La mención de una botella de Mirinda puede despertar emociones muy diferentes en función de la ubicación geográfica del oyente: en algunos lugares del mundo es simplemente un refresco más, consumido habitualmente; sin embargo, en la España peninsular el nombre de Mirinda evoca la nostalgia de épocas pasadas.
Aquella bebida que fuera tan popular en la España de los años 50, 60 y 70 desapareció abruptamente de los lineales en los años 90. ¿Qué sucedió para que esta marca española se desvaneciera del mercado que la vio nacer mientras seguía haciendo fortuna en otros parajes?
La explicación se enmarca dentro de la legendaria rivalidad entre los dos gigantes de las bebidas carbonatadas, The Coca-Cola Company y PepsiCo. Ambas compañías llegaron en los años 50 a España, donde empezaron a abrirse camino en un sector incipiente que ofrecía grandes promesas de expansión.
En los años 60 competían marcas como Fanta, Kas, Konga, Orange Crush y Mirinda. La estrategia de crecimiento de Pepsi en el país se basó en la adquisición de muchas pequeñas empresas de bebidas y de aperitivos, entre los cuales estuvo, precisamente, Mirinda. Esta última alcanzó una enorme popularidad gracias a la fuerte inversión que se hizo en publicidad, con campañas míticas como la de la “chica Mirinda” o los anuncios de Mortadelo y Filemón anunciándola.
Sin embargo, un hecho inesperado acabaría cambiando las cosas para Mirinda: la marca KAS cambió de manos. Fundada en Vitoria por los hermanos José María y Luis Knörr, KAS había llegado al segundo puesto en el podio de los refrescos, por detrás de Fanta. A finales de los 80, la familia Knörr vendió una participación mayoritaria al Banco Bilbao Vizcaya, que finalmente tomó la decisión de vender KAS a PepsiCo en 1992.
La multinacional americana se encontró en posesión de dos marcas muy similares, KAS y Mirinda, que competían directamente entre ellas. Y tomó una drástica decisión: apostar por la primera y dejar caer a la segunda. Así, PepsiCo dejó de comercializar Mirinda en la España peninsular, pero en Canarias y en más de cien países sigue vendiéndose y cuenta con nada menos que 44 variedades de sabores.
Y es que muchos consumidores alrededor del mundo siguen pensando que la bebida hace honor a su nombre, que significa, en esperanto, “maravillosa”.
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