Hombre proveniente de la náutica, sereno sobreviviente de mil tormentas y tempestades, Daniel Osvaldo Scioli superó anoche su primer gran desafío como candidato único del oficialismo, al superar a Mauricio Macri y a Sergio Massa en el mano a mano de las PASO, ventaja que apenas se reduce en el recuento por frentes, pero que igual lo coloca como gran favorito para las presidenciales de octubre.
Dejando atrás los cuestionamientos a su personalidad no confrontativa, Scioli dio anoche un gran paso en la transición que comienza a perfilarse dentro del oficialismo. El pasaje del estruendo y la pasión argumental típicos de casi todo el espectro K, hacia un estilo personal como el de Scioli, más apacible, que combina mansedumbre con cierta firmeza y, hay que decirlo, de aguante.
Anoche en el Luna Park, con todo el PJ y el kirchnerismo detrás suyo, convocó a la unidad e invitó a todos a leer la realidad del resultado electoral: fue una victoria clara. “Doce puntos más que Macri y veinte más que Massa”, recordó.
Los medios opositores que por años criticaron al kirchnerismo por su agresividad y confrontación permanente, a él en cambio le pegaron por su moderación, se burlaron de expresiones como ‘diálogo’, ‘armonía’ o ‘buena onda’, típicas de su discurso positivo, y aún hoy le recuerdan sus primeros apodos, como el ex motonauta o el hombre de teflón.
Scioli confirmó ayer en las urnas las novedades que trae su liderazgo manso, capaz de imponerse sin levantar la voz a las bravuconadas del presidente de la Sociedad Rural o a periodistas desubicados que pretenden que responda en vivo si el programa televisivo 6,7,8 seguirá en el aire en un gobierno suyo.
A sus bromistas de ayer y hoy, habría que recordarles el ‘Expediente Florencio’. El ministro del Interior Randazzo, que mientras estuvo en competencia lo criticó sin piedad, finalmente se consumió en su propio fuego. Con esa experiencia, Macri y Massa desistieron de utilizar la agresividad contra Scioli.
Es difícil hallar en la política doméstica un caso similar: un candidato que además de ser competitivo, atacarlo no resulta redituable para sus adversarios. No sólo no es poco. Es mucho.
Tras vencer los recelos del kirchnerismo duro, Scioli se metió de lleno en la campaña y en los últimos días comenzó a meter sus novedades. Amplio rediseño ministerial (de Minería en zonas específicas, de Derechos Humanos), acuerdos con los movimientos sociales, y una tendencia a la unidad del peronismo que comenzó en Córdoba con Juan Schiaretti, siguió con Rodríguez Saa en San Luis y se extenderá al resto del país.
A propósito, ¿Qué actitud tomará la prensa opositora con Scioli? En especial luego de que el gobernador asumiera sin dudas la continuidad del modelo mediáticamente demonizado. En un reportaje reciente, Héctor Magnetto, CEO de Clarín, le dijo a Martín Sivak: “la guerra termina en diciembre”. Eso, con el actual gobierno K. ¿Pero con Scioli?
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