Escribe OMAR BELLO - Mientras Sergio Massa sigue liderando las encuestas, sus dudas acerca del “equipo” crecen. El notable rol de Mirtha Cure.
Sergio Massa es el Lionel Messi de la política argenta. En realidad nadie sabe si llegará a quedarse con la presidencia porque, igual que el ídolo mundialista, es una suerte de Harry Potter que, además de necesitar la compañía correcta, suele sacar la varita mágica muy sobre el final de los partidos; es decir, todo indica que vale millones aunque hasta que no se acerquen las elecciones será difícil saber cómo llegará a esa instancia o quiénes lo acompañarán.
A pesar de su imagen amable es un señor de carácter fuerte (no duda en sacar a su mejor amigo del camino si es necesario) y buenos asesores: La campaña está manejada por su suegro Fernando “Pato” Galmarini, ex funcionario menemista, y tiene quien a mi juicio es unos de los mejores (sino el mejor) publicitario del mundo: Ramiro Agulla.
Por cuestiones estratégicas ya se les recomendó a los Galmarini (en especial a la mujer de Massa que suele “sacarse”) que traten de correrse un poco ya que la prosapia familiar (Menem), sumada a personalidades vehementes, podrían no ayudar al candidato que, más allá de su condición estelar necesita caminar a paso firme y sin cometer errores.
Mario Meoni ostenta una amistad personal con Sergio. Claro que a estas alturas eso no pasa de ser un dato adicional.
Massa ya tiene bastantes problemas con el narcotráfico en Nordelta (injusto por cierto dado que nada lo relaciona a eso) para cargar con el posicionamiento de un intendente de una ciudad de cien mil habitantes que no sólo estalla cada tanto sino que se está convirtiendo en símbolo de la droga “A la mexicana”. O sea, ciudades corruptas (narcomunicipios) donde la participación del poder es crucial a la hora de que se instalen los dealers.
Por esa razón el equipo de campaña le ordenó a Meoni que se sacará de encima cualquier asociación con el tema droga; de hecho, como señalé en la nota de ayer, yo mismo fui convocado para ese menester.
Si bien se lo dice poco, Massa tiene otro drama con Meoni: La falta de un título universitario. Salvo que pertenezcan al sindicalismo o tengan muchos años, los políticos tienen un piso que es el esfuerzo (a veces monetario…) de contar con un título de abogado u otra cosa que le diga a la gente “Este hombre se esforzó alguna vez”. Meoni no lo tiene y encima es radical (a un peronista quizá se le perdonaría). En caso de tener una gestión monumental pasaría; no la tiene.
Modestia aparte, otro de los elementos que habría sacado a Massa es el enfrentamiento que tuvo el Intendente conmigo. A los ojos de Massa la prensa es un cristal, y que su delfín salga gritando cual doncella asustada por un llamado de teléfono dista de ser auspicioso. Si se queja de este diario no sabe lo que deberá enfrentar a nivel nacional. Siempre me arrepentiré de no haber puesto en mi libro sobre Francisco cuál era el sobrenombre que le había puesto el entonces Cardenal Bergoglio (en la próxima edición va seguro).
En el medio de todo este entuerto aparece Mirtha Cure.
Meoni no se lleva bien con Mirtha y la ningunea todo el tiempo. Sin embargo, y a pesar de los desplantes, Sergio tiene mucha fe en esta mujer que se deja poner en las sombras pero el jueves juró como senadora provincial por la Cuarta Sección y mientras Mario sueña con ser vicepresidente o gobernador, ella está haciendo lo que Massa necesita: Armar la cuarta.
“Vos sos mi Messi”, le habría dicho en voz baja. Y semejante halago tiene una razón: Cure juró entre gallos y medianoche, convirtiéndose en una “joya” a mostrar por el Frente Renovador, y al mismo tiempo tiene órdenes de pasar desapercibida. ¿Por qué? Massa cree que los de la Cuarta son vedetongas (incluido Mario) y no quiere pelearse con ellos o entrar en una disputa de plumas. La cure, en lugar de molestarlo con llamadas, pedidos de fidelidad y alardes, resultó ser muy funcional para el candidato que mejor mide en el país y, acostumbrada a la guerras fuertes, no anda por ahí diciendo lo que no debe o dejando en claro que es la mano derecha de Sergio.
Massa encontró en Cure una sensatez, equilibrio y confianza que el resto, con su desesperación por saber cómo quedarán en el tablero final, no posee. A los ojos de cualquier mortal puede resultar un dato menor. El tema es que a estas alturas Sergio debe dejar todas las puertas abiertas, aún las de Daniel Scioli. Y la única que sabe decir “Acá estoy para servirle mi general”, es Mirtha.
Son años de trajinar en un partido creado por un militar que los radicales, por más que se transformen, jamás entenderán. La lealtad es estar donde el mandamás necesita, no hay grupo, equipo ni historia que valga.
A Meoni le cuesta entender estas crueldades del peronismo que para Mirtha “Messi” Cure son el Padre Nuestro y las cumple sin siquiera mirar torcido. Con eso solo ya se ganó el amor de Massa.
Comentá la nota