El texto, enviado a Cristina Kirchner a principios de septiembre, cuestiona el criterio despenalizador del proyecto en el que trabaja Juan Carlos Molina, titular de la Sedronar. La carta, firmada por diez curas, pone el énfasis en la despenalización como señal.
Dos días después de que el sacerdote Juan Carlos Molina, titular de la Sedronar, lanzara públicamente la noticia de que con un grupo de diputados trabajaba en un proyecto de no criminización del consumidor de drogas, se dio a conocer una carta enviada a la presidenta Cristina Kirchner por los curas de las villas porteñas rechazando en parte la idea de despenalización del consumo de drogas. La carta fue enviada a principios de septiembre, pero debido a las noticias que encabezaba el proyecto de la Sedronar, decidieron hacerla pública ayer. El diputado opositor Sergio Massa también criticó el proyecto pero, como abogado, cargó con su glosario técnico-académico cuando se comprometió a “pelear contra ese mamarracho”. El coordinador de la Comisión del Anteproyecto de Reforma del Código Penal, Roberto Carlés, dijo a este diario que el Código Penal es la aplicación de dolor y que en su carta los curas proponen que se aplique el código, que se aplique dolor a los jóvenes que ya se autoinfligen castigo con las drogas (ver aparte).
La carta, firmada por diez curas del Equipo de Sacerdotes de la Pastoral en Villas, fue enviada a la Presidenta para dar a conocer su opinión sobre la despenalización de la tenencia para consumo como figura en el Anteproyecto de Reforma del Código Penal. “Nos preguntamos –dicen los diez curas que firman la carta–: ¿cómo decodifican los chicos de nuestros barrios la afirmación de que es legal la tenencia y el consumo personal? Nos parece que al no haber una política de educación y prevención de adicciones intensa, reiterativa y operativa, se aumenta la posibilidad de inducir al consumo de sustancias que dañan a las personas. El sistema educativo tiene muchas debilidades. Vemos una importante cantidad de chicos que dejan la escuela primaria, mucho más la secundaria. ¿No estamos dejando su educación en manos de los grupos que cantan su apología a la droga y al delito? (...) La despenalización a nuestro parecer influiría hoy en el imaginario social instalando la idea de que las drogas no hacen tanto daño.”
La carta lleva la firma entre otros del padre José María “Pepe” Di Paola, coordinador de la Comisión Nacional de Drogadependencias del Episcopado argentino, y del presbítero Lorenzo “Toto” de Vedia, referente pastoral en la Villa 21-24 de Barracas.
El titular de la Sedronar, Juan Carlos Molina, anunció esta semana que el proyecto en el que trabajaba con casi 70 diputados buscaba que se estableciera por ley la no criminalización del consumidor. Al día siguiente, el Gobierno, a través del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, apoyó el proyecto al asegurar que la “no criminalización” del consumo de drogas está vinculada con “una política muy activa para garantizar inclusión” y destinada a resolver los problemas desde una “mirada omnicomprensiva del Estado”.
El diputado opositor Sergio Massa se sumó del lado crítico aunque con líneas académicas. “Vamos a pelear contra este mamarracho de la despenalización porque nuestra decisión es luchar de frente contra la droga”, desarrolló la idea el ex intendente de Tigre.
También el presidente de Cáritas Argentina y obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, consideró que “la manera de criminalizar y de estigmatizar a los jóvenes es la ausencia del Estado, es la ausencia de la sociedad civil, es el mirar hacia otro lado”.
Los curas villeros sostuvieron en la carta que “podríamos decir que la discusión sobre la despenalización corresponde a los últimos capítulos del libro y no a los primeros. Nos dicen que ahora hay que despenalizar, y nosotros nos preguntamos quién arma la agenda de prioridades. Porque si uno pregunta en los barrios, lo urgente es la creación de dispositivos preventivos y asistenciales. Las preocupaciones de la mayoría de la gente de nuestros barrios son: ‘¿Qué hago con mi hijo que se me está yendo de las manos?’, ‘¿cómo hago, porque se puso rebelde y ya no quiere ir al colegio?’, ‘¿quién le puede hablar, está todo el día en la esquina con mala junta y tengo miedo de que me lo traigan en un cajón?’, ‘¿como hacemos con la bandita de la esquina, que le roba a la gente que se está yendo a trabajar?’, ‘¿cómo hago con mi marido que no puede parar de tomar y encima se pone violento?’, ‘mi mujer se va al bingo y se pasa todo el día, estoy preocupado’ y tantas otras. La agenda política debe responder a las necesidades de la gente”.
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