en la suspensión de los servicios de la línea A, dispuesta por el gobierno porteño desde hoy hasta el 8 de marzo. Roberto Pianelli, secretario general de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y el Premetro, sostuvo que “no hay necesidad de parar la flota dos meses”, y afirmó que el gremio propuso “alternativas como parar solamente la mitad de la línea o hacerlo en forma escalonada”. También se juntaron firmas, en este caso por la “Campaña decile no al cierre de nuestro subte A”. Participaron los legisladores Aníbal Ibarra y María Rachid.
El 4 de enero, el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires anunció el cierre de la línea hasta el 8 de marzo, en el marco del Plan de Renovación de Material Rodante: en ese lapso se retirarán los 55 coches Le Brugeoise, que serán reemplazados por 45 nuevas unidades, de origen chino y con aire acondicionado, adquiridas por el gobierno de la Nación. Los nuevos trenes requerirán un cambio en la tensión, que pasará de 1100 a 1500 voltios.
Juan Pablo Piccardo, presidente de Subterráneos de Buenos Aires (Sbase), afirmó que la auditoría técnica realizada por el Metro de Barcelona “no recomendó mantener la oferta comercial con trenes La Brugeoise”. Y sostuvo que “Sbase preservará al menos 15 coches, siguiendo estándares internacionales, para que en el futuro vecinos y turistas puedan disfrutarlos como un paseo turístico de fin de semana”. Hernán Lombardi, ministro de Cultura de la Ciudad, anunció que grupos de dos vagones funcionarán desde marzo como bibliotecas públicas en plazas porteñas.
Anoche las Brujas realizaban sus últimos viajes. En la estación Plaza de Mayo, los manifestantes aplaudían a los trenes que llegaban y a los que partían. Desde el andén sacaban fotos; los pasajeros respondían con sus flashes desde adentro de los coches, donde los preciosos espejos biselados centelleaban todavía.
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