El consumo cotidiano de gaseosas se ha incrementado mucho en los últimos años, sobre todo en niños y adolescentes, pero detrás de esa efervescencia y sabor dulce se esconde, según analiza Javier Calandrelli, CEO de Sodamerica –empresa que comercializa máquinas que permiten hacer soda fresca en los hogares–, una problemática creciente que impacta tanto en la salud como en el medio ambiente.
La aprobación, hace un tiempo, de la ley de etiquetado frontal puso en agenda lo mal que comemos y, también, lo mal que bebemos. En este último sentido, el consumo de gaseosas, jugos, aguas saborizadas y otras bebidas con azúcar causa diversas problemáticas de salud, tanto en niños como en adultos.
Según un informe Sodamerica, una innovadora empresa argentina dedicada a la comercialización de máquinas que permiten hacer soda fresca en los hogares y que llegó al mercado uruguayo en octubre de este año, “los adultos consumen en promedio 85 litros de bebidas azucaradas por año, incluyéndose jugos de fruta, en polvo, gaseosas, aguas saborizadas y otros productos sin alcohol, y cada litro de bebidas azucaradas tiene, en promedio, 100 gramos de azúcar”.
Es decir, un adulto consume, aproximadamente, 8,5 kilos de azúcar por año en forma líquida.
“Desde Sodamerica se busca resaltar la importancia de optar por alternativas más saludables, permitiendo a las personas disfrutar de bebidas refrescantes sin comprometer el bienestar, siendo que Uruguay está en el top 10 de consumo de gaseosas”, señala Javier Calandrelli, CEO de Sodamerica, cuyos dispositivos son capaces de gasificar desde cerveza a bebidas blancas, pasando por jugos y leches.
¿Cuánta agua se convierte en burbujas?
La producción de gaseosas no solo afecta a la salud, sino también al medio ambiente. Según la compañía, para fabricar un litro de gaseosa se utilizan importantes cantidades de agua: las estimaciones refieren a 70 litros de agua para producir un solo litro de gaseosa.
“Como sociedad necesitamos tomar conciencia sobre el uso desmedido de recursos naturales en la fabricación de gaseosas y abogar por un enfoque más sostenible a la hora de consumir”, sostiene Calandrelli, agregando que “nuestro propósito, como compañía, es promover la ingesta de agua gasificada, y es importante aclarar que, tanto en la soda como en el agua sin gas, la base y la función son las mismas: hidratar nuestro organismo y aportar parte de las sales minerales que requiere para un buen funcionamiento”.
Una mirada local al consumo de gaseosas
En Uruguay el consumo de gaseosas ha experimentado un aumento en los últimos años. Según datos recientes, el promedio de consumo de gaseosas asciende a 113 litros, siendo el quinto a nivel mundial. Esta cifra, aunque refleja una preferencia arraigada por las gaseosas, también plantea preguntas importantes sobre la salud y la sostenibilidad ambiental en el país.
“No solo proponemos ofrecer productos para hacer soda en casa, brindando a los consumidores la posibilidad de controlar los ingredientes y reducir su huella de carbono, sino también educar a la comunidad sobre los impactos negativos asociados con las gaseosas tradicionales, ofreciendo la posibilidad de considerar el costo oculto que hay detrás de las gaseosas cada vez que quieran consumirlas”, remarcó el CEO de Sodamerica, que vale recordar llegó al país con su modelo Pampa tras una inversión de U$S 500.000 para estar operativos.
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