: EL 13 DE ENERO DE 2006 UNA BANDA DE LADRONES CON RÉPLICAS DE ARMAS TOMÓ 23 REHENES Y SAQUEÓ LAS CAJAS DE SEGURIDAD DE LA SUCURSAL ACASSUSO DEL BANCO RÍO. EL GOLPE FUE CONSIDERADO EL ROBO MÁS GRANDE DE LA HISTORIA CRIMINAL ARGENTINA Y UNO DE LOS MÁS IMPORTANTES DEL MUNDO. LUIS BELDI LANZÓ MESES ATRÁS "EL ROBO DEL SIGLO", EL LIBRO QUE CUENTA EN DETALLE EL GOLPE A TRAVÉS DE LA HISTORIA PERSONAL DE ALBERTO DE LA TORRE, EL HOMBRE QUE FUE DELATADO POR SU MUJER Y FACILITÓ EL ESCLARECIMIENTO DEL HECHO, AUNQUE NO ASÍ, EL HALLAZGO DE LOS VEINTE MILLONES DE DÓLARES QUE AÚN FALTAN RECUPERAR. A NUEVE AÑOS DEL HECHO, EL ESCRITOR HABLÓ CON LA VOZ DEL PUEBLO Y COMPARTIÓ LAS IMPRESIONES QUE LE DEJÓ ACERCARSE DE MANERA OBJETIVA AL CORAZÓN DE UNA HISTORIA APASIONANTE.
No cuesta mucho imaginarse a Rubén Alberto de la Torre entre los 250.000 fieles que el pasado jueves acudieron al santuario erigido sobre la ruta provincial 123, en inmediaciones a la localidad correntina de Mercedes, para cumplir con su promesa al Gauchito Gil. La visita de Beto no será una más, sino el fin de una historia que comenzó hace más de diez años con la planificación de un túnel para que, un año más tarde, se pudiera concretar un golpe inolvidable en el cual, sin violencia, siete delincuentes, algunos de ellos sin experiencia ni antecedentes en prisión, lograron llevarse más de veinte millones de dólares de la bóveda de un banco sin usar armas de fuego ni lesionar a nadie.
La visita de Beto al santo "no comprendido pero reconocido" de nuestro país, formaba parte de la promesa que había hecho el integrante de la banda antes de compartir su información con Luis Beldi, el periodista que vio en su historia personal el camino para transformar en una novela el golpe que lleva el nombre de su obra: "El Robo del Siglo". Justamente, la ofrenda de un ejemplar autografiado al Gauchito Gil era el compromiso y así sucedió.
"El martes me encontré con Beto De La Torre y le tuve que dar dos libros porque iba a cumplir la promesa al Gauchito Gil de darle uno de los ejemplares, y se lo tuve que firmar y él también lo hizo. Luego se fue para Corrientes, para el santuario. En este momento está haciendo el último renglón del libro", comentó el reconocido periodista de Infobae y escritor de novelas basadas en hechos reales y crudos como "Los Doce Apóstoles" y "Tras los muros", donde con su oficio de novelista no abandona el tono de denuncia, con objetividad.
Beldi y el ex ladrón, que en mayo recuperó su libertad, estudia periodismo y lucha por la reinserción social, se encontraron para tomar un café en un bar de la ciudad de Buenos Aires, "en ese momento se mezclaron un montón de sensaciones. Estar con Beto, derrotado, porque después de protagonizar el robo más grande estaba ahí, con su bolsita de nylon, donde se llevó los libros... son sensaciones encontradas, porque ver así a un tipo que se llevó millones y millones de dólares... Tal vez tengan algo para repartir. La historia no terminó", dijo manejando los silencios, para distinguir las circunstancias relacionadas a Beto con las del resto del botín que nunca apareció.
En ese sentido, Beldi subrayó que, para redactar su novela, sólo habló con Beto De la Torre, "mi libro trata dos historias: el robo al banco y la historia de amor y traición de Beto De la Torre, que eran las dos historias que me apasionaban. No quise contactar al resto de los ladrones porque sino iba a terminar siendo una enciclopedia, llena de nombres de gentes y de biografías, cuando a mí me interesaba más la historia que había dentro de la casa con su mujer".
Distintos
Después de conocer al detalle los pormenores, idas y vueltas y sacrificios que la banda tuvo que pasar para terminar formando parte de lo más destacado de la historia delictiva de nuestro país, Luis Beldi referencia los detalles que hicieron distintos a sus integrantes del resto de cualquier delincuente común, "tenían una fuerza de voluntad enorme, una combinación de inteligencia, que siempre hace a una gran inteligencia, estaban en el momento justo, en el lugar exacto y pudieron formar un equipo. El tema era que no contaban con la naturaleza humana. Siempre alguien va a hablar. Cuando hacés el robo más grande de algo, ningún ser humano puede vivir callado, a alguien se lo va a contar. Nadie va ocultar su hazaña. Se confiesan crímenes, más se va a confesar algo que te pone en la cumbre. Hay gente que a veces hasta prefiere ir presa y contarlo".
Y si de hablar se trata, una delación por parte de la esposa de Beto abrió el camino a los investigadores, cuyas cabezas llegaron a temblar en medio de una tormenta política singular, "el cambio de Alicia fue cuando vio el millón de dólares. Se enloqueció. Se le dispararon cosas del pasado, los abandonos de los hombres. Creo que perdió la razón", explicó en cuanto a las razones que él entiende como detonante de la denuncia final contra su pareja.
Haber cometido el golpe en tiempos donde la sociedad argentina todavía sangraba por el corralito y las secuelas de una de las crisis económicas más profundas de nuestra historia, como fue la de 2001, según Beldi, no basta para que estos ladrones sean vistos como nuevos antihéroes, "yo descubrí que no. Para un grupo de tarados sí, pero para la mayoría no. Yo veo tarados que ven a (Mario) Vitette (uno de los integrantes más famosos de la banda) y lo elogian, y están elogiando a un chorro. Lo están haciendo famoso a un tipo que se ha metido en casas, que ha desvalijado departamentos, que ha dejado sin muebles y sin plata a la gente. Entonces, por más que robe el Banco Río como lo hizo, a mí no me genera ninguna admiración. Todos los idiotas que lo siguen y elogian, están admirando el dinero que hizo Vitette robando. Cuando una sociedad admira al que roba, estamos en el horno. Por más que digan que fue un banco, que hubo corralito. Se dijo que era dinero en negro. ¿Por qué va a ser dinero en negro el que se tiene en una caja de seguridad? Ahí había joyas. ¿Quién dice que ese dinero es negro? ¿Acaso vieron su declaración jurada? Y si fuera negro, ¿eso te da derecho a robarlo?", se preguntó.
Secretos
Como consecuencia del robo al Banco Río, Rubén Alberto De la Torre (Beto) fue condenado a 15 años de prisión, Fernando Araujo, a 14; José Julián Zalloecheverría, a 10, Sebastián García Bloster, a 9, y Mario Vitette tuvo un juicio abreviado y fue condenado a una pena unificada de 21 años y seis meses de prisión. El pasado 21 de mayo, Beto fue el último en recuperar su libertad, mientras que además hay dos integrantes que nunca fueron capturados, uno de ellos, se dice que tiene casi la totalidad del faltante.
Su nombre de ficción en el libro es el de Pedro El Gestor, porque fue el hombre que se contactó con el testaferro de un ministro, quien a su vez le pasó el dato y fomentó la realización del golpe para hacerse de una serie de escrituras que, ante la inexistencia de su titular, le fueron transferidas y, se supone, significan más dinero que el sustraído en las 143 cajas de seguridad saqueadas.
"Beto se tiene que contactar con Pedro El Gestor. En la actualidad hay mensajes y faltan repartir las propiedades del testaferro. La persona que las tiene tendrá que venderlas y transferirles el efectivo, no creo que ellos acepten propiedades", comentó Beldi acerca de los secretos que quedaron pendientes tras el golpe, como la identidad del ministro que usaba un testaferro para ocultar sus posesiones, "es un ministro de la provincia de Buenos Aires, no voy a decir el área a la que pertenecía, solamente que murió y que el testaferro es de la zona norte, pasando la General Paz", resume cortante y sin mayores intenciones de romper el código de silencio.
Hoy, las imágenes de las cajas saqueadas no bastan para generar un antes y un después del robo al Banco Río en la gente, "si hay algo que escasea en la Argentina son cajas de seguridad. Están todas ocupadas. De hecho, Uruguay aumentó su cantidad de cajas de seguridad y los mendocinos van a Chile a guardar sus dólares. ¿Cuántos robos puede haber de éstos?", comentó.
¿Chorro o antichorro?
Antes de lograr "El Robo...", Luis Beldi escribió otras cinco novelas, dos de ellas, "Los Doce Apóstoles" y "Tras los muros", implicaron un acercamiento íntimo al mundo carcelario y datos que muchos suponen pero pocos conocen. Su convivencia con las personas que le habilitaron la información, le abrió puertas para aceitar la comunicación que le permitió acceder a los datos de su último libro, "cuando yo hablo con un hampón que está prófugo, como me tocó hacerlo en 'Tras los muros', no quiere decir que sea mi amigo. Me está contando una historia. ¿Por qué no lo denuncio? Porque (el delincuente) compró la 'dormida' y le pagó a la policía para que no lo busque y yo no voy a ser el p... que lo va a denunciar y terminar con un tiro en la cabeza. Porque la obligación mía no está en capturar a este tipo. Eso es de la policía, pero si la policía está comprada para que no lo busquen, ¿qué podés hacer? En Argentina muchas veces no sabés si donde estás denunciando no son cómplices del ladrón. Entonces, yo lo usé para mi libro y dije 'este tipo está prófugo' y en Argentina se compran las 'dormidas'. Robaba en Hurlingham y pagaba por las dormidas. Yo lo denuncié en el libro. Porque soy escritor, soy ciudadano y soy padre", enfatizó.
Así, no faltaron los momentos en que se vio obligado a responder con inteligencia a la disyuntiva planteada por un delincuente de peso sobre el futuro contenido de alguno de sus libros: ¿chorro o antichorro?, "una vez tuve una discusión con uno de los Apóstoles, que me dijo, 'si no es un libro pro chorro no lo hagas'. Entonces, yo le contesté: '¿vos querés la guita de los derechos?' (haciendo alusión a los ingresos que genera en la editorial la venta de ejemplares y de la cual los entrevistados se benefician con un porcentaje a modo de retribución por parte del autor). 'Entonces yo hago un libro pro chorro, no vendemos nada y no cobramos un mango. ¿Te parece?' Y saltó el otro (apóstol) y me dijo 'no le hagas caso a este p...'. Porque en ese libro no condeno ni juzgo", sostuvo tomando como ejemplo los pormenores de redactar "Los Doce Apóstoles".
Hoy, antes de retirarse a su trabajo en la redacción de Infobae, Beldi se despide de manera cordial, pero sin abandonar su tono de voz solemne y respetuoso, transmite un mensaje tan claro como real: "Yo estornudo y cualquiera de los presos con los que estoy trabajando llama de la cárcel para saber si estoy engripado o si estoy bien. Parece mi hermano con esa calidez. Pero si un día se va a fugar y yo estoy en su camino entre él y el muro, a mí me mete un facazo en el corazón. No te quepa duda. Eso lo tengo claro".
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