Las estadísticas más recientes indican que un total de 190 millones de botellas de Coca Cola son vendidas cada día en todo el mundo. En ese sentido, con un margen de error muy pequeño, es posible que una de esas 190 millones de gaseosas pueda venir con algún defecto de fábrica. Y así pasó esta semana en Tucumán.

Rodrigo Salas, un tucumano de 32 años, se encontraba celebrando el cumpleaños de una tía en San Miguel de Tucumán. En determinado momento, tomaron una Coca fresca del corazón de la heladera para servir en la mesa, bebida que le tocó a Rodrigo: “La abrí yo, al principio no la veía, cuando serví el  primer vaso salió a flote. Es un pedazo de plástico como si fuese en el que viene enfardada la gaseosa. Mi hermana tomó el vaso lleno hasta que nos dimos cuenta”, contó a eltucumano.

Rápidamente, Rodrigo publicó en sus redes la imagen, etiquetando a varios medios de comunicación, con la intención de viralizar lo que podría pasarle a cualquiera, pero agradeciendo que no pasó a mayores: “Esperamos que no salga nada más que esto. Más que nada para concientizar a la gente que la gaseosa puede no ser buena, ahora es un plástico pero sé que en otros lados les salieron roedores”.

Consultado sobra las medidas a tomar con la empresa internacional número uno en la venta de bebidas, aseguró que no planea ir más lejos. La intención era alertar.