por Alejandro Bercovich
El lunes por la noche, en Olivos y ante un Mauricio Macri todavía noqueado, Horacio Rodríguez Larreta se probó por primera vez el traje del jefe.
—¡Basta, Jaime! El único espacio que nos queda para construir política es la Ciudad. Tenemos que ser cautelosos y cuidar eso.
—No, no. Hay que seguir endureciendo el discurso. Esto todavía puede revertirse -lo desafió Durán Barba.
—Y decime una cosa: si yo pierdo ¿vos de dónde vas a cobrar? ¿eh?
El batacazo del domingo dejó al Presidente tan grogui que el jefe de Gobierno sintió que era hora de tomar el timón. Ponerse en control, como diría Miguel Pichetto. Apenas 48 horas después de ese tenso diálogo de Olivos, el consultor ecuatoriano abandonó el país. El círculo más íntimo de Macri entró en un tembladeral. El jefe de asesores José Torello no toleró que Hernán Lombardi lo insultara en el Salón de los Bustos y le tiró un bofetón que alcanzó a rozar su calva. Arreciaron los rumores de reemplazo de Marcos Peña por Pichetto. Hasta Nicolás Dujovne, apadrinado ni más ni menos que por el Fondo Monetario, quedó a un paso del despido cuando osó resistirse a las medidas de alivio fiscal en la reunión de gabinete del miércoles. "¿Qué querés? ¿Dejarle las cuentas equilibradas a Cristina?", le respondieron.
Cerca de Rodríguez Larreta dan por hecho que la era Macri terminó y que el experimento político que copó las tres administraciones más importantes del país durante estos cuatro años deberá guarecerse ahora detrás de la General Paz. Por eso advirtieron dos cosas: que su campaña para esquivar un balotaje con Matías Lammens será municipal, sin mención alguna al Presidente, y que después del 10 de diciembre su territorio no será un campo de refugiados de quienes deban ceder sus sillas en la Nación y la provincia.
El martes, María Eugenia Vidal parecía convencida del mismo desenlace. Larreta la imagina derrotada en octubre por un margen todavía más amplio que el del domingo a manos de Axel Kicillof. Y cree que se mantendrá lejos de la política al menos durante un año, aunque quisiera que después de eso vuelva a las filas de un postmacrismo vecinalista. Algo que ambos alcanzaron a cuchichear brevemente ayer, después de la reunión de gabinete ampliado que encabezó Macri en el CCK.
Son especulaciones a largo plazo en momentos donde manda la más estricta coyuntura, sin garantías siquiera de que el defenestrado líder del PRO llegue a completar el mandato que Alberto Fernández ahora ruega que alcance a concluir. El desbande es tan caótico que tanto en el Congreso como en Tribunales circularon insistentemente mensajes con referencias al artículo 88 de la Constitución y a la Ley 25.716 (de Acefalía), que establecen lo que ocurriría en caso de renuncia.
La visita al comando de campaña albertista de Marcos Galperín dejó estupefacto al establishment
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Muerto el rey...
Al Fondo Monetario también le preocupa la transición, lógicamente. Por eso Alejandro Werner, el director del Departamento para el Hemisferio Occidental, le hizo llegar una felicitación el mismo lunes a Matías Kulfas, a quien Alberto Fernández designó como interlocutor para el organismo. En ese intercambio empezó a gestarse la conferencia de prensa que ofreció el candidato anteayer, donde el primer mensaje que transmitió fue que su plan económico no incluye un default. Después, Kulfas partió de luna de miel. La había postergado por la campaña.
El mismo mensaje de tranquilidad procuró llevar a la Bolsa de Comercio anteanoche Emmanuel Álvarez Agis, el exviceministro de Economía de Axel Kicillof. Algo impensable apenas un mes atrás: compartió escenario con Luis "Toto" Caputo y se fue ovacionado. No hizo falta que defendiera demasiado al triunfador del domingo. Fue Toto quien se encargó. "No creo que tenga la intención de hacer un default", dijo. Todavía herido con quienes le serrucharon el piso, también criticó sin nombrarlos a Dujovne y a su sucesor, el por estas horas inhallable Guido Sandleris.
Fue tal el shock que sufrió la City por la derrota irremontable del oficialismo que sus referentes optaron por no hacer olas frente a la presencia de Álvarez Agis. Uno de los presentes incluso lo definió elogioso como "el Carlos Melconian de la heterodoxia". Un doble trago amargo para el exjefe del Banco Nación, que se imaginaba ministro en un hipotético segundo mandato de Macri. Primero, porque no habrá tal prolongación. Segundo, porque no oculta su desprecio hacia el exviceministro. Nada que no ocurra entre competidores de cualquier negocio; en este caso, la próspera industria de la consultoría.
Consultores y encuestadores, claro está, fueron los otros grandes perdedores de las PASO. Todos los que publicaron sondeos electorales erraron fiero, pero el que más expuesto y desprestigiado quedó fue Luciano Cohan, durante algunos meses subsecretario de Programación del Ministerio de Hacienda y hasta el viernes jefe de Elypsis, la consultora que fundó y ahora volvió a capitanear Eduardo Levy Yeyati tras un año de licencia.
Cohan encabezó el viernes bien temprano una conferencia telefónica con 20 representantes de bancos y fondos de inversión. Aseguró que Juntos por el Cambio (JxC) y el Frente de Todos (FdT) estaban empatados. Los traders quisieron creerle y apostaron fuerte al alza. El lunes perdieron millones. Cohan fue inmediatamente eyectado de la consultora y siguió sus pasos Gabriel Zelpo, su inexperto economista jefe, también defensor a ultranza de la administración macrista. Pero quizás la purga no alcance. "¿Ahora es neoalbertista Elypsis?", consultó ayer BAE Negocios a un encumbrado economista del FdT. “¿Neoalbertista? ¡Neoliberal-bertista, en todo caso!”, respondió.
Aunque no las publicaron, en el comando de campaña de Fernández manejaban pronósticos bastante acertados. Disponían de cuatro módulos de encuestas. Los IVR (sondeos telefónicos automáticos) les asignaban el mismo margen estrecho que publicaban los diarios, de 3 o 4 puntos. El tracking diario, igual. Los CATI (también por teléfono, pero con las preguntas a cargo de humanos) estiraban un poco la diferencia. Las que más se arrimaron fueron las encuestas presenciales de Roberto Bacman y Analía del Franco. Preveían al menos 10 puntos de margen.
Devolvé los nietos
La visita al comando de campaña albertista del dueño de MercadoLibre, Marcos Galperín, dejó anoche estupefacto al establishment. No solo por tratarse del empresario favorito del Presidente, quien lo exaltó cuantas veces pudo como un ejemplo para todo el empresariado. También porque el mismo Galperín militó en público como nadie la reelección. Otro de los entusiastas hasta el domingo fue Martín Migoya, fundador de Globant y creador del grupo de whatsapp “Nuestra Voz”. Anteayer, Migoya también pidió audiencia con Fernández.
Triunfal aunque discreto para no ser un mal ganador, el laboratorista Hugo Sigman impulsó el primer guiño público de los miembros de “Nuestra Voz” hacia la fórmula F-F. Fue el afiche virtual que muchos de sus miembros colgaron en sus redes sociales. “Los que emprendemos en Argentina continuaremos invirtiendo más allá del resultado de las elecciones”, rezaba el cartel. Una perogrullada sin más fin que arrimar al grupo al ganador. La primera aproximación física la ensayó el cafetero Martín Cabrales. Ayer se reunió con Santiago Cafiero, el joven politólogo de estirpe peronista que suena como jefe de Gabinete de Alberto.
Alejandro Werner, el director del Departamento para el Hemisferio Occidental, hizo llegar una felicitación el mismo lunes
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Son lobbies que siempre florecen ante parteaguas como el del domingo. Como los de quienes empezaron a perseguir a Gustavo Béliz, el exministro de Justicia y Seguridad de Néstor Kirchner eyectado al cabo de un año de gestión por su pelea con Jaime Stiuso. ¿Volvió a la política de la mano de Alberto? Por ahora no, dicen cerca suyo. Subrayan el “por ahora”.
Rendidos ante los votos, empresarios y lobistas procuran seguir los pasos de Marcelo Mindlin (Pampa Energía) y Gabriel Martino (HSBC), que se reunieron a solas con Fernández antes de las elecciones. A Galperín y a Migoya les seguirán varios más. Pero la reconciliación más impactante ya ocurrió y es otra. No por lo inesperada, porque la mayoría del círculo rojo la daba por hecha si el resultado era éste. Sí por la inquietud que seguramente generará entre los nostálgicos del último kirchnerismo. Según pudo confirmar BAE Negocios en dos fuentes de cada lado, Alberto Fernández conversó durante media hora con el CEO del Grupo Clarín, Héctor Magnetto.
La cita fue dos semanas antes de las PASO en el cuartel general de la calle Tacuarí y como celestino operó el gerente de Relaciones Externas del holding, Jorge Rendo. El hermetismo fue total. Lo seguro es que Magnetto quedó conforme, porque el jueves próximo escuchará desde la primera fila del auditorio del MALBA tanto a Fernández como a Macri -por separado- en el ciclo “Democracia y Desarrollo”, organizado por Clarín. El domingo a la medianoche, irónico como de costumbre, lo festejó con una chicana impiadosa para sus coroneles periodísticos. “Ustedes perdieron por 15 puntos. Yo no”, los chuceó.
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