Editorial
El reciente Coloquio de IDEA planteó una acertada agenda para el futuro y puso de manifiesto una esperada, aunque tardía, autocrítica del empresariado
El 51er. Coloquio de IDEA, que acaba de realizarse en la ciudad de Mar del Plata, no sólo dejó un saldo más que favorable por la cantidad récord de asistentes -superó las mil personas- y por la presencia de los principales candidatos presidenciales que competirán el domingo próximo. Quizás uno de los datos más valiosos del encuentro haya sido la autocrítica que distintos representantes del sector empresarial efectuaron por el largo silencio que los caracterizó durante los últimos años. No menos destacable resulta la importancia otorgada al debate de cuestiones trascendentales para el país que van más allá de la coyuntura económica, como la necesidad de construir políticas de Estado para enfrentar la amenaza del narcotráfico y para mejorar la calidad educativa.
Durante muchos años, como hemos señalado desde esta columna editorial, la dirigencia empresarial argentina fue víctima de sus propios temores y de su inacción frente a los abusos de poder y los ataques a la iniciativa privada por parte de los sucesivos gobiernos kirchneristas. Muy pocos hombres de empresa se animaron a cuestionar públicamente las heridas que las autoridades políticas les infligieron a las instituciones de la República, con el consecuente daño a la seguridad jurídica, a la economía y a las empresas del país. Una mayoría de dirigentes empresarios, lamentablemente, optó por el silencio, pensando con mezquindad que la cercanía al poder político o, al menos, el hecho de no exhibir su disgusto ante las medidas intervencionistas era mejor negocio. Más de diez años después, llegó la esperada, aunque tardía, autocrítica.
El cambio sobrevino con una reivindicación de uno de los pocos empresarios que, con valentía, alzaron en estos años su voz contra los atropellos gubernamentales y sus equivocadas políticas en materia energética: el hasta hace poco presidente de Shell, Juan José Aranguren. "Muy pocos lo acompañaron en su momento. Ahora lo invitan, cuando llega el fin de ciclo", señaló con ironía la ex senadora María Eugenia Estenssoro durante el coloquio, provocando aplausos de la concurrencia.
Se recordó también el duro cuestionamiento por parte del entonces presidente Néstor Kirchner al empresario Alfredo Coto, quien diez años atrás, en el marco de un Coloquio de IDEA, había cometido el supuesto pecado de afirmar que esperaba una inflación del 12 por ciento para el año siguiente. Muy pocos empresarios defendieron al supermercadista en ese momento.
Será vital que de cara a los nuevos tiempos políticos el empresariado argentino modifique su actitud. Lo visto la semana última en el encuentro de Mar del Plata resultó alentador. A lo largo de distintas exposiciones, quedó de manifiesto que para los allí reunidos es necesario asumir la profundidad de una crisis socioeconómica detrás de la cual se encuentra la falta de reglas claras, que desalienta los proyectos de inversión productiva y la generación de empleo genuino.
Junto a la necesidad de recuperar las castigadas economías regionales, es clave eliminar impuestos distorsivos y devolver a las provincias poder tributario. Es fundamental también redefinir el perfil del Estado para no seguir sumando burocracia innecesaria y hacer que éste deje de ser un instrumento para acomodar a los amigos del poder político. Finalmente, es menester reconocer que la inflación se ha convertido en un grave problema, que es la fuente de la depreciación del valor de nuestra moneda, y que sus efectos no se corregirán con más controles.
Es positivo que, junto a todos estos asuntos impostergables, los empresarios reunidos en el Coloquio de IDEA les hayan dado una saludable continuidad a cuestiones afligentes, como el avance del narcotráfico y la necesidad de fortalecer las acciones para la prevención de la drogadicción, al igual que los temas educativos, dado que gran parte del futuro económico del país depende de la formación y capacitación de las nuevas generaciones.
Más allá de todos los debates y las propuestas concretas que puedan haber surgido de este ámbito empresarial, quedará para la reflexión de todos los allí presentes la pregunta que se formuló el dirigente Fernando Cinalli acerca de qué podría haber pasado si los empresarios no hubiesen claudicado en su derecho a expresarse.
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