La crisis económica que se vive en el país y que se profundizó a causa de la pandemia, podría aprovecharse para poner en marcha aquella promesa electoral del Consejo Económico y Social.
El presidente Alberto Fernández decidirá seguramente la extensión de la cuarentena por el coronavirus aunque con flexibilizaciones que serán más notorias en las provincias menos afectadas, siguiendo las sugerencias del consejo de expertos en infecciones y pandemias que lo asesoran y, también, de los gobernadores.
¿No sería hora de sumar a ese consejo a un puñado de economistas que expresen sus puntos de vistas acerca de cómo moderar la recesión provocada por la pandemia, tanto a nivel global como local?
No digo economistas que el Presidente no conozca. Me refiero a Roberto Lavagna, Martín Redrado, Carlos Peirano. Guillermo Nielsen no porque está al frente de YPF y tiene allí una tarea crucial en un contexto complicado que requiere experiencia, imaginación y esfuerzo.
Pero, Lavagna, Redrado y Peirano están muy callados. ¿Por qué estarán tan callados? Se lo pregunté a un colaborador habitual de Lavagna. “¿Y por qué crees? No está nada contento”.
Sería, además, un buen momento para poner en marcha aquella promesa electoral del Consejo Económico y Social. Porque el coronavirus está derivando en una coronacrisis, tal como sucede en todo el mundo. Y si en el aspecto de la salud, la experiencia de otros países nos ayudó a tomar buenas decisiones, ¿por qué no hacer lo mismo en el tema económico?
Hay cosas que no podemos hacer, como destinar, en total, alrededor del 20 por ciento del PBI (4.4 billones de dólares) como hace Estados Unidos o elaborar un Fondo de Recuperación que promete “miles de miles de millones de euros”, tal el compromiso de la Unión Europea para su próximo encuentro en junio.
Eso está fuera de nuestro alcance. Pero, la salida de la cuarentena será casi tan importante como la entrada a la cuarentena, y deberíamos hacerlo de la mejor manera posible, no solo desde el punto de vista de la salud sino también de la economía.
La alianza entre el Presidente y los especialistas médicos funciona a la perfección. Fernández piensa —lo dijo en el reportaje con Jorge Fontevecchia— que la economía argentina está mal pero que toda la economía global “está hecha trizas” y se esperanza con el surgimiento de un mundo mejor, más igualitario. ¿Para qué preocuparse tanto con un problema que es de todos y cuya solución deberá surgir desde los países con más recursos? La prioridad es salvar vidas y si sube la tasa de desempleo, bueno, eso será un costo mucho menor a que mueran 100 mil argentinos.
Este razonamiento calza a la perfección con el de los infectólogos y epidemiólogos que asesoran a Fernández, algunos de los cuales le agregan recursos argumentales del tipo “en otros países, hay gobernantes que prefieren el dinero a la vida, la economía a la salud”. Lo cual realimenta el microclima presidencial y de la alianza de gobierno. Por si eso no bastase, siempre están los mensajes del Papa Francisco.
Lástima, la realidad. La realidad de tantas empresas que no saben cómo harán para pagar sueldos, de locales que tal vez no reabran, de empleados que se quedan sin trabajo, de monotributistas y autónomos que ven cómo sus ingresos se desploman, de trabajadores informales que se han quedado sin sus changas…
Cuando todo esto pase, ¿acaso la economía no será también tenida en cuenta para evaluar los costos de la pandemia?
Comentá la nota