De lograrse acuerdos, aunque sean mínimos, se podrán abrir posibilidades de avance interesantes.
El G20 es un foro de consulta y cooperación entre países industrializados y algunas economías emergentes para discutir temas de interés estratégico y dirimir situaciones criticas con urgencia, como a crisis del 2008. No es un evento puntual en el que se reúnen los líderes, es un proceso arduo y de trabajo continuo. Pero con la Cumbre veo que, de repente, nos hemos despertado a la realidad de que Argentina ha sido anfitriona de este Grupo durante el 2018, lo que es todo un desafío.
Argentina en su Presidencia ha planteado como ejes el futuro del trabajo, la infraestructura para el desarrollo y un futuro alimentario sostenible, con la transversalidad de la perspectiva de género. De lograrse acuerdos, aunque sean mínimos, se podrán abrir posibilidades de avance interesantes.
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Es un esfuerzo en el que no sólo se trabaja sobre políticas económico-financieras, sino que se busca integrar una agenda amplia que habilite una visión más armónica del mundo, como la agenda 2030 del desarrollo sostenible o el cambio climático. Esto ha ampliado la temática en discusión pero, en el contexto actual, hace más difícil llegar a convergencias dado el rechazo de algunos países.
Este año han habido 84 reuniones de trabajo, y se han llevado a cabo en distintas ciudades del país para dar un sentido más federal al proceso del G20. Pero el éxito final de un acuerdo es esquivo en la realidad actual.
No obstante, el haber mostrado a nuestro país con sus atractivos, sus capacidades de organización y de logística, así como el liderar en la búsqueda de convergencias, es un gran logro político y diplomático que debemos reconocer.
* Ex ministra de Relaciones Exteriores de la República Argentina.
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