Tal cual sucediera en otras gestiones, el oficialismo ha vuelto a echar mano a la vieja alternativa “nosotros o el caos”, alertando con derogaciones que no son las que la oposición se propone, pero que sirven para atraer la atención.
Algo que no debería sorprender, terminó dando la nota esta semana: el gobierno se metió de lleno en la campaña electoral. Porque hasta ahora se había preocupado por mantenerse en el centro del ring, pero más bien despreocupado de asegurar su descendencia en la Casa de Gobierno, ante la certeza de que el heredero perfecto no existe, o no tiene chances. Pero llegó el día en el que empezó a hablar de más allá de 2015, sino a favor de alguien puntual, al menos en contra de la oposición en general.
Debería jactarse Ernesto Sanz de haber sido el que llevó al kirchnerismo a desatar la campaña del miedo que oficializó la última semana. Pasa que el precandidato presidencial de UNEN, que se sacaba chispas con Cristina en el Senado, ahora lo hizo al anticipar la intención de derogar leyes impulsadas durante los últimos años por el kirchnerismo. La Presidenta, que como ya hemos dicho hoy aparece más preocupada por la posteridad que por el presente, se indignó ante semejante desafío -que sabe compartido con el resto de la oposición- y mandó a sus principales espadas a defenestrarlo.
No casualmente La Cámpora fue la encargada de emprenderla contra el senador Sanz, a través de “Cuervo” Larroque y “Wado” De Pedro, dirigentes de trato directo con “la Jefa”.
Esa avanzada iniciada la otra semana se generalizó los últimos días cuando los principales dirigentes oficialistas comenzaron a agitar el temor a una eventual derogación de la AUH o la estatización de YPF. En ese marco se dio la participación accidental de Alex Freyre, un militante de los derechos homosexuales que cobró trascendencia pública durante el debate por el Matrimonio Igualitario, y que integró la lista de candidatos a diputados nacionales por el Frente para la Victoria porteño en las últimas elecciones -iba en el sexto lugar y solo entraron tres al Congreso-. Pero lo suyo fue más deseo protagónico que contribución a la causa, y dentro del oficialismo sus expresiones cayeron más mal que bien, aunque se le reconoce haber hecho su aporte al revuelo político, que para el gobierno es bienvenido en los tiempos que corren.
Diferente fue lo de otros dirigentes que salieron a agitar el supuesto objetivo opositor de liquidar las principales “conquistas” de la década K, entre ellos la propia Presidenta, que confirmó el jueves que no era ajena a esa campaña, cuando por cadena nacional con motivo del lanzamiento del ARSAT -convencida de estar escribiendo otra página de gloria en la historia de la gestión K-, deslizó aquello de que “los satélites no se pueden derogar”. En rigor, Cristina usó en ese discurso siete veces el verbo “derogar”. Y si bien celebró que los satélites estuvieran a salvo, alertó con la “derogación” de los sueños y el futuro.
Una Cristina en campaña se preguntó también qué hubiera sido del ARSAT si no hubiera ganado ella en 2007 y 2011. Qué pasará ahora que no puede ser candidata, le faltó acotar.
Exultante estaba estos días un revitalizado Daniel Scioli, que se sumó a la campaña con el mismo fervor que el año pasado se puso al hombro la candidatura de Martín Insaurralde, hoy próximo a desertar del kirchnerismo. Con un estilo que en realidad no le es propio, el gobernador la emprendió contra la oposición alertando sobre el “incierto” destino de la AUH e YPF, para el caso de no ser él quien gane en 2015.
No fue el único gesto que debe observarse de Scioli, que viene “recalculando” su campaña. Días pasados llamó la atención que el ministro Axel Kicillof lo acompañara a recorrer el puerto de Berisso, y la última semana visitó un excentro clandestino de detención junto a su secretario de Derechos Humanos, Guido Carlotto. Daniel Scioli estaría consumiendo dosis cada vez más altas de kirchnerismo extremo para salir de esa zona gris que para muchos ocupa y asegurarse el favor presidencial para 2015. Cree haber hecho avances en ese sentido. Al menos él lo siente así, justo cuando muchos colaboradores cercanos le insistían en que era el momento de despegarse.
Por el contrario, Scioli deja el discurso diferenciador para algunos de sus voceros, mientras él se aferra a la esperanza de contar con el tercio de los votos que espera retenga el kirchnerismo, a lo que confía sumar un caudal propio que le asegure la victoria. Pero para que se alineen los planetas, necesita un plus no menor: como candidato oficialista, le resulta indispensable que la economía se ordene. Menudo tema.
Es ahí donde surge otra de las señales que ha despertado el optimismo del exmotonauta: la esperanza de un acuerdo con los fondos buitre para el mes de enero. El tema es agitado cada vez por más analistas que dan por seguro algún tipo de arreglo, más que nada convencidos de que no hay manera de que el gobierno llegue a buen término en caso de persistir la situación actual. También contribuyen versiones circulantes que ponen en boca de Kicillof y Alejandro Vanoli supuestas garantías expresadas ante interlocutores diversos respecto a que en enero habrá un arreglo.
Lejos de apagar esas expectativas, las enfáticas desmentidas del viernes pasado son tomadas con pinzas: no queda otro camino que descartar públicamente cualquier acuerdo, cuestión de no correr riesgos con la cláusula RUFO.
¿Pero cómo podría explicar el gobierno semejante cambio del discurso “Patria o buitres”? Experiencia no le falta para adaptar fuertes giros, y la salida estaría en que el arreglo no estaría en manos del gobierno, sino de privados, como se abortó en septiembre pasado.
En la ilusión de Scioli contribuye la visión de su economista Miguel Bein, quien imbuido del proverbial optimismo del gobernador ha sugerido un posible crecimiento del PBI del 3% para el próximo año, en caso de que haya un arreglo con los buitres. Parece mucho.
Pero hubo un factor más que alentó las expectativas del gobernador bonaerense: las versiones sobre una eventual candidatura de la Presidenta, que podría servir de locomotora para la lista del FpV. Algunos sugirieron los últimos días la posibilidad de que fuera candidata a gobernadora bonaerense, mientras que otros barajaron la alternativa de CFK como “parlamentaria del Mercosur”. Se trata de una lista que todavía no está definido, pero que podría elegirse por primera vez en 2015 y que tiene la particularidad de que, como los candidatos presidenciales, los postulados para el Mercosur figurarán en todas las listas del país.
Sin embargo una importante fuente del kirchnerismo, que supo alentar con devoción la continuidad de Cristina, descartó de plano ante este medio una eventual candidatura para cualquier cargo. “Ella ya ha dicho que ha hecho todo lo que tenía que hacer, que no le pidan más”, explicó, emparentando las versiones en ese sentido con el deseo personal de algunos, y el interés de muchos por mantener incólume el poder del gobierno lo más que se pueda.
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