Dirigentes boina blanca no quieren entregarle ningún poder al presidente, pero otros considera que ya se las limitaron lo suficiente y que no podrá hacer lo que quiera con ellas porque puede ser sometido a un juicio político.
Por
CARLA PELLIZA
La inminencia del tratamiento de la ley Bases, y la posibilidad de que al gobierno se le compliquen algunas votaciones, dejaron al descubierto la debilidad de algunos puntos clave del proyecto. Desde las propias entrañas de la UCR, los senadores recibieron mensajes públicos y privados para, por tradición y percepción de la figura presidencial, rechazar la delegación de facultades. “Ni loco”, dijo un referente del partido consultado sobre la chance de darle estos poderes a Javier Milei.
Gastón Manes, presidente de la Convención, aseguró en X que “los que respaldan esto (en relación al “amor por la destrucción” del presidente), son tan responsables del despropósito de querer hacernos creer que Argentina es este desquicio o Belliboni. No, ni uno…”. El dirigente es una de las figuras que se acomodó en una posición lejana a la de La Libertad Avanza y no acompañaría una delegación de facultades.
En la misma línea se expresó el diputado Fernando Carbajal, que le preguntó a los senadores si están dispuestos a votar esta entrega de poderes a una persona que odia el Estado. El legislador votó a favor de la ley Bases en febrero y, cuando logró la media sanción en la Cámara Baja más tarde, fue uno de los que se abstuvo en general y rechazó varias cuestiones en particular.
Pasadas las semanas, su posición se mantiene. Para él, la ley hasta puede aprobarse en general, porque el gobierno tiene el derecho de habilitar su discusión punto por punto. Ante la enorme cantidad de temas incluidos en el texto Bases, leyó que el desafío fundamental es el debate del articulado. Bajo esta lógica, no sirve de nada rechazar el todo y acompañar la parte, puntualmente la delegación de facultades.
Para Carbajal, los senadores radicales deberían, como algunos hicieron en Diputados, rechazar esta entrega de poderes al presidente porque, desde Casa Rosada, va a aprovechar la oportunidad para hacer lo que ya se advirtió, destruir al Estado, no reformarlo. Por eso, no puede entender por qué algunos representantes de las provincias de su partido podrían acompañar. Una duda que tuvo durante el debate en la Cámara Alta, y cuya resolución fue ruidosa: muchos se plegaron a los deseos del presidente.
Quienes lo hicieron, sostuvieron y sostienen que todos los jefes de Estado gozaron de facultades delegadas y que, en paralelo, gracias a la negociación, las limitaron lo suficiente como para que Milei no pueda hacer lo que quiera.
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Las diferencias sobre la postura que deberían adoptar los senadores existen dentro de la UCR y eso hace que sea tan complejo predecir lo que ocurrirá en el Senado. Algunos buscarán, desde las entrañas del partido, convencer a los legisladores de que no voten la delegación de facultades, pero nada garantiza que suceda.
No hay acuerdo entre el Senado y Diputados para sostener los cambios que haga la Cámara Alta, uno de los grandes temores de quienes impulsan modificaciones. No hay certezas sobre la permanencia de los retoques una vez que vuelva a los representantes del pueblo. La fragmentación del Congreso dificultó mucho la existencia de esos puentes. De hecho, los diputados desconocen el texto que les será devuelto, por lo que lo leerán y discutirán cuando eso suceda.
La demora en el tratamiento incorporó otro condimento, el clima político. Uno muy malo, fomentado por el propio presidente que decidió agraviar a los referentes cada vez que encuentra oportunidad, lo que va a dificultarle la consolidación de mayorías.
Sin embargo, no es unánime esta intención de evitar delegarle poderes a Milei. Hay quienes, también dentro del mismo Congreso, consideran que la entrega de facultades está “súper acotada” y, “como quedó demostrado el martes, Milei tiene menos de un tercio del Congreso, está a tiro de juicio político”.
La fuente no cree, sin embargo, que en la actualidad haya causales para impulsar un juicio político, sino que el presidente se dio cuenta – o debería haberlo hecho – de que su minoría parlamentaria le va a limitar el campo de lo posible con las facultades delegadas. No va a poder abusar de ellas, básicamente.
No sólo Milei consiguió, según esta lógica, menos facultades que otros jefes de Estado sino que, dado los antecedentes más recientes, su control parlamentario será exhaustivo. Al estar a un paso de la posibilidad del juicio político, se debería cuidar más en la acción. “Tranquilamente juntas un tercio. Ya lo juntaste con una ley, quiso recortar a los jubilados y pagarles el 12,5% en vez del 20,6% de inflación. El Congreso le dijo que no”, ejemplificó.
Una lectura similar hizo, la misma fuente, para el tratamiento del DNU referido a los haberes jubilatorios. No se derogó, se dejó en funcionamiento pero, por ley, se perfeccionaron algunos ítem, como la recuperación por inflación. Anticipa, esta posición, lo que podría ocurrir con el decreto 70/2023, una suerte de “mejora” de algunos puntos mediante proyectos paralelos. Lentamente, y a la espera de la sanción de la ley Bases, ciertos dirigentes empezaron a perderle miedo a la palabra “rechazo”.
En el Senado, las conversaciones siguen con la intención de acercar posiciones. Tal vez este viernes pueda haber alguna novedad pero, desde la UCR, se aseguró que, a esta hora, las privatizaciones de empresas públicas y la delegación de facultades “están en problemas”.
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