Por Mariano Cuparo Ortiz

Datos del Indec mostraron el impacto diferencial que tuvo el ajuste según si se mira entre los trabajadores y los empresarios: mientras que la parte de la distribución del PBI que correspondió a los asalariados se alejó del fifty fifty y pasó de una del 44,9% del total en el último trimestre del 2023 a una del 43,4% en el segundo trimestre del 2024. En el mismo período, el excedente de explotación de los empresarios creció desde el 42,9% hasta el 45,1%. El dato va de la mano con la caída sostenida del consumo y un número del fin de semana: las compras por el día de la madre cayeron un 0,9% interanual.

Vale tomar en cuenta que en ese período los trabajadores se quedaron con una menor porción que los empresarios de la torta que generó la economía, dando vuelta el signo respecto a lo que venía ocurriendo, pese a que son amplia mayoría en cantidad de personas.

Es decir, mientras que los asalariados, con o sin descuento jubilatorio, representaron al 33,1% del total la población, los patrones fueron apenas el 1,3% durante el segundo trimestre del año. Los primeros se quedaron con el 43,4% del valor agregado por la economía local en ese segundo trimestre. Los segundos, con el 45,1%.

Los cuentapropistas representaron al 10,3% de la población y se quedaron con el 13,8% de lo que generó la economía. La cuenta da 102,2%. La diferencia contra el 100% del valor agregado, es decir el 2,2% sobrante, la marcan los impuestos netos de subsidios desde el Estado.

Otro dato resulta revelador: el excedente de explotación bruto de las empresas le ganó a la inflación. Entre el segundo trimestre del 2024 y el último del 2023, esa masa que formó parte del PBI creció un 107,3% nominal, frente a una inflación promedio del 106,4% entre ambos trimestres. Una discreta mejora del 0,4% real en plena crisis recesiva. La masa salarial, en cambio, perdió por goleada el partido del poder adquisitivo, con un incremento del 90,3%  nominal. Dada la inflación promedio del 106,4%, la contracción real fue del 7,8%. Una clara diferencia entre ganadores y perdedores del ajuste.

El director de Planificación Productiva de Fundar, Daniel Schteingart, remarcó, en base a datos del Indec y del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo de la Universidad de Buenos Aires (Ceped-UBA) que “en el primer semestre de 2024, el salario real promedio fue el menor desde 2005, además de un 39% menor al pico histórico de 1974, y similar al de principios de los '50”.

El dato más completo de la dinámica salarial es por ahora el Índice de Salarios del Indec a julio del 2024, que mostró una mejora de 116,3% en el salario registrado en lo que va de la gestión del presidente Javier Milei, es decir comparando julio contra noviembre del 2023. Eso, en paralelo a una inflación que acumuló un alza del 134,5% en ese mismo período. Con todo, se trató de una caída del salario real del 7,8% para los registrados.

Aunque vale presumir que la dinámica de los no registrados tuvo que haber sido menos favorable, lo cierto es que los números oficiales del Indec se publican con cinco meses de rezago, lo que no permite deflactarlo.

De ahí la baja del consumo que vienen registrando los indicadores oficiales y de privados. Según el Indec, para el primer semestre, período en el que el ingreso del 1,3% de la población total formada por empresarios superó al de los trabajadores, la caída del consumo de los hogares fue del 6,6% en la comparación contra el último trimestre del año pasado.

Este fin de semana los privados agregaron un número nuevo. Desde la CAME detallaron al respecto: “Las ventas de los comercios minoristas pymes por el Día de la Madre registraron una caída del 0,9% en comparación con el mismo período del año anterior, a precios constantes”.