Por: Alejandro Bercovich. María Eugenia Vidal lo negaría en público si alguien se atreviera a preguntárselo, pero en la intimidad asegura que preferiría evacuar su despacho de La Plata (y también el que acaba de estrenar en el Museo Ferroviario) antes que ser reelecta si Cristina Kirchner le arrebata la banda presidencial a Mauricio Macri.
Tras haber hecho trascender dos meses atrás su malestar por el ajuste que descargó el Presupuesto sobre su provincia, la gobernadora archivó la idea de desdoblar las elecciones provinciales de las nacionales y empezó a pedirles a los suyos que se preparen para los comicios más polarizados de la historia. Ahora vela sus armas para librar junto a su jefe el combate a todo o nada queCambiemos prefigura para todo 2019.
En el despojado edificio de Retiro donde pasa la mayor parte de su tiempo la jefa provincial dan por hecho que la reelección de Macri se dirimirá en un balotaje contra Cristina. Por eso descartan la fórmula Macri-Vidal, pensada originalmente para darle impulso a Macri en caso de que le faltaran pocos puntos para una victoria en primera vuelta. Lo último que les preguntaron a las tres consultoras con las que pulsan la opinión pública (Poliarquía, Isonomía y Aresco) es cuántos de los potenciales votantes de Vidal no votarían a Macri. ¿El resultado? El "vidalismo no macrista" representa un 10% del padrón bonaerense.
La versión completa de la encuesta de Poliarquía que publicó parcialmente en su portada el domingo pasado el diario La Nación, que el oficialismo procuró instalar como la confirmación científica de que lo peor ya pasó, le aportó al vidalismo varios datos más. Primero, que no hay candidato ni candidata que le haga sombra en su distrito. Tanto a Sergio Massa como a la propia Cristina Kirchner, si se postularan, les ganaría por 15 puntos. Bien distinto es el resultado de la compulsa "head to head" (como llaman los sociólogos a la pregunta con solo dos opciones) para Presidente. Ahí Macri volvió a superar a Cristina después del peor trimestre de su gestión, pero la aventaja por apenas cuatro puntos. Menos de lo que podría birlarle al oficialismo un eventual candidato pintoresco que exprese a la ultraderecha, como Alfredo Olmedo o José Luis Espert.
Populismo financiero
Aunque los números se lo sugieran, Vidal jamás caería en el error de principiante que cometió Emilio Monzó, que le valió el pasaporte al exilio definitivo de Cambiemos. Nunca le sugeriría al jefe que decline postularse para la reelección. Que renuncie a su batalla a todo o nada. Su primer mano a mano personal con Cristina. El que esquivó en 2011 con buen tino y el que debió delegar el año pasado en el sustituto menos atractivo posible, Esteban Bullrich, que igual ganó.
La pregunta que se hace ahora el oficialismo es cómo imponerse en ese duelo personal en condiciones mucho más adversas que las de 2017 y ya sin recursos para el populismo financiero que desplegó el año pasado (créditos Argenta, hipotecarios UVA, cuotas sin interés, aplazamiento de los tarifazos y cuoteo estratégico de las paritarias). La respuesta la sueltan cerca de Marcos Peña, devaluado para el público y el círculo rojo pero aún activo en palacio. "No vas a ver a un Macri populista porque no le sale, pero sí a un Macri de campaña. Hacer otra cosa sería resignarnos a quedar a mitad de camino", dicen desde el primer piso de la Rosada.
¿Qué implica un Macri de campaña? En principio, un Guido Sandleris atento a que no se escape otra vez el dólar. Por eso Peña lo protegió jugando al filo del reglamento en un escándalo personal que amenazó seriamente su continuidad la semana pasada. En segundo lugar, unas tarifas de gas y luz que no subirán más que la inflación el año que viene. Ahí podría asomar un conflicto con el Fondo Monetario, que esta semana reclamó trasladar a los usuarios el costo de la devaluación. Pero en el Ministerio de Hacienda dan por hecho que el Fondo Monetario seguirá blindando a Macri frente al costo político que implicará aplicar su propio programa. Después se verá.
Conspiranoicos
Mientras nadie sabe aún quién pagará la campaña para esas elecciones que pueden marcar el rumbo del país por mucho más que un cuatrienio, el empresariado asiste perplejo a las idas y vueltas de las causas judiciales que, como nunca antes, involucran a algunos de sus pesos pesado. Las arbitrariedades de la causa que se inició a raíz de las revelaciones de los cuadernos de Oscar Centeno ya hacen que se celebre y se llore con apenas horas de diferencia.
En la calle Della Paolera, por ejemplo, se festejó el fallo de ayer de la Cámara Federal porteña como un gol: Luis Betnaza, el lobista en jefe de Techint, ya no está procesado por asociación ilícita sino por cohecho activo, un delito que por su rango de penas rara vez termina en prisión efectiva. Lo mismo ocurrió con el resto de los ejecutivos procesados excepto Gerardo Ferreyra, que no aceptó declarar como "arrepentido". Una Navidad sin presos del establishment. El jefe de Betnaza, Paolo Rocca, ni siquiera llegó a ser procesado tras su indagatoria.
Pero lo que miran los dueños de la Argentina no es solo esa causa. Horas antes cayó como una bomba en el universo contratista la ratificación de los procesamientos de Aldo Roggio (Roggio S.A.), Tito Biagini (Cartellone S.A.) y Carlos Wagner (ESUCO) que había dispuesto el juez Sebastián Casanello en la investigación sobre presuntas coimas en las obras de AySA donde participó el pulpo brasileño Odebrecht. Ni el equipo de Casanello esperaba semejante espaldarazo.
La misma sorpresa causaron los allanamientos simultáneos de anteanoche en el domicilio y las oficinas del zar aeroportuario Eduardo Eurnekian. No porque el arrepentido Claudio Uberti pueda probar fácilmente que le cobró coimas a cambio de mantenerle la concesión de dos corredores viales, sino por el riesgo de que la Justicia hurgue después en la prórroga de las concesiones de los 33 aeropuertos que administra. Si alguien en la policía o en Comodoro Py fue capaz de avisar a los canales de TV de los allanamientos y hasta de facilitarles la dirección de su mansión en Martínez ¿qué vendrá después?
Tal vez sea, como le dijo el prestigioso jurista Alberto Binder a la revista Crisis, "una operación pensada en algún lugar", porque "los empresarios son el único sector que quedaba por disciplinar en este país". Binder cree que "no hay que ser simplistas y pensar que Macri se reúne con cinco tipos y diseña todo", pero advierte que "hay problemas de competencias extranjeras que, sin ser muy conspirativos, son reales". Y subraya: "Odebrecht había generado un monopolio en la obra pública de la región que resultaba inadmisible para los actuales parámetros de orden comercial".
En países como Perú, a un alto costo para el Estado y los usuarios de las obras públicas, ese monopolio se rompió mediante las obras con Participación Público-Privada (PPP), un esquema financiero que esta semana Macri debió resignarse a suspender por la disparada del riesgo país. Pero que Guillermo Dietrich -un buen amigo de la Embassy- promete volver a impulsar pronto.
Indulto
Paolo Rocca se mostró convencidísimo de que el Tío Sam no está detrás de sus desventuras. Pero una vez más, quizás no sea tan simple. Un fondo de créditos que depende del gobierno estadounidense, la Overseas Private Investment Corporation (OPIC), advirtió por escrito ante una consulta de la agencia de información financiera REDD Intelligence que podría denegar préstamos blandos por más de US$ 800 millones que preveía otorgar a compañías argentinas a raíz de las causas de corrupción que se siguen contra sus ejecutivos. "Antes de que cualquier financiación se apruebe o se desembolse, los proyectos que buscan apoyo y sponsors deben pasar por varios niveles de aprobación que incluyen chequeos rigurosos", avisó la OPIC.
Además de Tecpetrol, de Rocca, el quite de créditos podría afectar a Transportadora Gas del Sur (del grupo Pampa, investigado por la compra de acciones de Petrobras a la ANSES) y a Genneia, una empresa de energía eólica donde la familia Brito posee un 25% de las acciones. Jorge Horacio Brito fue procesado a principios de mes en el caso Ciccone.
Que se caiga el financiamiento de una agencia de crédito oficial de Estados Unidos puede afectar algunos proyectos o negocios puntuales, pero no pondría en cuestión la supervivencia ni la propiedad local de las mayores empresas de la Argentina. Sí podría afectar a ambas que los bancos de Wall Street siguieran su ejemplo. ¿O no tiene destino de desplome la acción de una compañía extranjera que cotice en el Dow Jones y a la que le corten el crédito por corrupción? ¿Habrá sido eso lo que puso tan nervioso a Miguel Gutiérrez, el presidente de YPF, cuando le preguntaron el lunes en un brindis de la petrolera de bandera por la declaración indagatoria que había prestado el jueves anterior como exdirectivo de la concesionaria del Acceso Oeste?
"Si fuera presidente indultaría inmediatamente a todos los empresarios de los cuadernos", dijo esta semana Eduardo Duhalde, el máximo impulsor de la candidatura presidencial de Roberto Lavagna, que entusiasma a más de un empresario pese a los 76 años del exministro. Con slogans así, si no fuera por la hiperpolarización entre Macri y Cristina que cantan todos los focus groups, la campaña mejor financiada sería seguramente la suya.
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