Los hechos impactan, y no hay relato que los pueda ocultar. Al final del partido Boca-Aldosivi, se conoció un audio de José Moscuzza hijo —popularmente conocido como «Josecito»—, en donde se quejaba del abandono del estadio Minella e incluso mencionaba que sería justo reclamarle a la municipalidad 20 millones de pesos en «comprensación», en concepto de la pérdida monetaria que implicaría la imposibilidad de vender entradas para la tribuna techada, hoy clausurada.
El estadio Minella es el único escenario de estas características del país que se encuentra bajo administración municipal. ¿Por qué? Porque en 1978, cuando se realizó el mundial de fútbol, Mar del Plata fue declarada subsede por el único hecho de que la Marina, conducida por Emilio Eduardo Masera, sentaba sus reales en la ciudad, y el titular del EAM 78 era el contraalmirante Carlos Alberto Lacoste. Es, en sí, una herencia del Proceso. Incómoda, por cierto.
A diferencia de otras ciudades, Mar del Plata no tiene «piel» futbolera. No somos ni La Plata, ni Rosario, ni siquiera Tucumán. Aldosivi tiene sólo 2600 socios, menos que un club de pueblo mediano. El fútbol no es la variable masiva del fervor deportivo de esta comunidad. Como ya señalé en diversas ocasiones, el estadio pudo tener otra suerte. Agradézcanle al vacunado VIP Florencio Aldrey Iglesias este presente.
Mar del Plata no tiene volumen de fútbol. El último club importante, fue San Lorenzo, en su versión local. Kimberley algo, pero por muy poco tiempo. El fervor, pasa por otro lado. Pero eso no es todo: los panamericanos trajeron otro impulso a la ciudad con la construcción de diferentes escenarios deportivos para dicho evento. Hoy, todo eso está en ruinas.
Así lo marcaba, por ejemplo, el viernes pasado el padre de una joven patinadora a través de un mensaje enviado a la FM 99.9: «el parque de deportes está venido abajo. Mi hija hace patín carrera y voy a diario. En el natatorio hay un puesto policial, y no hace nada. En la pista de ruta, está todo destrozado y lleno de yuyos». Ni que hablar de la tormenta en ciernes que se va a desatar por los fondos que se recaudan en la maratón de Mar del Plata entre la Asociación Atlética Marplatense y el EMDER.
Los problemas vienen de largo porque, administrar tremendos estadios y espacios deportivos bajo régimen municipal, es un delirio. Tal como describió en una entrevista para la FM 99.9 Paloma Herrera, en el sistema municipal del Teatro Colón —administrado por la ciudad de Buenos Aires— los profesionales se «municipalizan», y de ahí en más, es erogación de sueldos, y nada más.
Escucho a diario argumentos tales como que ni Aldosivi o Alvarado pueden competir cuando hay equipos que son soportados por las provincias. Bueno, joder, no quiero que, tal como hacen Capitanich, Juárez, o Sergio Uñac en San Juan, los recursos públicos vayan o al estadio o a determinado club, sólo para satisfacer los egos de sus dirigentes de turno. Menos mediocres, y más ciudadanos.
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