Si bien hay algunos indicios en el agro y en autos, recién después de junio podría repuntar el consumo. Las dudas: inestabilidad política y el temor a un rebrote inflacionario.
La economía argentina tiene un sustento mayoritario: el consumo básico. El dinero que inyectan los argentinos a diario, con compras de diferente índole, sobre todo el gasto más común e imprescindible: alimentos, bebidas, y otros bienes de uso diario. Esa porción explica más del 80% del Producto Bruto Interno (PBI) del país, el resto es, básicamente, la industria (más que nada autos) y el agro. Los que hoy manejan números, tanto consultores como empresarios, llegando a diferentes teorías respecto a cuándo podría operar una recuperación de la economía, pero la mayoría coincide en un punto. Quizás recién después de junio esa mejora que hoy se percibe en algunos rubros, puede dar alguna señal en el consumo, en el bolsillo de la gente. Como en 2016, el segundo semestre como la luz al final del túnel vuelve a aparecer.
Fausto Spotorno, economista jefe de Orlando Ferreres, explicó a Letra P que “hoy se está moviendo bien una parte del agro, la industria automotriz está con buenos números, pero esperamos que la gente sienta una mejora recién en la segunda mitad de año”. Para el especialista, la perspectiva de crecimiento de la economía para este año podría ser del 3 o 3,5%. Naturalmente, el fantasma del segundo semestre se juega todas las fichas a que luego de las paritarias los salarios empiecen a ganarle la carrera a los precios y el dinero de las subas se inyecte al mercado interno. “Ahí el problema es que no haya una disparada de la inflación”. Un diagnóstico similar tienen los economistas jefes del Banco Galicia, uno de privados nacionales que sirven como termómetro para el análisis de potenciales inversiones sostienen la pauta de un crecimiento del 3,5%. Observan sectores que empiezan a dinamizarse, pero ponen el alerta en otro punto que le juega en contra al país: la inestabilidad global y la posición que ha tomado Estados Unidos sobre los vínculos con países socios y no socios. Tienen, en cambio, una esperanza mayor en Brasil, al señalar que pasó de caer casi un 4% a menos del 1%.
Otro de los que habló de segundo semestre, también en 2017, fue Mario Blejer, uno de los economistas que asesoró a Daniel Scioli en su candidatura presidencial. Más entusiasta en el número final de PBI (5% de mejora) es Miguel Bein, pero con una condición: si los salarios no mejoran lo suficiente, habrá inconvenientes serios. Hoy el Gobierno trabaja con otras consultoras aliadas, como FIEL, que prevén aún menos crecimiento. Y hacen eje en la estabilidad de los precios. De hecho, entre las consultoras empezaron a generarse resquemores por la utilización política que el Gobierno Nacional ha hecho de los datos de precios que elabora la consultora Elypsis (del economista Eduardo Levy Yeyati), que puso a su plana mayor dentro del gabinete económico. Elypsis es, técnicamente, casi la única que tiene una medición de precios confiable, pero molesta que funcionarios del área de comercio usen esas cifras para explicar como cosa juzgada que los precios en la Argentina han bajado, una verdad relativa. De hecho el propio titular del Banco Central (BCRA), Federico Sturzenegger fue cauto hace instantes en una ponencia en el Instituto IAEF. “Se vienen meses delicados en materia de inflación", aseguró, pero aclaró que aún confían en llegar a la meta anual del 17%.
LOS EMPRESARIOS MIRAN MÁS LA POLÍTICA
Desde el lado empresario observan lo que los economistas no ven. Que la política también opera, con perspectivas positivas o negativas, y que el éxito o fracaso económico no sólo depende de hacer bien los números, ahorrar gasto y subir tarifas. El caso más paradigmático es el de dos sectores que, por la recesión, siguen golpeados. Por un lado, los grandes supermercados, que a fines de año apuntaban la recuperación del consumo para marzo-abril, y ahora corrieron la soga hacia casi el segundo semestre. ¿La razón? Algo que también ocurrió en 2016: una nueva oleada de aumentos en tarifas que impactan negativamente en la conformación definitiva del gasto anual de las familias. Hoy, como en 2016, las familias aún no saben cuánto dinero deberán invertir en cubrir gastos básicos como los servicios, lo que genera incertidumbre en las compras. Esta perspectiva surge de informes de bancos que manejan los super, y de los cálculos de consultora como Kantar WorldPanel, Nielsen y CCR. De hecho, y ante la preocupación de que ocurrirá en un año político, muchos hipermercados ya tienen en vista la contratación de consultores políticos. Entienden que el futuro económico no sólo se juega en las cifras.
El otro sector con dudas del futuro es el industrial. En la Unión Industrial Argentina (UIA) estiman que si se crece habrá un rebote apenas por encima del 2%. Y destilan bronca por lo que consideran un abandono del Gobierno al sector, mientras se favorece con medidas constantes al agro. Sacando los autos, la producción fabril está seriamente afectada por la caída del consumo, sobre todo en los rubros textil y calzado, dependientes del mercado interno.
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