La fórmula Fernández logró la unidad electoral y, posteriormente, alcanzar la victoria, pero superar las diferencias y enfrentamientos históricos es otra cosa. En las dos cámaras nacionales, albertistas y cristinistas mantienen diferencias difícil de superar que podrían determinar un llamativo mapa legislativo.
Para los senadores peronistas, aceptar el liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner no es un plato que deseen comer. Esperan una señal de Alberto Fernández que aún no llega, y Carlos Caserio, el actual presidente del bloque, trata de dilatar, como puede, la ansiedad de sus pares.
El acuerdo político es complicado, y la postergación del retorno de Cuba de la ex presidente no ayuda a calmar las aguas. Incluso muchos comienzan a dar por sentado que habrá dos bloques de senadores que respondan al gobierno nacional a partir del 10 de diciembre, aunque saben que Alberto Fernández intentará una negociación antes de esa fecha.
Por ahora hay cuestiones mucho más graves y urgentes que ocupan la atención del presidente electo. Esta prescindencia invita a que los senadores peronistas supongan que Alberto Fernández tratará de convencerlos de aceptar la conducción de Cristina, pero la mayoría es reacia a hacerlo.
Caserio había programado una reunión para este miércoles, pero la ausencia de Cristina impedirá avanzar al respecto. Saben que Marcelo Fuentes, la figura más representativa del otro bloque, no tiene autonomía ni capacidad de decisión, por lo que no valdría la pena siquiera sentarse a conversar con él.
Mucho menos les convence el rumor que corre sin restricciones, de que Anabel Fernández Sagasti sería la elegida por la ex presidenta para conducir un eventual bloque oficialista unificado. Perdió las elecciones a gobernador por amplio margen en Mendoza, y es integrante de La Cámpora. Dos objeciones aparentemente irremontables.
El que está dispuesto a jugar todas sus fichas para ocupar ese lugar, desde el peronismo, es el cordobés Caserio, actual presidente del bloque justicialista. A punto tal de animarse a anunciar que “va a haber dos bloques grandes, Unidad Ciudadana y nosotros, con números similares y entre los que estaremos cerca del quorum propio”.
La animosidad existente entre peronistas y cristinistas se evidenció días atrás, cuando Sergio Massa comenzó a promover a Emilio Monzó para la titularidad de la Defensoría del Pueblo. Inmediatamente Fuentes y Agustín Rossi se comunicaron por vía telefónica e hicieron naufragar la iniciativa.
También en el caso de Diputados, resta saber cuál será la posición final de los cristinistas sobre la designación de Sergio Massa como presidente de la Cámara. Voces autorizadas sostienen que su aceptación estaría atada a la de Fernández Sagasti en el Senado. Pero, en ambos casos, las objeciones parecen ser mucho mayores que los apoyos.
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