En el vasto universo vitivinícola, donde las tradiciones a menudo se resisten al cambio, nacimos en plena pandemia para desafiar las expectativas y redefinir la sostenibilidad en la industria del vino.
Queremos convertir la pasión por el vino en un movimiento ecoamigable, sin que eso suponga bajar la calidad del producto. Por eso, además de ofrecer extraordinarios vinos —tenemos incluso un 0,0 alcohol con propiedades antioxidantes—, que puedes consumir dónde, cuándo y cómo quieras, lo hacemos de manera sostenible.
Apostamos por la producción de vino orgánico y vegano que prescinde de químicos que dañan los ecosistemas, y por el envasado en latas de aluminio en lugar del vidrio. ¿Por qué? Porque el aluminio es la clave de un futuro más limpio. El aluminio es 100% reciclable, infinitamente, y el envasado de vino en latas da como resultado una huella medioambiental mucho menor que la del vidrio.
Y es que, seamos honestos, la sostenibilidad también debería ser sinónimo de ahorro, aunque en muchas ocasiones no lo sea. Por eso nosotros nos planteamos si realmente cuidar del planeta tenía que ser caro, y concluimos que no necesariamente. Demostramos que ser ecológico es económicamente más inteligente para nuestra cartera y para el medio ambiente.
En el mundo del vino la huella de carbono importa, y mucho. Por eso nuestro formato no sólo ha cambiado la forma en que disfrutamos del vino, haciéndolo accesible a momentos de consumo on the goy sin necesidad de abrir una botella entera para una sola persona; sino que también ha salvado toneladas de CO₂ en sus procesos de producción y logística.
Se calcula que la producción de una lata de vino de 0,25 L emite una media de 0,30 kg de dióxido de carbono, frente a los 1,4 kg en la producción de una sola botella de cristal de 0,75 L. Es decir, una lata equivale a menos emisiones. Por ello, en 2023 ahorramos 3,5 toneladas de dióxido de carbono frente la alternativa del vidrio.
Y gran parte de esa reducción proviene del menor peso del producto final —el vidrio pesa mucho más—, y la mayor eficiencia en el transporte del producto, así como en la reciclabilidad del aluminio. Además, el proceso de fabricación de las latas tiende a requerir menor energía que la producción de botellas de vidrio. Estamos comprometidos en llevar a nuestros clientes el mejor vino con el menor impacto social y medioambiental, con el objetivo a medio plazo de convertirnos en empresa B Corp.
La gran incógnita alrededor del vino en lata es el sabor. ¿Puede realmente competir con las ya tan conocidas botellas de vidrio? A esa pregunta siempre contestamos con elegancia y una pizca de humor: sin sabor a metal, solo el auténtico bouquet de nuestras uvas. Y eso es posible gracias a que nuestras latas llevan una cobertura interna con tecnología VINSAFE©, por la que el vino no interactúa con el aluminio, manteniendo la calidad y el sabor inalterados.
Además, gracias a la opacidad de la lata no hay penetración de rayos ultravioleta, ni tampoco intercambio de oxígeno, como ocurre con el corcho y el vidrio. Todo ello sin olvidar otros beneficios como el enfriamiento más rápido, su formato antirrotura y el abrefácil, pues ya no es necesario contar con un abridor de botellas ni vasos para tomarlo. Lo sé, beber directamente de la lata sólo es apto para los más atrevidos.
En definitiva, Zeena se erige como un faro de cambio, un sorbo fresco en la tradición vinícola. Su compromiso con la calidad, la sostenibilidad y la experiencia del consumidor demuestra que gran parte del futuro del vino será, sin duda, enlatado.
Así que, ya lo sabes, la próxima vez que escuches el chisporroteo de una de nuestras latas, recuerda que no es solo vino, es una declaración de sostenibilidad. Zeena, más que una marca, es un brindis por un día más verde, más consciente y, por supuesto, deliciosamente sostenible.
Comentá la nota