La aceitada relación entre la mano derecha de Rosatti y el ministro de Seguridad porteño. El intento de tapar el escándalo y las singulares explicaciones del funcionario de Rodríguez Larreta.
Por: Néstor Espósito.
Una pléyade de soldados voluntarios salió a arrojarse sobre la granada que volvió a detonar con la filtración de supuestos chats privados –sobre asuntos públicos– del ministro de Justicia y Seguridad porteño Marcelo D’Alessandro. Se calzan la capa y la espada para defenderlo al punto tal de deslizar que incluso «si todo lo que dicen los chats es verdad y eso es todo lo malo que hace el ministro, D’Alessandro es una una carmelita descalza».
La nueva filtración (que tiene todas las características de una operación de inteligencia en su modalidad «carpetazo») fue difundida de modo oficial por el ministro de Justicia, Martín Soria, a través de un tuit, el jueves por la noche. Hasta ese momento los documentos que aparecieron en la página de internet dalessandrochats.com circulaban cosechando dudas no sólo por el formato de la descarga sino por saltos temporales y vacíos que insinuaban una edición o manipulación de los diálogos.
Las situaciones que se desprenden de esos chats hablan de supuestos episodios graves: desde el presunto tráfico de influencias de un hombre de confianza del presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, hasta sobres con dinero en torno al servicio de estacionamiento y grúas del sistema de tránsito porteño.
Quien figura como D’Alessandro en esos chats es el pivot de todas esas situaciones. Son cinco documentos identificados con nombres propios: la ex vicedirectora de la AFI, Silvia Majdalani; la mano derecha de Rosatti, Silvio Robles; el empresario Marcelo Violante, vinculado con el servicio de estacionamiento y grúas vencido hace más de dos décadas y siempre «a punto de» renovarse. Y un tal «Augusto», quien parece ser el fiscal Augusto César Troncoso, también identificado como «Tuto». Se trata del hombre que inició el camino de la desgracia del diputado nacional Gerardo Milman, cuando pidió a la Cámara baja una sanción para él por haber maltratado a agentes de tránsito que habían interceptado la marcha de una de sus muchas jóvenes y bellas colaboradoras que circulaba en un vehículo flojo de papeles.
Allí comenzó a desbarrancar el hombre que supo ser el número dos de Patricia Bullrich. ¿Cuánto tiene que ver el escándalo de las filtraciones con la interna (ya ni siquiera disimulada) de la exministra de Seguridad y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta?
El último de los cinco chats es el de una «cuenta eliminada» (deleted account) que parece difuminar la figura del fiscal Juan Ignacio Bidone, cuya imagen naufragó por sus vínculos con el falso abogado Marcelo D’Alessio (fue condenado con él por intento de extorsión a un agente aduanero).
La estrategia, como la de un marido o una esposa sorprendidos en una infidelidad, parece ser la de fingir demencia y desconocer los telegram. Como diría el cantautor español Joaquín, «lo niego todo, incluso la verdad».
El abogado de Bidone, Diego Álvarez Bognar, negó el chat. «Son falsos», respondió ante la consulta de Tiempo. ¿Qué fue lo que negó? Una serie de conversaciones de 2016 que rayan en la promiscuidad. «Deleted account» –que según Bidone no es él– se muestra preocupado por lo que pudiera hacer «la tía» (la jueza María Servini, heredera del remanente de la causa por el Triple Crimen de General Rodríguez), pide apoyo y gestiones para evitar una investigación en su contra y diseña “una movida de defensa».
«Patricia Bulrrich sólo ‘confía’ en S(ergio) Torres. Desconfía tanto de mí como de la tía. Dice que tanto María como yo protegemos a AF (Aníbal Fernández)». Por ese entonces, el gobierno de Mauricio Macri negociaba frenéticamente la entrega de Ibar Pérez Corradi, convencido de que el luego condenado por tráfico de efedrina brindaría la herramienta para meter preso a Aníbal Fernández. Pero eso no ocurrió nunca. Más bien, todo lo contrario.
La amistad entre ese que Bidone niega ser y el MD que Marcelo D’Alessandro desconoce como referencia a las iniciales de su nombre y apellido es un camino de ida y vuelta. Sólo así se explican los pedidos de datos del supuesto D’Alessandro sobre diversas personas sin que mediare para ello una orden judicial. El Bidone que no es Bidone le proporcionaba al D’Alessandro que no es D’Alessandro los mismos datos que el Bidone que sí era Bidone le suministraba al falso abogado Marcelo D’Alessio para sus extorsiones.
Ya lo decía Carlos Menem en los ’90: «Una casualidad permanente».
D’Alessandro concedió este viernes un «reportaje» al canal de cable TN, en el que aseguró que los chats son «falsos».
«El kirchnerismo recurrió a la metodología de las operaciones de inteligencia ni siquiera vista en la peor época de la dictadura. Son capaces de inventar chats para confundir».
D’Alessandro negó haber mantenido contactos por Telegram con Silvio Robles, el colaborador de Rosatti. ¿Existe un vínculo entre ambos? A principios de noviembre pasado, la Corte rechazó una recusación contra Rosatti en la causa por la coparticipación resuelta hace algunos días. El gobierno nacional había pedido el apartamiento de Rosatti después de que el diario Página 12 publicara que el 15 de agosto pasado, cuando el expediente ya estaba en condiciones de resolverse, el ministro D’Alessandro y Silvio Robles compartieron una fiesta de cumpleaños en un hotel porteño. El gobierno arguyó que la supuesta cercanía entre D’Alessandro y Robles podía afectar la imparcialidad del presidente de la Corte. El planteo fue rechazado por «extemporáneo».
Esa noticia fue publicada por la agencia Noticias Argentinas (NA) el 9 de noviembre con el título «El juez Rosatti seguirá al frente del reclamo de CABA contra Nación por la coparticipación». El link a esa noticia aparece en el supuesto chat –cuya veracidad negó D’Alessandro– el mismo día, 9 de noviembre.
Quien aparece mencionado en la filtración (a la que el ministro Soria le adjudicó veracidad) como «Silvio Robles» le espeta a su interlocutor, «MD»: «Espero q hagas sacar el ‘fallo Robles'». La respuesta es: «obvio».
El 21 de diciembre, finalmente, la Corte falló a favor de CABA.
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