Son la obsesión del FdT para proyectar el resto de la gestión. JxC busca retener su arma. 6,6 millones de electores y 23 bancas en juego. Rosca y estrategias.
“Mantener la unidad para equilibrar el Senado será la clave de la campaña”. En noviembre de 2020, cuando el gobierno bonaerense ya había capeado el temporal de la primera temporada invernal de coronavirus, el jefe de Gabinete Carlos Bianco adelantó a este medio el objetivo específico y la estrategia del oficialismo para encarar las elecciones de medio término. Este año, la guerra es por la Cámara alta, donde Juntos por el Cambio es mayoría con 26 de las 46 bancas. El resto las tiene el Frente de Todos, con la vicegobernadora Verónica Magario a la cabeza. En términos tenísticos, la oposición va al torneo habiendo ganado el Grand Slam anterior, el de 2017: defiende todos los puntos. Pone en juego lo más preciado que tiene, el control en la Legislatura, la piedra en el zapato de Axel Kicillof y -acaso- la razón de la permanencia de la unión. Las batallas de esa guerra son cuatro y se libran en la Primera, la Cuarta, la Quinta y la Séptima secciones electorales. Más de seis millones y medio de electores, repartidos en 78 distritos, elegirán a 23 senadores y senadoras. En esta nota, qué tiene cada uno para el mano a mano cuyo resultado condicionará los dos años restantes de mandato peronista en Buenos Aires.
Primera
Con 4.621.932 electores habilitados para votar y ocho senadurías en juego, la que se disputará en esta sección será una elección clave. Juntos por el Cambio tiene cinco bancas y aspira a mantener ese poderío. La tiene difícil. Pelea contra un peronismo reorganizado, contra su buen resultado en 2017 y contra su propia dispersión. “Depende de que sepamos manejar nuestras mezquindades”, dijo a Letra P un dirigente radical alineado al possismo ante la consulta sobre el armado de la lista de postulantes. Más: “Hoy no estamos bien, pero debemos llegar a un acuerdo si queremos sostener lo que hemos logrado”, afirma.
Alude al acuerdo al que tendrán que arribar todos los actores de la alianza. Son muchos: el dorreguismo encarnado en Jorge Macri y Diego Valenzuela, el vidalismo con su nuevo chiche La Territorial -con Alex Campbell a la cabeza, caído en desgracia tras enfermar de covid-19 y mandar al resto de los dirigentes de la agrupación y al expresidente Mauricio Macri a una cuarentena, después de una reunión presencial sin barbijo y sin guardar distanciamiento- y las dos expresiones del radicalismo: la del triunfador Maximiliano Abad y la del derrotado Gustavo Posse. Bonus track boinablanca: la UCR oficialista representada por el marplatense pide pista tras el triunfo en el Comité bonaerense, mientras que el intendente de San Isidro muestra como credencial el 66% de los votos que cosechó en esa región del norte del conurbano.
El FdT no tiene margen. Debe, al menos, recortar la diferencia. Marta Pérez, Gustavo Soos y Luis Vivona se sientan hoy en la Cámara que conduce Verónica Magario por ese distrito que amontona 24 partidos. Lidiarán en la disputa los intendentes (a quienes responden la legisladora y los legisladores), el massismo y La Cámpora. Kicillof podría ser un cuarto jugador, con Federico Thea como enviado al poroteo. Cómo los amarillos, el FdT no tiene lugar para rencillas inconducentes.
Cuarta
Tiene 520.564 electores habilitados para votar y pone siete bancas en juego. Anclada en el corazón sojero bonaerense, esta sección contiene gran parte del voto duro macrista. En 2017, Cambiemos superó el 50% y se quedó con cinco de las siete bancas, pero el peronismo se entusiasma con dar vuelta la taba. Tiene de aliciente la elección de 2019, cuando fue unido y quedó a menos de dos puntos de su adversario. Pablo Micheli reclama encabezar la lista. Según fuentes cercanas al Ejecutivo bonaerense, tiene ínfimas chances, aunque sí podría ser parte de la nómina.
Juntos por el Cambio respira hondo, sabe que será difícil sostener su mayoría. Lo reconoció a Letra P el propio Pablo Petrecca, el intendente de Junín y la llave del intendentismo amarillo en esta zona del interior. La complejidad se explica repasando el reparto de poder. De los 19 partidos de la sección, JxC domina once. De esos once, el PRO tiene solo dos (Junín y 9 de Julio) y el radicalismo, seis. El monzoísmo, que se arroga Bragado, General Villegas y Rivadavia, perdería en la negociación de la lista de postulantes. Ante la necesidad imperiosa de acuerdo interno, el intendente juninense haría las veces de celestino para limar diferencias entre los actores radicales heridos tras la pelea por la conducción bonaerense del Partido.
Quinta
Los 1.233.106 electores habilitados votarán para elegir cinco senadores. Juntos por el Cambio tiene tres bancas, va por la misma cantidad y tiene tres jugadores clave para intentarlo: el intendente marplatense Guillermo Montenegro (PRO), alineado al Grupo Dorrego; el jefe del bloque de JxC en la Cámara baja y flamante titular de la UCR bonaerense, Abad; y el intendente en ascenso Martín Yeza. El pinamarense siempre jugó casi en soledad y se erige en esa porción del territorio de Buenos Aires como macrismo versión deluxe. Es parte de Somos Equipo PRO, el armado que la semana próxima lanzará Patricia Bullrich y con el que intenta hacer pie en la madre de todas las batallas.
En 2017, Cambiemos le sacó diez puntos de diferencia al peronismo en su conjunto. En 2019, el FdT redujo la diferencia a la mitad. Sobre ese mapa trabaja la titular de la Anses, Fernanda Raverta, que hace menos de dos años perdió la intendencia por apenas algo más de tres puntos. La Cámpora intentará retener el primer lugar de la lista, que en 2017 ocupó el actual jefe de bloque Gervasio Bozzano, sin chances de volver a competir. Algunos dirigentes del camporismo del sur pretenden que la propia Raverta encabece la lista. Al FdT parece esfumársele el sueño de fichar en su equipo a algunos dirigentes del vecinalismo con votos: unos -envalentonados tras su foro en Necochea- buscan formar sus propias listas; otros coquetean con el randazzismo.
Séptima
Es la sección más pequeña de las cuatro con apenas 271.795 electores habilitados para votar. Pero las tres bancas que pone en juego resultan neurálgicas para el gobernador Kicillof. Las tres senadurías están en manos de Juntos por el Cambio.
César Valicenti es el principal armador del kirchnerismo en la sección. El FdT corre de atrás y deberá alcanzar el 33,33% para evitar que el adversario directo se quede otra vez con todo. Las partes -intendentes, La Cámpora y el massismo- negocian la lista con una certeza: más que nunca tiene que encabezar el que mejor mida en virtud de que, más allá de las expresiones de deseo, la dirigencia cree casi imposible quedarse con dos bancas. Un jefe comunal podría encabezar. Suenan Hernán Ralinqueo, Gustavo Cocconi y Juan Carlos Gasparini.
El armado randazzista en el que trabaja el diputado nacional Eduardo “Bali” Bucca suma un problema extra al oficialismo bonaerense, que representa la pecera en la que pesca fundamentalmente el exministro del Interior. Bucca, exjefe comunal de Bolívar, tiene en la zona su plataforma de sustentación política, pese a que su sucesor en el cargo, Marcos Pisano, se cuenta dentro del multiarmado del FdT.
En los intendentes macristas Ezequiel Galli (Olavarría) y Hernán Bertellys (Azul), Juntos por el Cambio tiene la llave a un triunfo. Gobierna las dos ciudades más grandes de la sección que, juntas, contienen el 56% de los electores. En 2019, ambos resistieron sobradamente el aluvión peronista: el azuleño ganó el distrito con el 57% de los votos y el olavarriense logró la reelección con el 50%.
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