El periodista y escritor Daniel Enz acaba de publicar La banda de los contratos , su libro número 17, donde vuelve a abordar una de las causas más resonantes de corrupción en la historia reciente de Entre Ríos: la megacausa de los contratos truchos en la Legislatura provincial.
Según señala el periodista Ricardo Leguizamón, autor de una reseña publicada en el medio Entre Ríos Ahora, Enz “no suscribe el contrato moral de buenos y malos, ganadores y vencidos” y construye un relato en el que “no hay final feliz”.
El libro reconstruye el funcionamiento de un mecanismo de desvío de fondos públicos que, a lo largo de una década, habría sustraído alrededor de 53 millones de dólares mediante contrataciones fraudulentas en la Legislatura provincial. "Es un recorte, sin principio ni final. O si hay un final, es abierto", afirma Leguizamón.
Enz apunta directamente a figuras clave del oficialismo entrerriano en los últimos años. Aunque el expediente judicial no los menciona, el libro abre y cierra con el nombre del exvicegobernador y exintendente de Paraná, Adán Bahl. “Buena parte del dinero que les secuestraron a los detenidos era manejado por gente de su sector y de su estrecha confianza”, sostiene Enz, según cita Leguizamón.
El autor también señala al exgobernador Sergio Urribarri como el “verdadero jefe de la distribución de los fondos”, aunque aclara que la matriz del esquema se remonta al exvicegobernador Pedro Guastavino y su histórico colaborador Jorge De Breuil. El diseño del dispositivo, en tanto, habría tenido como operador principal a Juan Domingo “Palito” Orabona, extitular del Instituto del Seguro durante la gestión de Gustavo Bordet.
“La causa de los contratos truchos caló hondo en el poder político”, escribe Enz. “Siempre fue mala palabra para oficialistas y opositores”, agrega, en una de las frases más contundentes del libro.
La banda de los contratos no se limita al expediente judicial de más de 500 páginas. Recorre declaraciones, nombres del poder político y empresarial, y escenas aún no reveladas de una causa que sacudió los fundamentos de la política entrerriana. Uno de los capítulos se refiere al empresario de la construcción Pablo Ferreyra, víctima de un violento asalto en Paraná, cuya cercanía al entorno de Urribarri es mencionado por Enz.
Leguizamón destaca que “no hay lugar para los moralismos” en esta historia. “El libro permite asomarse al patio de atrás de un sector de la política entrerriana y su despiadada manera de apropiarse de fondos públicos con la inestimable colaboración de propios y extraños”.
A pesar de su crudeza, Enz reconoce que es poco probable que se conozca el destino final del dinero desviado, ni que existan condenas ejemplares. "En la ficción es posible armar finales felices. En la vida real, ni modo", escribe el autor.
Leguizamón concluye que La banda de los contratos “ despabila“despabila, y eso es bastante en un tiempo en el que el periodismo se ha vuelto demasiado faldero del poder de turno”.
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