El intendente y su par de Villa Gesell confrontaron por el diagnóstico de la temporada en el encuentro con el ministro de Producción bonaerense. El funcionario de Kicillof planteó la necesidad de una estrategia conjunta. El municipio evita cuestionamientos al Gobierno nacional.
Por Ramiro Melucci.
La rivalidad nació en tiempos del Covid. Gustavo Barrera, el intendente de Villa Gesell, era el alumno más aplicado de esta parte de la provincia de Buenos Aires, el que más respetaba las restricciones dispuestas por los gobiernos nacional y provincial. Guillermo Montenegro era el más díscolo, el que hacía todo lo posible por gambetearlas. “Se comporta como un patrón de estancia”, llegó a endosarle el geselino en 2021.
El jueves, en el encuentro que mantuvieron intendentes con el ministro de Producción bonaerense, Augusto Costa, quedó en evidencia que la relación no mejoró con los años. Montenegro sacó a relucir los números de Mar del Plata en esta temporada. Dijo que la ciudad tuvo “el mejor diciembre de la historia”, destacó la gran afluencia de los jóvenes, la grilla de eventos a los que pueden asistir y los operativos de seguridad nocturnos con apoyo de la Provincia. También destacó el consumo de ese aluvión de jóvenes, mencionó que atraen hasta a sus padres y habló de las ventajas del big data para tener un mejor panorama del movimiento turístico y actuar en consecuencia.
Barrera no tomó la palabra inmediatamente después, sino que lo hizo luego de otros oradores. Pero su primera frase fue un contraste directo con el jefe comunal marplatense: “Gesell tuvo el peor diciembre de la historia”. Enseguida transmitió los números de su distrito: cerca de una ocupación total en localidades como Mar Azul o Las Gaviotas, pero baja en la cabecera. “No tenemos big data. Usamos el método tradicional: llamamos hotel por hotel”, agregó. “Y lo de los jóvenes no es así: no vienen con sus padres y no gastan”, completó, otra vez en abierto desafío a Montenegro.
El asunto de los jóvenes contextualiza la disputa. Mar del Plata se adueñó de esa franja etaria y las autoridades locales suelen ufanarse de que eso sucedió porque otras ciudades, como Gesell y Pinamar, “cerraron la noche” después del asesinato de Fernando Báez Sosa, en 2020. No desconocen los riesgos de albergar la movida juvenil, pero insisten en la importancia de los operativos preventivos. “El que no hace nada no tiene riesgos. Nosotros preferimos hacer. Como dice el intendente, tenemos un Boca-River todas las noches”, diferencian.
Montenegro sacó a relucir los números de Mar del Plata en esta temporada. Dijo que la ciudad tuvo “el mejor diciembre de la historia”, destacó la gran afluencia de los jóvenes a la ciudad, la grilla de eventos a los que pueden asistir y los operativos de seguridad nocturnos
Costa mantuvo el equilibrio. Después de escuchar a todos los jefes comunales (estaban los de la Costa Atlántica y también los de la región de sierras y lagunas), habló de una temporada en la que algunos destinos registran una disminución de la ocupación y otros la mantienen, en un contexto cada vez más difícil para la actividad turística, con una “fuerte caída” del consumo. Pero bajó el mensaje de que no conviene insistir todo el tiempo en que la temporada es mala. Es contraproducente, argumentó.
Unos días antes, el ministro de Gobierno, Carlos Bianco, había dicho que no está siendo la mejor temporada para Mar del Plata. El propio Barrera hizo notar en el inicio del año la caída de reservas. Y hubo algunos portales que a fines de diciembre directamente titularon: “Playas vacías”. Con esos insumos, el presidente del Ente de Turismo, Bernardo Martín, se sentó el martes ante los concejales de la comisión de Turismo y habló de “fuertes operaciones” contra la temporada. “Los datos que nosotros tenemos son distintos”, aclaró.
Costa también aprovechó para anunciarles a los intendentes la visita de Kicillof (estará el miércoles en Santa Clara) y transmitió la necesidad de establecer estrategias en conjunto. “Porque estamos solos”, dijo, en alusión a la falta de respaldo del Gobierno nacional. Antes, en la presentación de la reunión, el ministro ya había hecho un repaso de las consecuencias que tendrá la disminución de los recursos nacionales en los programas turísticos de la Provincia. De cinco paradores de Recreo pasó a uno, habrá una merma de las propuestas culturales y no están garantizados ni el programa de acompañamiento a las fiestas populares ni los viajes gratuitos de fin de curso.
En el Concejo también preocupa la continuidad de los Juegos Nacionales Evita. El bloque de Acción Marplatense pidió que los entes de Turismo y Deportes elaboren un informe que contenga “los beneficios para el sector turístico, gastronómico y comercial” que generan los juegos. Es para tratar de combatir con argumentos numéricos su posible suspensión.
El presidente del bloque, Horacio Taccone, pudo adelantarle la preocupación a Martín en la reunión de la comisión de Turismo. La respuesta fue una muestra más de que Montenegro no quiere controversias con Javier Milei: “Es muy pronto para pedir algunas definiciones concretas acerca del devenir de las cosas. Es un gobierno que se está instalando, y a nosotros nos mostraron muy buena voluntad. Démosle la oportunidad de que puedan desarrollar su trabajo y llevarlo adelante”.
Costa también aprovechó para anunciarles a los intendentes la visita de Kicillof (estará el miércoles en Santa Clara) y transmitió la necesidad de establecer estrategias en conjunto. “Porque estamos solos”, aseguró en alusión a la falta de apoyo nacional
En el inicio de la semana, Montenegro ya había excluido al Gobierno nacional del conflicto del transporte. “Esto tiene que ver con una falta de respuesta que tienen los subsidios por parte de la Provincia”, explicó cuando lo consultaron por el paro de la UTA. Pero es sabido que un porcentaje de los subsidios proviene de la administración nacional, y que están en peligro.
El ministro de Economía, Luis Caputo, anticipó la reducción el mes pasado, en la inauguración del ajuste libertario. También anunció el fin de la discriminación hacia el interior, pero dio a entender que eso ocurrirá por la disminución de las partidas para el AMBA, no por un incremento para las localidades del interior. “Si esto no se modifica, el conflicto recién empieza”, alertó con acierto el delegado del Ministerio de Trabajo bonaerense, Raúl Calamante.
Por lo bajo, en el municipio admiten que faltan definiciones del Gobierno nacional. “¿Vamos a un esquema sin subsidios?”, se preguntan. Una respuesta afirmativa trastocaría aún más todo el esquema tarifario.
Los que lograron una rápida reacción del Concejo fueron los taxistas. A una semana de la presentación del pedido de un 30% de aumento, los presidentes de bloque dieron su aval para que la presidenta del cuerpo, Marina Sánchez Herrero, decretara el incremento. Lo mismo había sucedido con el aumento de Obras Sanitarias para enero y febrero. Y, sin decreto pero apurando al máximo los tiempos legislativos, esta semana se terminarán de votar el presupuesto y los aumentos de tasas. La siempre dispar carrera contra la inflación tiene a las corridas hasta a los concejales.
Los taxistas se enteraban la noticia mientras trataban de digerir el proyecto de la Coalición Cívica para modificar la ordenanza cuyo número (23.928) tienen impreso en la bandera de su guerra contra Uber y Cabify. Es la que le exigen cumplir a Montenegro para que no proliferen las plataformas digitales de transporte.
Aprobada en enero de 2019 con el impulso del entonces intendente Carlos Arroyo, establece que “la prestación del servicio de transporte de personas con vehículo sin habilitación municipal” dará lugar a multas y el secuestro del vehículo. La norma abarca a toda clase de transporte (taxis, remises, transporte escolar, autos rurales), pero se redactó exclusivamente para incluir al “transporte entre dos puntos fijos contratado a través de una plataforma o aplicación tecnológica o digital”. Es lo que la Coalición Cívica propone eliminar. La apuesta es fuerte: implicaría comunicarles por escrito a los taxistas que perdieron su batalla.
Comentá la nota