Cuestionará el registro del avión, cuando se encontró la droga; la familia de Miret espera que sea declarado inocente
Por Gabriel Di Nicola |
BARCELONA.- En una ciudad donde ya se vive la Navidad, en tiempos de austeridad, para el común de la gente pasa inadvertido el juicio a tres ciudadanos argentinos, acusados de haber aterrizado en el aeropuerto de El Prat en un lujoso jet con casi una tonelada de cocaína , que en la Argentina sí causó conmoción, con el rótulo del caso del narcojet.
Para Gustavo y Eduardo Juliá y Matías Miret, en cambio, llegó el momento de la verdad . Y mientras la defensa de los hermanos apuesta a que se declare la nulidad de la causa, Miret espera salir del juicio con una declaración de inocencia.
En las calles, aquí, los catalanes están atentos a otras cosas que les son más cercanas, más propias, como la autonomía, la crisis económica y si Lionel Messi romperá mañana el récord de máximo goleador de la historia en un año. No se habla del juicio que comenzará hoy por el tráfico de 944,5 kilos de droga ocultos en un Bombardier Challenger 604, descubierto no bien el lujoso jet tocó tierra en el aeropuerto internacional de El Prat hace casi dos años.
El debate, que se extenderá durante dos jornadas consecutivas, estará a cargo de la Audiencia Provincial Sección 8», y el fiscal será David Benages, el mismo que, en el cierre de la etapa de instrucción del proceso, solicitó penas de 13 años de prisión y una multa de 100 millones de euros para los acusados.
El juicio, por supuesto, no pasa inadvertido para los imputados, sus defensas y sus más cercanos allegados. Desde la semana pasada, la familia de Miret vive en esta ciudad para acompañarlo.
En un departamento alquilado, situado a pocas cuadras de los tribunales del pasaje Lluis Company pasan los días la esposa de Miret, Agustina Conil Paz, y sus cuatro hijas, que tienen entre 19 años y seis meses. La beba fue concebida en una de las 20 visitas de Conil Paz a la cárcel modelo de L'Eixample, donde está detenido su marido. También están aquí la madre del piloto, Raquel Zavala de Miret, y su hermana. Él conoció a la menor de sus hijas cuando la niña tenía un mes, en una de las visitas permitidas.
"La verdad es que tenemos una mezcla de tranquilidad y ansiedad. Sabemos que no hay ninguna grieta en la defensa de Matías. Para todo hay una explicación. Él nunca piso el aeródromo de Morón [donde se habría cargado la droga]. Él es una pieza que no encaja", explicó a LA NACION Conil Paz, mientras su suegra y su cuñada la escuchaban con atención. La madre de Miret agregó: "Él estaba en el momento equivocado, en el lugar equivocado".
Anoche, en un hotel cinco estrellas, los abogados Carlos Broitman y Darío Kaen, y Amelia, la esposa de Gustavo Juliá, ultimaban detalles de la estrategia defensiva del responsable del lujoso jet.
"Con la ley en la mano, los tres tendrían que salir mañana mismo. Gustavo pasó estos casi dos años sin que nadie lo escuchara. Tampoco le dieron la posibilidad de defenderse. No se investigó nada. Él dio nombres que no se investigaron", dijo la esposa de Juliá a LA NACION.
La estrategia de Gustavo Juliá, según pudo saber este diario, será intentar conseguir la nulidad de toda la investigación. Caída la investigación, no sería necesario probar su eventual inocencia.
Entre otros cuestionamientos, Broitman y Kaen, que cuentan con la colaboración de la abogada española Lourdes Izquierdo Montijano, pedirán la nulidad del registro de la aeronave. Si el tribunal les diera la razón, perdería valor toda la instrucción judicial posterior.
Lo cierto es que, aunque si prospera esta idea de la defensa de los Juliá, los tres se verían beneficiados, no hay entre los tres argentinos acusados una estrategia compartida. Miret, de hecho, aspira a que su nombre quede "limpio" al término del juicio con una declaración de inocencia.
Otra muestra de que los tres no están en la misma vereda: mientras Miret sigue detenido en L'Eixample, Gustavo y Eduardo Juliá están alojados en sendas prisiones del Centro Penitenciario Brians.
En lo que coincidirán los tres es en que desconocían que el lujoso jet con el que llegaron al aeropuerto de El Prat el 2 de enero de 2011 llevaba casi una tonelada de droga oculta en dos falsos sofás-cama que estaban enfrentados, de espaldas a las ventanillas, y en un armario colocado en el fondo del avión.
Gustavo Juliá, propietario de la aeronave, insistirá en que fue contratado para trasladar obras de arte, documentación bancaria y personas desde España hacia la Argentina..
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